Capitulo 2

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Hizo un gesto con el brazo para que podamos entrar a la gran sala. Sentí a alguien a mi espalda y me gire para encontrar a Liam. Tenía una mano sobre mi hombro y una mirada compasiva en su rostro. A su lado, estaba Lynne sujetando con fuerza su mano mientras miraba alrededor de la sala dorada.

—Es hora de dar la cara.— susurro Liam y luego palmeo a Harry en la espalda.

—Ustedes dos actúan como si fuéramos a la guerra o algo así — murmuró Lynne.

Harry se rió. —No. Sólo sabemos que ________ va a odiar absolutamente esto.

—¿Odiar qué? —pregunté.

—Esto —dijo y señaló. Miré hacia arriba para ver una sala llena de gente que apenas unos segundos antes se movían y charlaban. Ahora, en el espeluznante silencio de la habitación, podía ver a todos cayendo sobre una rodilla y haciendo una reverencia con sus cabezas, a mí. Fue una lucha evitar una mueca de disgusto en mi cara. Todos esperaban. Me di cuenta de que me esperaban a mí. Mierda.

—Gracias. Pueden estar de pie —dije.

Unos pocos se acercaron a mí y cada uno de ellos se inclinó en una pequeña reverencia; besando mis dedos, inclinando la cabeza y tocando a mi mano. Cuando finalmente se pusieron de pie, sonreí y traté de no encogerme en el costado de Harry. Todos los demás estaban plantados mirando.

Unos pocos individuos bien vestidos se dirigieron a una plataforma que tenía una mesa larga, cubierta de lino blanco. Los siete se sentaron y después miraron el camino. Al principio pensé que me miraban a mí. Pero Gran apretó mi hombro mientras pasaba. Se abrió paso y se detuvo al final de la mesa. Todos se sentaron juntos, haciendo un total de ocho personas aparentemente importantes.

Estaba confundida. Harry se inclinó y me habló en voz baja. —El concejo. O la Asamblea, como les gusta llamarse a sí mismos. Está formado por un miembro de cada familia. Gran nos representa.

—¿Por qué no es tu papá? ¿Él es el Campeón?

—No puede ser el Campeón. El Campeón siempre debe estar libre para nuestra familia y no atado a cualquier otra posición. Técnicamente, Gran, ya que es un miembro de la asamblea, debería vivir aquí en el palacio con el resto de ellos. Pero se niega a hacerlo.

—¿Pueden escoger? —pregunté, pensando en que la asamblea probablemente no querría una vocal del tipo... dice lo que piensas en el Consejo.

—Nop. Cada familia elige a sus representantes. —Sonrió—. ¿A quién más habríamos votado sino a Gran?

Me reí, provocando que algunas personas se giren y miren. Harry simplemente los ignoro y pasó un brazo alrededor de mi hombro, pero no pude evitar preguntarme el motivo de la extraña expresión en sus rostros. Abrí mi mente, centrándome en un tipo en particular que parecía bastante molesto. Su mirada se aferró a la mía y sentí inmediatamente sus celos. No estaba enfadado, sólo deseaba. Él deseaba lo que le habían dicho durante toda la vida, que era su única manera de tener una familia y amar a alguien. Su mente inundó la mía con pensamientos del regreso de las imprimaciones, la posibilidad de que su alma gemela se encuentre en esta misma habitación. Que yo era el catalizador, la que traería todo de vuelta a ellos. Le sonreí y parecía sorprendido por el gesto. Me devolvió la sonrisa y agachó la cabeza.

—Ese es Paul, del clan Petrona —dijo Harry en voz baja—, y a su lado está Philippe. ¿Te acuerdas que te conté de él?

—Sí, el otro ser humano, además de Gran y yo. —Él echó un vistazo y nos encontró mirándolo. Saludó a Harry e inclinó la cabeza hacia mí. Empezó a venir hacia nosotros, pero una niña lo agarró del pantalón y lo hizo detenerse. Se echó a reír y cogió a la niña.

Todos miraban a Liam y Lynne también, la expresión de sus caras con la misma medida de anhelo. Liam no era consciente, pero Lynne sabía lo que estaba en juego. Se encogió al lado de Liam en un gesto inusual de la chica valiente que conocí.

Jen fue arrastrada por María para estar junto a nosotros. María nos tomó a Harry y a mí de nuestros brazos y bostezó mientras apoyaba la cabeza contra él. Él se rió de ella. Miré alrededor de la habitación en el momento en que Donald comenzó a dirigirse hacia todos en voz alta. Pero lo desconecté.

La mente de todos era igual y todos parecían tan encantados conmigo como lo había estado Donald. Querían lo que creían que tenía para ofrecer, sus vidas de regreso. Lo que no sabían era que no tenía idea de qué demonios hacía. Realmente esperaba poder ayudarles porque la desesperación parecía ser el estado de ánimo del día.

—¿________? —Escuché y miré hacia atrás para ver que Donald me observaba con curiosidad.

—¿Sí?

—¿Me preguntaba si te gustaría decir unas pocas palabras? ¿A tu pueblo?

Lo miré y me di cuenta de que aunque me preguntó antes si quería hablar, y le dije que no, realmente no me daba la opción, sólo era amable.

Cambios (Harry Styles y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora