Capítulo 2

26.2K 1K 71
                                    

Petición

Veo a mis amigas mirándome cómo entro por la puerta de la cocina. Cada una me mira más mal que la anterior, y yo cada vez me siento peor, no solo físicamente sino mentalmente. Creo que no pensé bien en las medidas de precaución que debería haber tomado antes de salir tres —maravillosas y estupendas— noches.

—Veo que has decidido salir de tu hábitat —me mira de reojo Inna centrándose en su asqueroso plato vegetativo.

Inna es muy estricta con la comida, está a dieta y siempre, pero siempre está controlando las calorías que tiene las comidas. Cuando tiene que hacer un plato para todas, está midiendo con mucha cautela todos los ingredientes y, sobre todo, intentando que sea lo más saludable posible. Además de que comemos variedad. Solo nos deja comer comida chatarra cuando salimos, pero claro, ella solo quiere salir los viernes o sábados. Solo un día a la semana, y aveces con excepciones dos.

Su cuerpo... creo que si fuese lesbiana ya le hubiera propuesto cosas indecentes. Básicamente, Inna, es hermosa, tiene un cintura estrecha y diminuta que le favorece tanto gracias a sus caderas bien puestas y anchas pero sin pasarse. Con un trasero de escándalo —no como el mío—, cuando se pone esas faldas tubos ajustadas al culo, madre mía. Toma pan y moja, chaval. Sus tetas tal vez son las que le fallan un poco, o al menos eso opina Lizy —claro ella tiene tetas enormes—. De todos modos a Inna le encanta su pecho, porque dice que así cuando sale a entrenar no le molesta tanto, y tampoco se preocupa de que se le escape alguna con los sujetadores deportivos cuando va a correr. Es un hecho, a mí, se me sale. A Lizy ya... ni qué contar.

Y bueno Lizy es lo contrario a Inna, tetas enormes, cadera estrecha y baja. Apenas sin cintura. Pero aun así, no sé cómo lo hace, pero consigue ser hermosa, yo creo que es un don realmente lo que tiene. Su melena rubia hasta por debajo de los hombros con rizos perfectos. Parece una chica Pantene.

Y yo, bueno, nunca me he considerado una chica guapa, ni sexy, ni mona, ni nada. Supongo que soy normal, a lo mejor me falta algunos kilos y tendría un mejor cuerpo, pero apenas tengo apetito y como siempre estoy de allí para allá, pues no tengo tiempo ni para vivir —excepto estos tres últimos días—. Mi pelo es lo que más me gusta, sin ninguna duda, largo castaño y ondulado, mi pelo perfecto, o al menos para mí. Y mis ojos son extraños, son marrones con toques verdosos, pero eso no es lo extraño, sino el toque violeta que tengo en ellos. Es poco común y supongo que eso los hace todavía más especiales.

Me uno con ellas a comer, ninguna quiere hablarme. Yo hago como si nada y me siento para empezar a picotear un poco la ensalada, o al menos a intentarlo, porque mi móvil empieza a sonar desde la habitación y salgo corriendo para cogerlo.

Casi me tropiezo en el intento de llegar hacia él, pero aun así lo consigo sin hacerme casi ningún rasguño. Solo un pequeño arañazo de la maldita puerta.

—¿Si? —Descuelgo antes de mirar quién es.

—Amor, ¿todo bien? —Oh, Erick.

—Claro sí, ¿por qué? —¿Debería ir algo mal?

—Lo suponía, no te acuerdas. —Frunzo mi ceño. Sé que no me ve.

—¿Hay algo importante de lo que acordarme?

—Cuando salimos de fiesta, cariño mío, te propuse un negocio peculiar. —No entiendo nada, ni recuerdo nada—. Sabes que a mí me encanta la fotografía y estoy trabajando de ello.

—Ajám.

—Pues es normal que alguien me llame para que le haga fotos, ¿te acuerdas ya de algo?

—Eh, ¿no? —no puedo evitar reír un momento como una foca bebé.

—Madre mía, ¿salistes ayer también? —Me pilló.

Ardiente Deseo I [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora