Años antes

5K 573 112
                                    

17 de abril de 2002

La noche estaba tranquila en el vecindario Lincoln House. Todos estaban cenando, era un día normal. Sin embargo, para Lisa Blandenwell era el mejor día de su vida. Después de nueve meses, cinco horas de parto y dos días en el hospital, por fin llegaba a su casa con su hermosa hija en brazos.

—Sube los bolsos, cariño —le indicó a su esposo, quien iba detrás con un gran equipaje gris y rosado—. Iré en un momento.

—Por supuesto —respondió él. Besó la coronilla de Lisa y desapareció escaleras arriba.

Agotada, se sentó en el sillón color café, sosteniendo a la pequeña contra su pecho. Había nacido totalmente saludable, para suerte de los primerizos padres.

—Hola, bebé —le dijo con ternura, meciéndola un poco en sus brazos.

Tenía los ojitos cerrados y respiraba acompasadamente, tranquila. Su nariz era respingona y tenía pequeñas pecas en los pómulos que le daban un toque adorable. Sus labios de bebé eran finos, aunque el inferior era más carnoso y sobresalía como si estuviera haciendo pucheros.

El esposo bajó lentamente y tomó asiento junto a su mujer. Le acarició la cabeza, una mata considerable de cabello castaño, y besó los labios de Lisa.

—Es hermosa, como tú—susurró y apoyó la barbilla en su hombro, admirando a su pequeña hija—. Serás preciosa, mi adorada Tessa.

15 de abril de 2003

La casa de los Blandenwell rebosaba de alegría. Habían venido amigos y familiares para celebrar el primer cumpleaños de Tessa, quien sonreía a todo el mundo. Estaba en brazos de su padre recibiendo a los invitados mientras su madre terminaba de decorar la tarta. En ese momento, una amiga de la familia, Anne, ingresó y vio a la adorable bebé.

—Hola, Elton —saludó como era costumbre. Él le sonrió y ella se dirigió a la niña—. Hola, hermosa. Tus papis me han hablado mucho sobre ti. Soy la tía Anne.

Tessa la miró con sus enormes iris color miel, ladeando la cabeza, y luego a su papá, quien la instaba con la mirada a saludar a la chica rubia.

Oda —dijo simplemente.

Anne se encogió de la ternura y estiró sus brazos hacia ella.

—¿Puedo cargarla?

—¿Quieres ir con la tía Anne? —le preguntó Elton. La pequeña miró horrorizada a la chica, que cada vez se acercaba más, y negó con la cabeza, haciendo reír a su padre—. Un rato. Tía Anne ha venido de muy lejos para conocerte.

No quelo —dijo la bebé y escondió la cabeza en el cuello de su padre—. Mami.

—Esa es mi señal. —Apareció Lisa, limpiándose las manos en el delantal rosado. Al verla, Tessa estiró sus bracitos, permitiendo que su madre la agarrara y la acomodara en su cadera—. Hola, Anne. Tanto tiempo —dijo amablemente. La mencionada forzó una sonrisa, visiblemente avergonzada—. Querido, ¿puedes ver a la abuela Teresa? Está quejándose de que pasas más tiempo con tu hija que con ella.

—Esa mujer es más celosa que mi propia esposa —bromeó él.

Se despidió brevemente de Anne y fue a ver a su madre, quien lo esperaba enfurruñada al lado de la mesa de golosinas. Al verlo, le abrió los brazos y lo estrechó tan fuerte que casi sácalo deja sin respiración.

—Sírvete lo que gustes, Anne. Nos vemos por ahí.

Dicho esto, Lisa se llevó a la niña para cambiarle el pañal, mientras esta reía, abrazada a su lagartija peluche. ¿Por qué tenía una lagartija peluche? Había sido de su padre, cuando este había ido de visita al zoológico y su abuelo se la había comprado por puro capricho. Adoraba esa cosa tanto como su cuna.

1. La extraña ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora