Capítulo 14

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—Quiero explicártelo —dijo gentilmente y tomó mi cara—, no quiero que lo leas de mi mente y hagas volar el invernadero porque estás cabreada.

Miré hacia arriba y vi que el vidrio zumbaba en la puerta al lado de nosotros. Respiré hondo y le puse una cara para decirle que continuara.

—Eres la Vidente, no quieren, no, no pueden, por ley, castigarte. Igual que los miembros de la asamblea no pueden ser castigados a menos que sea algo que se hizo frente a otro miembro de la asamblea

—suspiró, su aliento calentó mi rostro—. ¿Pero a mí? Van a meterme en una celda mañana.

—¿Cómo sabes eso? —dije, la ira que sentía calentaba mi sangre.

—Porque sé las leyes. Nadie puede matar a otro miembro del clan, por ninguna razón, ni siquiera por defensa propia.

—Pero no fue por defensa propia —grazné y me aclaré la garganta esperando que no se me fueran a salir las lágrimas—. Lo has matado para salvarme.

—No creo que vaya a importarles eso. Y quería que alguien estuviera contigo, alguien en quien confío, por lo que no estarías sola y asustada.

—¿Por cuánto tiempo?

—Cuando te encuentran culpable de algo, tenemos una audiencia y luego nos ponen en las celdas de modo que no podemos disfrutar de la semana con todos los demás. Antes de que salga, tienen otra audiencia para ver si me prohíben para siempre.

—Así que, si matas a un chico ¿te meten en una celda y no te dejan ir de fiesta? ¿En serio? ¿Ese es el castigo?

—No es el único castigo —intervino Rodney. Me dio una mirada de simpatía—. No se le permiten recibir visitas, para nada, por ninguna razón.

Sus palabras se estrellaron contra mí.

—No voy a ser capaz de verlo. No será capaz de verme. Estará en la retirada toda la semana.

—Bueno ya —gruñó Harry—. Voy a tratar de llegar a algún tipo de acuerdo con ellos. Dudo que le digan a la Vidente que se vaya y sienta dolor. Probablemente me dejen verte durante unos minutos al día, sólo por eso.

—Esto es ridículo.

—Pero está pasando. Quería asegurarme de que se ocuparían de ti.

—Pero, ¿qué hay de ti? —le susurré. Inclinó mi barbilla cuando intenté agachar mi cabeza.

—Voy a estar bien. Sabía en lo que me metía al venir aquí.

—Voy a luchar contra ellos en esto —le dije, y cuadré mis hombros—. Voy a hacer algo, voy

—No, cariño. Sólo... haz lo que dicen. Rodney estará contigo todos los días y papá no les dejará hacer ninguna locura.

—Ni yo tampoco —soltó Liam.

No sabía qué decir. No sabía qué hacer.

—Estoy muy enojada contigo por fingir que todo estaba bien — repliqué—. Es por eso que hiciste algo muy importante al venir a mí esta noche. Me preguntaba por qué te correrías el riesgo.

—Hubiera tomado el riesgo a pesar de lo que pasara mañana — dijo ásperamente—. No sabía que tu habitación estaba encantada. No quería que estuvieras apartada por la mañana, pero supongo que ha sido inútil de todos modos.

Me asomé a ver a los demás tratando de no mirar a nosotros, así que en cambio hablé en su mente.

Somos un equipo, tú mismo lo dijiste. Entonces, ¿por qué sigues ocultándome las cosas?

No quería que la pasaras mal la noche entera.

Pero esto no es algo estúpido y trivial, Harry. ¿No crees que podría haber sido peor no saber nada y luego tener que decirme todo mañana? Habría roto todas las ventanas en el lugar. Si me adviertes, lo voy a manejar mejor. No me gusta perder el control.

Lo sé, lo sé. Tiró de mí para sentarme en su regazo y no protesté, aunque pensó que podría hacerlo. Físicamente me duele hacerte infeliz. Quería ahorrarte aunque sea un minuto de dolor. Lo siento si no te gusta, pero siempre te protegeré, incluso si eso te pone furiosa. Cogí el menor de dos males.

¿Y ahora qué?

Se mordió el labio. No sé, ________.

No digas mi nombre como si estuvieras decepcionado de mí.

No lo estoy.

Me miró de cerca.

—Nunca podría estar decepcionado de ti. Ni siquiera hiciste nada malo.

—Pero lo hice, ¿no? Si no me hubiera asustado cuando llegamos aquí, si no hubiera sido tan débil y asustadiza, no habrías sentido la necesidad de ocultármelo y protegerme.

—Eso no es por lo que lo hice. Y no creo que seas débil. —Aparté la mirada, porque mirarlo a sus ojos verdes cuando era tan sincero, tan intenso, me daban ganas de romper a llorar. Pero no me dejó apartar la mirada. Inclinó de mi cara hacia él—. Mírame. Eres la persona más fuerte que conozco. Lo que hay dentro de mí, mi imprimación, mi necesidad de protegerte, no tiene absolutamente nada que ver con lo que pasó hoy. Creo que manejaste todo muy bien, teniendo en cuenta que fuimos totalmente sorprendidos y traicionados.

—Pero estoy asustada —le susurré.

—Eso no te hace débil. —Lo miré fijamente y luché con mis emociones. Cedió, doblándose como una baraja de cartas. Tiró de mi cara a la suya, una constante que he aprendido a apreciar mucho—. Nena, lo siento. Sé que odias perder el control. Estaba siendo egoísta. Sólo que no quiero que te preocupes por mí toda la noche.

—Entiendo —le dije, y era cierto—. Y no quiero que te preocupes tanto por mí.

—Inevitable e impensable. —La comisura de su labio se levantó, y su hoyuelo me guiñó como siempre lo hacía—. Realmente no quieres que sea uno de esos novios bobos, ¿verdad? ¿Olvidando cumpleaños?

¿Dejando sus llamadas al correo de voz? ¿Llegando tarde para ir al cine?

Me reí y sacudí la cabeza. —No, no quiero eso.

—Entonces tienes que tomarlo como es. Soy el tirano. Eso no va a cambiar, nena.

—Lo sé —suspiré—. Y no quiero que cambie. Lo siento. Me encanta el tirano, generalmente.

Se rió y negó con la cabeza. —No, no lo haces.

—Tal vez no —concordé y sonreí—, pero no quiero que cambie.

—¿Todavía estás molesta conmigo? —preguntó e inclinó la cabeza hacia un lado. Sus manos se deslizaron arriba y abajo de mi espalda con un movimiento suave.

—No. Y no vas a estar molesto conmigo mañana cuando le haga saber al Consejo que esto es estúpido y traté de detenerlos, ¿verdad?

—Inténtalo de lejos.

—Bueno —le contesté y me recosté contra él, presionando mi rostro en su cuello—. De acuerdo, todo el mundo. El momento incómodo ha pasado. Pueden hablar ahora.

—¡Gracias, Dios! —gritó Liam—. Estaba a punto de pretender seriamente que me dormí aquí.

—Lo mismo digo, amigo —se rió Rodney—. A pesar de que técnicamente fue mi culpa.

Harry le dio una patada con el pie. —Sí, lo fue un poco.

Todos nos reímos y nos acomodamos en un agradable silencio mientras nos recostábamos nuevamente en el pasto. Entonces Lynne rompió el silencio. —Así que, ¿alguien sabe que vamos hacer mañana?

—Bueno —empezó Rodney y se frotó su corto pelo castaño—, de lo que me dijeron, la audiencia es sin duda una cosa.

—Genial —se quejó todo el mundo al mismo tiempo. No pudimos evitar la ridiculez del momento. Todos nos reímos.

Cambios (Harry Styles y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora