La confesión de una diablesa

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No sabía de dónde había salido mi adversario, parecía mas poderoso que yo, pero sin duda estaba al tanto de todo lo que estaba pasando en la aldea, así que seguramente tendrían algún espía más entre la gente en la que había confiado que nadie había conseguido descubrir, pero no creo que él contara con mis constructors, así que primeramente y antes de hacer nada mas, di la orden a las Torres que comenzarán a disparar, eso eran cuatro flechas cada cinco segundos, sesenta por minuto, nadie de mi grupo sabia de su existencia, pero tan pronto entraran les avisaría de que tuvieran cuidado con ellas, no les había dicho nada para que fuera una sorpresa en el caso de que alguien nos hubiera estado escuchando y también ordené que los Alfiles empezaran a lanzar sus relámpagos a la muralla para abrir un boquete y llamar la atención de los guardias, en su caso cada diez segundos lanzaban un relampago.

Mi enemigo mostró una ligera sorpresa cuando vio las flechas y los relámpagos mientras que yo lanzaba la andanada, pero lancé una segunda antes de que él pudiera hacer nada, esa significaba que habían problemas y que tuvieran mucho cuidado, que algo no iba bien.

Lancé un relámpago con todo mi poder contra él, estábamos apenas a cinco metros, así que esperaba que no le diera tiempo a reaccionar, pero interpuso su escudo con rapidez y me lo devolvió, yo, a duras penas, puse el mío para absorber el poder que había lanzado a sabiendas que si me hubiera impactado, estaría muerto, salte sobre él, mientras inmolaba mi espada en electricidad, pero mi enemigo cogió la hoja con una de sus manos envueltas en un guantelete metálico, pero no pareció sufrir ningún daño, su fuerza era tan poderosa que yo intentando mover mi arma con las dos manos era totalmente incapaz de hacerlo, él me miró fijamente y con un simple movimiento de muñeca, rompió la hoja, una espada hecha por el último gran herrero elfico había sido rota como quien rompe una rama y después me dió un pequeño empujón que me hizo retroceder seis metros chocando contra la muralla, parecía que estaba jugando conmigo.

Mi adversario sonrió de forma irónica y giró con violencia su MorningStar formando un remolino de oscuridad por encima de su cabeza y cuando alcanzó suficiente velocidad lanzó su ataque que esquivé a duras penas, pero por su sonrisa, supe que estaba jugando conmigo, cuando quisiera podria destruirme y sin sudar, lo mas extraño es que a pesar de lanzar la tormenta y el ruido de los relámpagos de los Alfiles impactando contra el muro, ningun soldado se movió, parecían como si estuvieran paralizados, mirando como el tipo y yo luchábamos, el resto de mis compañeros habían entrado a traves de un agujero que había hecho el druida, pero le hice una señal con la mano de que no se metieran, habían venido todos, todos menos Bowi y Gloria, lo cual, después de ver a mi adversario, era una muy buena idea, pero el druida comenzó a invocar un hechizo, pero antes de que pudiera hacerlo y sin mirarlo, una lanza de piedra salió de la mano del enemigo que lo atravesó, solo su fuerte Constitución y el poder de regeneración como licántropo lo salvó de una muerte segura, pero lo dejó malherido.

Mi enemigo era mucho mas alto que yo, con algo mas de dos metros de altura y portaba una armadura enorme y negra, con un montón de pinchos saliendo de todos las juntas y recovecos, casi parecía un erizo andante, en otro momento me hubiera parecido gracioso, pero cuando lo MIRE no pude ver ni su nivel, asi que era muchísimo mas poderoso que yo y por primera vez me pregunté que pasaría si yo moria en este mundo, resultaba que yo era la única esperanza de este mundo, Elkanen había muerto y si yo fallaba estaban condenados, debería haberme centrado en subir mi nivel y no perder el tiempo en flirteos inútiles que no iban a ningun sitio, pero ahora ya no iba a poder, esperaba que mis compañeros siguieran con mi misión una vez yo no estuviera, si es que ellos sobrevivían.

Me abalancé sobre él con la daga de la elfa, esperando un milagro, pero me hizo volar a unos cinco metros de distancia con un golpe de su escudo, por suerte mi armadura me protegió lo suficiente para que ningun pincho la atravesara, pero el impacto contra el suelo me dejó aturdido mientras que el resto del grupo lo atacaba, pero él se deshizo de todos en apenas unos segundos, al parecer no había matado a ninguno, los quería vivos, pero no podia adivinar el por qué, cuando, de repente una daga empuñaba por Jesnnae se clavó en su cuello, pero simplemente cogió la daga y se la quito lentamente del cuello, cuya herida se cerró al instante, en ese momento, uno de los soldados cayó al suelo con un gran tajo en el cuello, pero el resto de los soldados no hizo ningun gesto ni movimiento.

-¡Cuidado! -exclamo Jesnnae cuando lo vió de frente-, ¡es un General caído, no podeis con él ni atacándolo todos juntos y si lo dañarais solo mataríais a uno de sus esclavos, no creo que sean solo los soldados, si lleva mucho tiempo aquí, es muy posible que toda la aldea este bajo su poder, eso son mas de mil heridas mortales antes de poder matarlo a él directamente!

-Diablilla, Diablilla, no expongas mis secretos delante de la gente o tendre que matarte, aunque sabiendo que estas con el destructor de la TORRE deberé hacerlo de todos modos, primero acabare con él y luego me ocupare de ti.

Sin darme tiempo a ponerme en posición de defensa se abalanzo sobre mi y me atacó con su rompecraneos, pero antes de que me impactara y seguramente me matara, Jesnnae me pegó tal empujón que me empotró contra la pared, pero al menos me salvó la vida cuando su ataque impactó en el suelo con tanta fuerza que hizo un agujero de medio metro de profundidad donde habrían estado los restos de mi cabeza de haberme impactado.

-¡Es muy, pero que muy superior a ti! -exclamo la diablesa mirándome fijamente durante apenas un instante, ya que no podia perder de vista a su enemigo-, y ni siquiera es un general demoniaco, tuviste mucha suerte la primera vez, asi que, ¡vete!

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De repente sentí como una fuerza irresistible me obligaba a levantarme y a alejarme de allí, aunque yo no quería moverme de su lado, pero algo me obligaba, mientras Jesnnae continuaba su combate contra el demonio y una voz habló en mi mente:

-Vete, por favor, no me gusta tener que obligarte, pero se que si no lo hago no te iras y morirás siendo un héroe, pero ahora no necesitamos un héroe muerto, te necesitamos a ti, vivo, asi que vete y llévate a los tuyos contigo, aquí solo seríais un estorbo y además, no quiero que me veas morir -Jesnnae seguia luchando, pero desde donde yo estaba podia ver su tristeza, cada vez que conseguia darle un golpe, era uno de los soldados el que caía muerto y el otro solo sonreía mientras su herida se cerraba-, tengo parte de súcubo, como habrás podido adivinar al obligarte a marcharte y hubiera podido tener de ti lo que quería y podrías haber sido mío cuando yo quisiera, pero después de cierto tiempo, no te diré mi edad, una se cansa de solo eso, cuando te vi en el campeonato me pareciste un simple humano, aunque ya te había visto antes, ya que sabíamos de tu llegada, pero tu habilidad para sobrevivir a todo hizo que te mirara diferente y poco a poco me empezaste a gustar y esperaba que tu hicieras lo mismo -intente hablar, pero al parecer su hechizo me impedia hablar y solo pude esbozar una sonrisa triste y mirarla mientras que una lagrima resbalaba por mi cara sin poder evitarlo-, luego llegó la santurrona y contra eso no pude luchar, asi que decidí apartarme e irme, luego destruiste la TORRE y me pidieron que te ayudara, aunque ahora creo que debemos decirnos adiós.

-Ahora entendía muchas cosas, sus miradas y sus sonrisas y hasta su mirada hosca y huraña cuando hablaba con Gloria, al principio pensé que era debido a que una era una diablesa y la otra una paladin, pero ahora me daba cuenta de que eran las dos las que se miraban mal cuando yo estaba con la otra, pero esas cosas siempre se me habían dado mal en mi mundo y aquí peor incluso y ahora era tarde para ello.
Me estaba alejando y pude ver como gotas de sudor caían por su frente, además había hechizado al resto del grupo y también se estaban alejando, no podia hacer nada, pero al menos mis pensamientos eran míos, asi que antes de perderla de vista ordené a mis constructors que disparan a todo el mundo menos a nosotros, ya que al lado de los soldados vi como se estaban colocando los aldeanos que al igual que ellos parecían hechizados.
Giré la cabeza mientras mi cuerpo se distanciaba de ella y ví como surgían un par de alas blancas de la espalda de Jesnnae y comenzaban a brillar.

EL ELEGIDO... O NO.   (En Revisión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora