CAPITULO 117

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· Al abrir la puerta de casa, lo primero que vi fue a Adriana gateando por el salón, pasando justo delante de mí, y cuando me vio comenzó a reírse en alto. La cogí en brazos dándole besos por toda la cara, haciéndole pedorretas por el cuello, y su risa era la cosa más contagiosa del mundo.
CALLE: ¿Qué haces tú aquí, eh? - POCHE apareció por las escaleras con la respiración agitada, y cerró los ojos suspirando.
POCHE: Gracias a Dios que has llegado. -Puse una mano en su mejilla para darle suaves besos y tranquilizarla, mientras con el otro brazo sostenía a la pequeña. - No, no me hagas la pelota... -Dijo separándose, negó. - Vas a darle de comer hoy.
CALLE: ¡Pero POCHE...! -Negó yendo hacia la cocina, sacando el plato de papilla del microondas.
POCHE: Ni POCHE , ni nada -Lo puso en la mesa junto al biberón con agua, y negó. -Vamos.
Suspiré mirando a la pequeña que babeaba mi camisa, y entrecerré los ojos mirándola. Quizás no sabía los aspectos técnicos de cómo cuidar a un bebé, pero sí que sabía cómo entretenerlos. Puse a Adriana sentada en la trona, y dio golpes en la mesa algo agitada mientras sonreía, y le di el chupete para que se calmase. Luego, cogí el mando de la tele y puse el canal de dibujos, en el que estaba Dora la Exploradora. Era una verdadera estupidez, pero a Adriana parecian gustarle aquellos dibujos.
CALLE: Vale... Ahora, tranquila. -Le dije cogiendo una cucharada de papilla, acercándosela a la boca. La pequeña dio un manotazo a mi mano que acabó estampándome la papilla en la cara y lacamisa. -Dios. -Dije suspirando, y acerqué de nuevo una nueva cucharada. Ella se resistia, cerraba los labios, pero yo no lo quitaba. -Vamos, cariño, si está bueno. -Suspiré ante la negativa de la pequeña. Seguía viendo los dibujos y al final terminé por comerme yo esa cucharada, y la verdad es que no estaba nada mal. aunque POCHE me miraba con el ceño fruncido desde la otra punta del salón. Al ver que le había quitado su comida, Adriana se enfadó dando golpes en la mesa con gruñidos, y me empecé a reír.

CALLE: Toma, toma, todo tuyo. -Dije dándole una cucharada, que sí se comió mientras veía la tele. Y así, aunque poco a poco, se iba comiendo el plato, y entre cucharada y cucharada yo me quedaba mirando los dibujos. -¿Cómo que dónde están los pimientos? Están detrás de ti, inútil. -Negué, mirando cómo la tonta de Dora esperaba unas tres horas para que los niños respondiesen, aunque más bien creía que a Adriana le gustaban los colores, pero la mantenía entretenida y además se reía. Limpié lo que caia por la comisura de sus labios y se lo volvi a dar, y no entendía cómo Adriana podía estar tan feliz todo el día. Estaba claro que la personalidad era de POCHE, porque se reía incluso cuando le daba la papilla.
ADRIANA: Iiii- Decia Adriana ,y yo fruncia el ceño porque no la entendía, pero se terminó de comer la papilla entera.
CALLE: Eres la niña más guapa del mundo. -Dije cogíéndola en brazos, y ella parecia algo confusa por lo que decia. POCHE se acercó a mí, dándome un ligero beso en los labios.
POCHE: No comas más papilla para bebés. -Negó con los ojos cerrados al separarse.
CALLE: ¿No? Vale. -Asentí meciendo a Adriana.
POCHE: Vale. -Sonrió POCHE, pasando un brazo por mi cintura. -Estos meses van a ser bastante raros.
CALLE: Sí... VALENTINA se casa, tú vuelves al trabajo... -Susurré, mirando a Adriana que se mordía el puño, y POCHE empezó a sollozar.
POCHE: No quiero dejarla. -Se abrazó a Adriana, dándole un beso en la mejilla.
CALLE: Cariño, si sólo vas a volver unas horas por las mañanas... -POCHE levantó la mirada hacia.
POCHE: Cállate, es mi hija y yo su mamá panda. -La cogió en brazos y lo único que pude hacer es reírme, ladeando la cabeza.
Y en ese momento, en el que tenía la camisa manchada de papilla, de baba, en que POCHE tenia abrazada a su hija y le daba besos por todas partes, me di cuenta de lo rápido que había pasado todo y en la suerte que tenía cada día al llegar a casa. Me di cuenta de que todo de lo que me podía quejar, en realidad eran estupideces de las que si me quejaba, todo el mundo se reiría de mí. Tenía la hija más adorable del mundo, la mujer más maravillosa que alguien pudiese pedir, y daba gracias por haber podido formar aquella pequeña familia.

CASUALIDAD DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora