CAPÍTULO 62

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Lee Jieun

La brisa se sentía exquisita. Los niños corrían por todas partes. Esta sentada en una de los bancos mirando a todos los niños jugar. Me sentía muy bien aquí, me sentía feliz ver aquella sonrisa, esa pequeña sonrisa que me hace perder la cabeza.

—Jieun...— pronuncio aquella voz de mujer.

Me volví a mirar donde provenía esa voz. Allí estaba Ha Ri parada vestida de blanco. Se veía tan hermosa, tan radiante como un diamante. Se acerco a mi y me abrazo, dándome esa calidez que yo tanto necesitaba. Me sentía sola, sentía que algo me faltaba para completarme.

—¿Te sientes bien?— me pregunto ella, acariciando mi cabello.

—No, no me siento bien...— mire el suelo.

—¿Porqué? ¿Qué sientes?

—Me siento sola... La tengo a ella, pero no lo tengo...

Miraba a esa pequeña niña con el cabello castaño como él.

—¿Dónde esta? ¿Dónde estoy yo? ¿Dónde estamos los dos? No lo entiendo.

—Estas en un lugar que no deberías de estar— dijo ella con suavidad.

¿En dónde me encontraba? Todo aquí era risas y gritos de felicidad, pero... ¿Porque no me siento feliz? ¿Porque siento este gran vacío que siento que me ahoga? Quiero entender por qué de este sentimiento.

Yang Mi

Con mi hermano ya despierto, todo comenzaba a caer en su lugar. Ahora solo faltaba que Jieun despertara. Tras una recaída, tuvieron que inducirle un coma para buscarle solución a su condición de salud. Tuve que regresar a la casa luego de que Hanah se pusiera mal. Mamá no podía irse, así que Heechul y mi papa decidieron acompañarnos. Luego de llegar a la casa, la lleve a dormir. Aunque fue un poco difícil lograr que se quedara dormida, logre hacerlo luego de casi una hora y media. Luego de asegurarme de que se quedo profundamente dormida, fui a ducharme. Necesitaba relajarme luego de tanto correteo. En el fondo de mi corazón quería que todo esto pasara y que todo volviera a la normalidad. Quería a mi familia completa nuevamente, la querida unida. Salí de la ducha y me vestí con mi ropa de dormir. Baje a la cocina para ir por unas pastillas. Traía un tremendo dolor de cabeza. Abrí la nevera y toma la primera botella de agua que encontré y luego busque las pastillas. Me las tome y luego salí para ir a mi cuarto, pero recordé que Heechul estaba en la sala junto a mi padre.

—¿Heechul?— lo llame— ¿Papá?

Pase a la sala de estar y me encontré allí solo a Heechul, sentado mirando una foto familiar de todos nosotros.

—Heechul...— me miró luego de que lo llamar por segunda ves—. ¿Estas bien?— pregunte ya que desde que veníamos camino a casa, no pronuncio palabra alguna.

Negó con su cabeza.

—No, no me siento bien...— suspiro pesadamente—. ¿Sabes? Conozco a Donghae desde que estamos en la escuela, ósea, desde que somos niños. Detestaba tanto a Donghae porque siempre tenia a todas la niñas bonitas. Le tenia envidia ¿sabes?— se rio, aunque para mi vista fue algo triste—. Donghae me ayudo tanto cuando yo lo necesite, no le tembló la mano para ayudarme, tanto con su amistad y con dinero. Luego pasamos muchas situaciones de abusos en la escuela y llegamos a formar nuestra pandilla. Y ¡mira! Mira dónde llegamos a parar. Somos agentes de la policía. Nos perdonaron todos nuestros robos a cambio de trabajar para ellos, y felizmente aceptamos. ¿Sabes por qué lo aceptamos?— me miro.

Negué con mi cabeza. Realmente no sabia el por qué lo hicieron.

—Por las chicas a las que nos gustaban.

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