¿Normalidad?
Han pasado unos días desde que nos fuimos de Tarifa. Pensé mucho en James y estuve bastante depresiva, pero ya lo superé. Recapacité y llegué a la conclusión de que solo fueron cuatro tontos días los que estuve allí y que lo conocí, además el primer día me llevé fatal con él, un engreído, estúpido y mujeriego hombre que solo estaba buscando de mi atención para, seguramente, llevarme a la cama. Era imposible que pudiéramos tener algo. Y además, si se hubiera interesado por mí no estaría con la ex tan agradablemente hablando después de dejarme caer que no le interesaba ni un pelo.
En fin.
Hoy será un buen día, lo sé. Me llamaron para trabajar en lo que se supone que es mi trabajo. Ahora que es verano, me han ofrecido estar contratada de verdad, dándome de alta en la Seguridad Social y teniendo unos horarios fijos, tal vez con pequeñas modificaciones de horas extras, pero no me importa si así voy a ir consiguiendo dinero que les debo a Inna y a Lizy.
Tampoco he hablado con Erick desde que llegamos a Cádiz, realmente lo echo de menos. Tal vez debería escucharlo, y aclararle qué siento yo. Él es demasiado bueno conmigo y estoy siendo una inmadura por no hacerle caso cuando, en realidad, me necesita.
Tal vez una llamada no haga daño a nadie... Cojo mi móvil que está situado en la mesa de la cocina y busco en la agenda a Erick. Lo llamo y espero a que lo coja.
—¿Alexa? —me contesta sorprendido.
—Hola —digo con voz suave y baja.
—¿Ocurre algo? Es raro que me llames cuando... bueno ya sabes.
—No ocurre nada. —Hago una pequeña pausa. Venga Alex—. En realidad sí que pasa...
—¿Les ha ocurrido algo a las chicas? —pregunta un poco nervioso.
—No, no. Es sobre... ya sabes, tú y yo. —Empiezo a pensar si esto ha sido buena idea.
—Oye Alex, de verdad, déjalo. —Me suelta Erick cambiando su tono de voz a más serio.
—Erick yo —no me deja terminar.
—Alex, somos amigos, ¿si? Estoy ocupado en estos momentos, tal vez podamos hablar más tarde. Adiós.
Y me cuelga. ¡Pero bueno! Me ha colgado el desgraciado. Creo que debo de replantearme si de verdad hoy va a ser un buen día. Dejo otra vez el móvil en la mesa y sigo con la masa del bizcocho de chocolate que estoy preparando por petición de Lizy.
Me sumerjo otra vez en mis pensamientos, claramente intentando evitar al hombre de ojos grises que se hace llamar James. Ojos grises... Eso me recuerda a algo. Yo apunté en mi diario una frase también diciendo ojos grises aquellos tres días que me fui de desmadre.
[...]
Por fin terminé de hacer el bizcocho y lo puse en el horno, mientras que lo preparaba pensé en ir a mi habitación y coger el diario. Y en ello me hallo. Estoy sentada en el escritorio quitándole el candado con la llave y abriendo mi abandonado diario.
Voy a las últimas páginas en donde puse la frase que tanto he estado recordando antes. ¿Por qué lo puse? Como aquel día leí, no entiendo nada de lo que puse. Tengo curiosidad por recordar qué pasaría el día en el que decidí salir sola, no sé por qué pero tengo un presentimiento y a lo mejor no es muy agradable.
Todo esto me lleva a la idea loca de: ¿y si los ojos grises eran de James? Pero es imposible, pues él no me conocía cuando me vio por primera vez en Tarifa. Y además, él estaba allí y yo aquí, no es que sea una gran distancia, pero la sigue siendo y con toda la cantidad de personas que hay y más en una discoteca, es imposible.
Me da por empezar a escribir en él mi experiencia y mis sentimientos contradictorios encontrados en el viaje y, sobre todo, en la sesión de fotos, la cena y... el beso. ¡Debo de parar de pensar en eso! Solo por esta vez, para apuntarlo y que en unos años leyendo esto me ría de lo tonta que era, y seguramente seguiré siendo.
Me suena el móvil cuando llevo un rato escribiendo y lo cojo rápidamente sin mirar la pantalla a ver quién es.
—¿Si? —espero un poco y nadie responde— ¿Hola? —pero sigo sin recibir ninguna contestación. Y de repente, cuelga—. Qué raro... —digo en un susurro mirando el móvil.
Justo tocan a la puerta y pego un brinco. Me llevo la mano al pecho. Madre mía, voy a morir.
—Alex, ha llegado para ti algo. —¿Para mí? Me levanto de la silla y salgo de mi habitación detrás de Inna. Lizy está delante de lo que me han traído, por lo que no lo puedo ver todavía. Está soltando pequeños grititos.
—¿Qué pasa? —pregunto acercándome hasta por fin ver el gran ramo de rosas rojas en la mesa.
—¡Tienes un admirador secreto! —me sonríe Lizy—. Yo creo que es James.
—Es imposible, no sabe la dirección ni nada, solo yo tengo su número y no le he llamado nunca, por lo que tampoco puede tener el mío. —Me acerco al ramo de rosas para cogerlo y lo huelo. Qué agradable olor...
—¿No viene ninguna nota? —preguta Inna acercándose también para olerlo.
—Mmm, parece que no. —Miro por todas partes pero no encuetro ninguna nota ni nada parecido—. Ahora tendré que aguantarme mis ganas de saber quién es.
—Pues sí, aunque yo creo que seguirá —dice Lizy—. Por cierto, menos mal que Inna fue a por un vaso de agua y olió el bizcocho, sino no te sobrevive.
—¡Es verdad, perdona Lizy!
—No te preocupes. —Dice lanzándome una mirada acusadora.
Me voy a la habitación con el ramo de rosas y lo dejo en el escritorio junto con mi diario, que decido cerrarlo y dejarlo en su sitio.
Antes me llegó una llamada y no me contestaron, voy a mirar si lo tengo en contactos, si no es así entonces creo que tendrá alguna relación con el ramo. Cojo el móvil y voy al registro de las llamadas, el número que me sale es desconocido, entonces seguramente haya alguna relación con las rosas y, por mucho que me gustase la idea, no son de James. Si fuera sido suya la llamada, entonces me habría salido su nombre. ¿Quién carajos fue? A lo mejor es una llamada equivocada y el ramo puede ser de... ¿Erick? Imposible, sino, no me hubiera hablado tan asquerosamente borde en la llamada de antes.
¡No entiendo nada y no le encuentro lógica ninguna!
24/04/2020
¡Buenas! Espero que os guste el capítulo de hoy.☺️
¡Muchas gracias por todo vuestro amor!😍
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Ardiente Deseo I [+18]
Romance¿Será buena idea...? Una invitación a una sesión de fotos en un hotel de cinco estrellas puede cambiarte la vida para bien o para mal. ¿Quién iba a saber que el dueño del nuevo hotel iba a ser así? Tan... arrogante, calculador, maniático del contro...