La magia de Avalon: Bienvenidos [Libro 1]

Capítulo 44: El Lago Sin Fin

Sierra, Peters y Vanyan se reunieron con Arcos y Darion a la mañana siguiente por videollamada, para tratar el incidente de los demonios de agua.

—El rey Ray ha llamado, e informa que los demonios de agua llevan tiempo causando problemas —les comunico Sierra.

—¿Y por qué no dijo nada antes? —preguntó Arcos, casi indignado.

—Lo tenían bajo control. Lo tienen, más bien.

—No lo tienen si han conseguido llegar a Avalon —replicó Darion.

—Darion tiene razón —intervino Peters—. Podría haber ocurrido una desgracia.

—No es la primera vez que llegan a Avalon —mencionó Vanyan—. El Lago Sin Fin y el Lago de los Mil Portales, tienen diversos portales abiertos que conducen a diferentes partes del océano. Es normal que puedan colarse.

—Estos portales los utilizan nuestras alumnas para venir aquí. Deberían estar protegidos —replicó Peters.

—Los demonios no atacaron la escuela porque sí, buscaban algo —habló Sierra de nuevo.

—¿Algo como qué?

—¿Algo o a alguien? —cuestionó Darion, alarmando un poco a Vanyan.

Sierra se mantuvo en silencio unos segundos, analizando la situación.

—Ve al lago y busca cualquier rastro de magia. La última vez que atacaron fue un mero accidente, pero esta intuyo que había algo más detrás.

—Ahora mismo. —Vanyan se apresuró a marcharse.

Sierra miró a Peters y este la entendió sin necesidad de que dijera nada.

—Voy con él.

Darion volvió a hablar cuando los profesores de la escuela Norte se marcharon.

—¿Crees que vayan a por Lizzy? —pregunto sin rodeos.

—No lo sé. Pero si le pasa algo perderemos el apoyo del mar.

—Y Vanyan se pondrá en modo alerta máxima. Mejor no decirle nada.

—Ya lo sabe —afirmó la directora. Nadie conocía a su hijo mejor que ella, y por ello sabía que lo mejor era que Peters estuviera con él, o perdería los nervios.

En el pasillo, Peters consiguió alcanzar a Vanyan, y de inmediato este le dijo que se marchara:

—Yo me ocuparé de esto. No necesito tu ayuda.

—Y no te la estaba ofreciendo. Soy un mandado, y Sierra me ha ordenado acompañarte. Así que vamos. —Lo adelantó y comenzó a bajar por las escaleras.

—Crees que perderé los nervios —dedujo el elfo.

—Creo que ya los estás perdiendo. —Se detuvieron en el pasillo —. Mira, lo entiendo. Estás preocupado por ella, es normal. Pero de nada te sirve ser tan...

—¿Tan qué?

—¿En este momento? Tan yo. —Vanyan rio con ironía—. Siempre me dices que piense antes de actuar, y sea más abierto a la magnitud del problema. Bien, pues, esto abarca mucho más. Así que, aunque no te guste, te acompaño. —Peters sonrió con algo de burla.

Vanyan resoplo, molesto.

—Lo que tú digas.

Siguieron bajando las escaleras y en el pasillo de las aulas, escucharon una explosión, proveniente de la clase de pociones. Luy salió junto a una gran nube de humo.