EL MUNDO ES DURO

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Cogí la piedra sin dejar de mirar como el conejo se abalanzaba sobre mi y en el momento que volvió a abrir su enorme bocaza le lancé dentro la piedra, rezando como no lo había hecho antes para que entrara, digamos que mi habilidad al baloncesto había sido como mínima nula en mi mundo, esperaba que aquí tuviera mejor suerte, y eso hizo: entro en su boca cuando estaba a punto de arrancarme la cabeza, pero en vez de eso y debido al peso extra, cayó al suelo y por el crujido de huesos que había escuchado, se había roto la mandíbula del golpe.

Me acerque despacio mientras empuñaba con fuerza la daga, el conejo tenia la boca desencajada, era enorme, con una par de palas grandes que eran las que me habían cortado en el brazo, solo de modo superficial. ahora ya no salia sangre, pero tenia que lavarmelo en el río para evitar infecciones, mientras me acercaba el conejo me miro de forma lastimera, sus ojos ya no desprendían esa furia e ira que yo había visto y solo parecía, si no fuera por la boca rota y enorme, un simple conejo, pero aunque se me hubiera ocurrido durante un segundo dejarle con vida, algo que no se me había ocurrido ni de broma, tenia la mandíbula rota y no podría vivir así y además, tenia hambre y ese conejo era mi cena, así que sin que pudiera detenerme, le clave la daga en la cabeza, matándolo en el acto.

De repente, un mensaje apareció en mi mente

HAS SUBIDO A NIVEL 3 No esta mal

+15  ATAQUE    +15 PUNTOS DE VIDA

+8 PUNTOS DE PODER          +1 LISTA DE MAGIA 

Ahora mismo no sabia si era mucho o poco, el brazalete que me había entregado Iskendar también servía para controlar las estadísticas de todos los que me encontrara, así que cuando encontrara a otra persona lo podría comprobar para ver si yo estaba en la media o era algo excepcional.

Decidí desollar al conejo y llevarme solo las patas traseras, pues a pesar de haber tenido que matar a algunos animales y criaturas aun no estaba preparado para destripar y limpiar a un animal, así que solo lo despelleje y le arranque las palas, que no habían vuelto a su tamaño original una vez muerto, no sabia si servirían de algo, pero eran objetos extraños y algo valdrían.... o eso pensé.

Llevaba ya tres días siguiendo el camino y estaba empezando a pensar de que a lo mejor me había equivocado de dirección cuando de repente, en un recodo, descubrí una hoguera entre dos piedras, parecía abandonada, y tenia, a su alrededor, muchas de las cosas que yo necesitaba: una mochila, una cantimplora, armas y armaduras, me acerque con disimulo intentado que, si hubiera alguien en los alrededores, no me descubriera y poder coger algo cuando, de repente, un gnomo surgió de detrás de una roca.

-¡Por fin! -gritó agitando los brazos -llevo tres horas esperándote aquí, me envía Iskendar, con lo que le pediste, como no dijiste exactamente que querías he traído de todo un poco -mi cara debía ser de puro asombro, así que me miro fijamente antes de seguir-, soy Brank, discípulo de Clidostes, Maestro herrero y alquimista de la nación élfica y ¿tu nombre es?

No supe que contestar, cuando había mirado mi ficha no había visto nombre, pero no me había preocupado de ese detalle.

-Unnak, ese es mi nombre -respondí mirándolo fijamente, no tenia que mirar mi hoja de personaje para saber que estaba allí, era un nombre raro, pero era el protagonista del ultimo libro que había leído, así que se me había quedado impreso en el cerebro.

-Saludos, Unnak -sonrió y se acercó a mi dándome la mano, que noté callosa y dura cuando la apreté, me miró a la cara al hacerlo y apretó con convicción, lo cual yo entendí como que seria un persona fiable y honesta-, antes de nada disculpas de parte de mi maestro, ya que en solo tres días no ha podido hacer todo lo que quisiera y algunas de estas cosas -añadió señalando los objetos-, los hemos hechos sus aprendices, por ejemplo la mochila.

EL ELEGIDO... O NO.   (En Revisión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora