Capítulo 44

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Cuando me desperté esta vez, estaba en el suelo y todo el mundo se había ido, excepto Harry, Gran y Peter.

Suspiré y me tapé la cara.

Gran habló primero. —Simplemente no puedes tomar un descanso, ¿cierto, niña?

—¿Por qué hice eso? —le pregunté amortiguada a través de mis manos—. ¿Por qué me sobrecargué? Ahora sé cómo manejarme.

Peter me contestó. —Tus sentidos están en mal estado debido a que tu cuerpo está trabajando extra fuerte para corregir el daño que el alcohol hizo.

¿Qué podía decir a eso? Pero recordé que Peter había llamado al tío Ken. —¿Cómo está mi padre? ¿El tío Ken llegó a tiempo?

—En primer lugar, debes cerrar tu mente, ________. —Me miró de cerca—. Tienes que darte tiempo para sanar antes de hacer cualquier otra cosa. —Asentí—. Muy bien, llamé a Ken y no respondió, pero Harry tenía un mensaje de voz de él diciendo que fue a la casa y tiene a tu padre y a Bish. No tengo ni idea donde planea enviarlos, no dijo, sólo que los tenía. ¿De acuerdo?

—Bien —suspiré de alivio—. De acuerdo.

—Está bien, ustedes dos —dijo Gran y se levantó, sus rodillas craqueando—. Tenemos que ir a la sala de oro para el baile. Todos ustedes necesitan meter sus traseros en esa cama y dormir. Quiero mi cama de nuevo esta noche.

Traté de protestar, pero Harry ya me levantaba. Me llevó a la cama y nos acostamos sobre las cubiertas. —Pero no estoy cansada — mentí, cuando en verdad, podía verme durmiendo durante un día o dos—. Y no quiero perderme el baile.

Tenía planes para el baile. Quería hablar, reír y conocer a la gente.

—Eso tendrá que esperar hasta otro día —dijo Gran y se pegó al brazo de Peter—. ¿Cuándo fue la Última vez que lanzaste a tu vieja mamá en la pista de baile?

—Ha pasado mucho tiempo, mamá. —Sonrió al decirlo. Siempre lo había oído llamarla Gran—. Vamos, entonces.

—Ustedes niños descansen. Volveré por mi cama más tarde.

—Gran —dijo Harry y se aclaró la garganta—, podríamos cambiar de habitación, ya sabes. Así no tendríamos que preocuparnos acerca de ________ estando en retirada en la mañana.

Me miró y luego de vuelta a él. —No va a estar en cualquier estado de ánimo o condición para mutualizar contigo esta noche, señor.

—Gran —suspiró y le dio una mirada que sólo un nieto podría dar a una abuela dominante—. Vamos, eso no es de lo que estoy hablando.

—Ajá —respondió poco convencida—. En cualquier caso, ya han dejado claro que no hemos de cambiar de habitación. Quieren estar seguros de que no mutualicen y ya se han parado para asegurarse de que entendía las reglas. Tenemos que elegir nuestras batallas. No podemos luchar contra ellos en todo.

—Oh —dijo, y oí su decepción—. Está bien, supongo.

—Lo siento, cariño —dijo mientras salía y cerraba la puerta detrás de sí.

Me miró. —Hablaba acerca de los retiros no de la mutualización.

Sabes eso, ¿cierto? No trataría de hacer eso cuando estás... así.

Asentí y me acerqué más. —Lo sé. —Estaba tan somnolienta, mis ojos pelearon.

—Está bien. Duerme —ordenó.

—¿Vas a dormir?

—No —dijo, y cogió un control remoto de la cómoda. Apretó un botón y las puertas del armario se abrieron para revelar una pantalla plana—. Están pasando Los Juegos Olímpicos de verano.

Cambios (Harry Styles y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora