Capítulo 32

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Rodrigo

La tranquilidad y el amor de mí misma, sola y sin James. Realmente necesitaba estar un poco sin él, quiero pensar en los que ha pasado en tan poco tiempo. ¿Cómo es posible? Sin darme cuando ya he llegado al bar de mi jefa. Entro por la puerta de trabajadores yendo por la cocina como de costumbre y no veo a Lorena por ningún sitio.

Qué raro...

Voy a las taquillas a donde dejo mi mochilita con mis cosas y me hago una cola de caballo. Realmente está muy bien organizado este lugar, me encanta. Salgo para buscar a Lorena y que me diga de qué me encargo hoy. Sin darme cuenta al salir del cuarto me choco con un duro pecho que casi me hace caer si no fuera porque sus manos me han agarrado por la cintura y me pegan al sujeto.

Levanto la mirada y me encuentro con unos ojos marrones, cabello alborotado y perfecto. Unos labios carnosos y regordetes. Es realmente atractivo.

—Disculpe señorita, ¿está bien? —me suelto de su agarre y asiento.

—Lo siento, no me fijé bien —él niega con la cabeza.

—No hay ningún problema, por cierto, ¿eres Alexa? —me sorprende que sepa mi nombre.

—Sí, soy yo, ¿cómo sabes mi nombre? —le pregunto alejándome un poco más.

—Mi madre, bueno, Lorena me ha dicho que fuera a ver si habías llegado —me da una cálida sonrisa perfecta.

—Ah, oh vaya, ¿Lorena es tu madre? Pues mucho gusto, bueno ya sabes mi nombre, Alexa —le extiendo la mano y él me la acepta.

—Rodrigo —nos damos un apretón y empezamos a caminar hacia donde está Lorena, su madre.

Empezamos a caminar juntos, yo a par de metros detrás suya, tiene algunos parecidos en James, la altura, la elegancia, la forma del cuerpo, son parecidas pero la verdad es que James tiene mejor el cuerpo y es muchísimo más guapo, para qué vamos a negarlo. Por fin veo a Lorena que viene hacia mí con las brazos abiertos.

—Cariño, parece que por fin os habéis conocido —me da un estrujón bueno y un par de besos en las mejillas—. Me encanta que conozcas a mi hijo Rodrigo, quién sabe y surge un amorío, la verdad es que me encantaría ser tu suegra.

Mis mejillas se calientan y me ruborizo. ¡Ya estoy con alguien! Más o menos... Escucho a Rodrigo aclararse la garganta y Lorena le mira yendo hacia él para cogerle los mofletes. Me río un poco.

—Mamá... —la separa cogiéndola con cuidado de los brazos.

—¡Estos niños de hoy en día! —se lleva sus manos a la cintura y finge indignación—. ¡Los dos sois igualitos!

—Lo importante es que no te excedas tanto, ¿vale? —le da un beso en la mejilla. ¡Qué tierno!—. Venga, te voy a ayudar en la cocina.

—Bien, le digo a Alexa lo que tiene que hacer y voy para allá —él asiente y se va pero antes me da una radiante sonrisa y le devuelvo una más pequeña.

—Bueno, quiero que te encargues de las mesas del fondo a la izquierda, ¿de acuerdo? Son unos buenos clientes —asiento a todas las directrices que me dice Lorena.

[...]

Finalmente acabamos, los últimos clientes se van y les dedico una sonrisa mientras me despido con la mano. Pero por desgracia, uno de ellos, que ha estado durante toda la noche llamándome e intentando tontear conmigo se para a mi vera.

—Linda, me gustaría que siguieras en contacto, ¿me das tu número de teléfono? —me dice intentando acercarse más a mí.

—Claro, y de paso una hostia bien dada —le muestro mi mejor y amplia sonrisa falsa.

Ardiente Deseo I [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora