Capítulo 17: Por una sonrisa

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En la escuela Sur la preparación para los exámenes finales no fue más fácil que en la escuela Norte. Peters era un profesor muy dedicado y benevolente, con una paciencia infinita, pero la profesora Delia, de la escuela Sur, no era tan amable. La mujer era severa y muy recta, al igual que el profesor de Darion de defensa, pero este tenía mucho más paciente que la maga.

Un día, León y Shuri no se presentaron a clase, porque el tritón se encontraba vomitando en el baño.

- ¿Cómo te encuentras? - le pregunto Shuri desde la puerta.

León se sentó en el suelo, acomodado contra la pared. Estaba pálido, tenía el pelo enredado y unas notorias ojeras.

- Estoy mejor.

Shuri se sentó a su lado.

- Deberíamos ir a la enfermería.

- No. Se darían cuenta. Solo tengo que pasarlo y ya está. - León se sobó la cara con ambas manos.

- León, esto no puede ser bueno para ti. Habrá otras formas... Alguna ayuda... - El mago no sabía qué hacer ni que decir que realmente fuera a aportar algo.

- Estoy bien. – Hizo una ligera pausa -. Gracias por cuidar de mí.

- Para eso estamos, hermano.

León se recostó en el suelo, apoyando la cabeza en el regazo de su mejor amigo.

- Esto es una mierda.

- Lo sé. Pero una vez que pase todo estará mejor, ya verás.

León llevaba enfermo todo el fin de semana, aunque en realidad no había estado en plena forma desde hacía meses. Parecía que estaba llegando a su límite.

Por otra parte, en la clase de defensa, Di volvió a destacar por encima de toda su clase. El elfo estaba muy por encima del nivel de cualquiera, perfectamente podría estar en un curso superior.

- Excelente, Di – lo felicito Darion -. ¿Voy a tener que ponerte un examen más complicado? - bromeo.

- No sería justo. Aunque no me opondría.

- Tú siempre aspirando a la perfección. Buen trabajo. Pero no te exijas demasiado, ¿entendido?

- Sí, profesor.

Di se sentía algo avergonzado por su crisis nerviosa de hacía unas semanas. Aún seguía presionándose más de la cuenta, pero era algo más moderado, y no permitía que eso perjudicase demasiado a su salud.

Un par de días después de romperse frente a sus amigos, estos convencieron a Di de qué hablase sobre el tema con el director Arcos, Lizzy sabía que el mago lo ayudaría.

Una tarde, tras las clases, el elfo se pasó por el despacho del director junto a Lizzy, Dustin y León, pero estos esperaron fuera, a petición del príncipe.

- Hola, director Arcos. ¿Tiene un momento? – le pregunto el pelirrojo, cuando le permitió pasar.

El despacho no era tan diferente al de Sierra. El escritorio se encontraba frente unos grandes ventanales. A su lado había un singular espejo en la pared, y cerca de la entrada un sofá rojo. Los tonos de la habitación eran grises y las paredes parecían de piedra, como si fuese la sala de un castillo medieval. Ciertamente con un cambio de colores era el mismo despacho que el de la escuela Sur.

- Por supuesto – contesto el anciano, amable -. Adelante, adelante. Siéntate. – Di se aproximó a él, y se sentó, nervioso, en la silla frente al escritorio -. ¿Va todo bien?

- Yo... Lo cierto es que no.

Di intento hablar, pero rompió a llorar. Arcos no necesito que le explicara lo que ocurría, era evidente, y había estado esperando aquel momento.

La magia de Avalon: Bienvenidos [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora