MAGIA ARCANA

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Después de estar media hora esperando, durante las cuales, debo ser sincero, miré en todos los cajones y estantes y botellas, buscando no sabia que, mientras Skan se paseaba nervioso por toda la habitación, entraron cinco ancianos en tropel, de los cuales el mas joven era el alquimista y eso que él ya pasaba de los sesenta años fáciles, se me quedaron mirando y el mas anciano movió con desaprobación la cabeza y miró de reojo al alquimista que sonrió nervioso volviéndome a pedir que cogiera el orbe cosa que hice mientras que el semigigante los miraba con la mano en la empuñadura del hacha.

El orbe esta vez si que vi que hiciera algo: cambio tres veces de color: primero rojo, luego azul y luego verde, hasta dividir en orbe en tres colores, luego de repente empezaron a girar rápidamente como en un remolino y cuando se paró era de color plateado.

El de mayor edad se sentó pesadamente en el sillón del alquimista como si le hubiera dado un infarto mientras que los otros tres me miraban asombrados sin decir nada y el alquimista sonreía con una cara de "ya os lo dije", yo estaba asustado y ya no sabia ni que pensar.

El decano del consejo de magos se levantó y me miro con una sonrisa sincera.               

-No pensé jamás que tal cosa pudiera ser, ¿desde cuando posees ese don? -mi cara debió contestarle por que me miró asombrado-. ¿no lo sabes, no sabes que eres? cada persona nace con un reino de la magia intrínsecamente arraigado en su alma y de ahí es de donde deberá elegir su profesión, no mucha gente nace con suficiente poder para poder utilizarlo y con el tiempo se pierde, muy pocas veces nace un niño híbrido, o sea, con la capacidad de  usar dos reinos a su antojo y la ultima vez que hubo constancia de que hubiera alguien como tu fue hace tres mil años o eso dicen las leyendas, alguien con tal poder que puede usar la magia ARCANA, que es la magia pura -mi cara se desencajó cuando lo escuche, no es de extrañar que el elfo quisiera que fuera mago, pero luego mi ilusión se marchito cuando siguió hablando-, pero tiene una parte mala, un hechicero sea del reino que sea, utiliza las suyas de profesión que suelen ser entre 8 y 10 y dependiendo de su nivel, algunas básicas para todas las profesiones de su reino, sin restricciones hasta nivel 20, teniendo en cuenta que depende nivel es el gasto de energía: nivel 1: 1 punto; nivel 2: 2 puntos etc. etc. hasta una máximo de dos listas por nivel, en cambio un Arcano puede escoger cualquier lista de cualquier profesión sin limite de nivel, pero solo puede aprender un máximo de 10 listas, esta limitado a listas de hechizos pero no en que listas.

Sinceramente no lo veía tan mal, 10 listas eran 200 hechizos a nivel 20, así que me servía. Los miré y vi que los otros tres tenían las túnicas de color rojo, verde y azul y así que supuse serian los maestros de cada reino de magia y tuve una pequeña idea.

-¿Y ustedes me podrían enseñar magia? lamentablemente dijeron que no, que la magia extrañamente no se enseñaba, pero se aprendía, ellos enseñaban a utilizarla una vez aprendida, pero que se debía aprender en los libros que ellos tenían allí.

Al parecer estaban interesados en aprender cosas de mi, me dijeron que podían dejarme estudiar en la biblioteca durante tres horas pues eran lo que quedaba hasta la puesta de sol y además de que había toque de queda, nadie se quedaba en el cónclave si no era mago, miré a Skan que simplemente dijo "tengo hambre", así que fui a declinar la oferta cuando el alquimista dio con la solución.

-¡Margarite y Seoman, ellos se ocuparan! -lo miré sin comprender, pero resulto que eran dos cocineros que siempre se quejaban de que tiraban la comida, ya que ningún mago se preocupaba de comer y estaban hastiados, ellos se ocuparan de su hambre mientras yo estudiaba.

Mientras él se dirigía a las cocinas y iba a la biblioteca, al entrar me quede pasmado, ahora si que había muerto y estaba en el cielo: decenas de miles de libros adornaban unas salas enormes con grandes ventanales que iluminaban la biblioteca aunque yo estaba seguro que estaba nublado, antorchas sin humo adornaban las paredes y tapices de colores vivos salpicaban aquellas en las que no habían libros, en el centro de cada sala habían mesas de roble macizo y sillones en las esquinas llenaban las estancias, me dijeron que el tiempo empezaría cuando abriera un libro, y que sentían que solo fueran tres horas y aunque seguramente solo me daría tiempo a una lista o dos, no podían hacer otra cosa.

EL ELEGIDO... O NO.   (En Revisión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora