Capítulo 7

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Mentira pillada

Conseguimos llegar a una discoteca, bastante amplia y solo iluminada por las luces, azul, rosa, amarillo, verde... He de reconocer que es algo agobiante. Hay muchísimas personas, todas ya bailando, aún es temprano así que no quiero ni imaginar cómo estará dentro de un par de horas.

Nos hacemos paso a la multitud y decidimos ir a una mesa para pedirnos algo suave.

—Todavía le doy vueltas a esa invitación, Alex. —Suelta Inna. Qué pesada.

—¿Por qué? No tiene nada de especial, es más, vosotras siempre estáis a mal conmigo por salir sin tener conciencia de lo que me pueda pasar o no, así que no entiendo a qué viene ahora tanta presión. —Sentencio con una mirada de odio.

—Supongo que tienes razón, pero este chico es tremendamente sexy, está cañón, si quieres perder la virginidad con él te lo permito. —Levanto la ceja.

—No puedo ser, ¿qué me lo permites? Ya soy mayorcita para saber a quién entrego mi cuerpo o no —tengo un escalofrío por el cuerpo—, me voy a pedir algo más fuerte. —Me levanto de la mesa y voy directa a la barra, en donde me encuentro con un camarero alto, ojos azules y cabello despeinado. Parece que hubiera tenido un encuentro con una chica en los lavabos.

—Hola, guapa, ¿qué le pongo? —Me mira dedicando toda su atención y dejando el trapo detrás de la barra, en algún lugar que no llego a visualizar.

—Pues, un tequila está bien.

—Marchando, bombón.

Es mono, pero demasiado arrogante. No me gustan los arrogante, tampoco pienso perder mi virginidad en una aventura loca de una noche de borrachera.

Espero mientras observo cómo me lo prepara, se nota que lo está haciendo lento aposta. Me desquicio y suspiro poniendo los ojos en blanco. Decido que, lo mejor es, girarme y mirar hacia la pista de baile, pero al instante de hacerlo me arrepiento.

James está viéndome, tiene la vena del cuello hinchada, el semblante serio y muy, pero que muy tenso, juraría que sus dientes están rotos de la presión que está ejerciendo.

Pensándolo, no entiendo por qué me mira y por quélo hace así, ¿qué le molesta? Aunque, en realidad, lo rechacé a una cena de "agradecimiento", lo cual a lo mejor es por eso que está algo cabreado viéndome.

Decido que lo mejor es volver a girarme y esperar al tequila. El camarero justo deja el vaso a mi vera y me da una radiante sonrisa.

—Disfrútalo, hermosa. —Me suelta el asqueroso, un poco más y se le caen las babas.

—Gracias. —Doy una leve sonrisa y saboreo la bebida.

—Por cierto, perdón por mi atrevimiento, pero, ¿me darías tu número? —¿Atrevimiento? ¡Este chico no tiene vergüenza! No me da tiempo a contestar cuando alguien lo hace por mí.

—Lo siento, pero la señorita ya está cogida. —Le decía una sonrisa perfecta con esa dentadura blanca. Frunzo el ceño. No le iba a dar mi número pero tampoco era necesario que viniera y dijera eso.

—Vale, amigo, lo siento. —Y el camarero sin insistir se va.

—Gracias, pero no necesitaba a nadie para rechazar un número. —Suelto y me dispongo a irme con mi tequila, pero me agarra de la muñeca.

—¿No estabas tan cansada? Porque por esa excusa tonta, no has aceptado mi invitación a cenar —hace una breve pausa suspirando para contenerse, o al menos eso imagino—, y siendo sincero, no me gusta que me rechacen. —Lo dice bajando el tono de voz y acercándose más a mí, hasta quedar a pocos centímetros.

Ardiente Deseo I [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora