En el cuadrilátero

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16 de enero de 2022

Tessa

Habían pasado cuatro días desde que Alex había tenido ese extraño comportamiento conmigo, pero él parecía haberlo olvidado. Era como si nunca hubiera sucedido. Por el contrario, yo estaba bastante nerviosa junto a él. No sabía cómo actuar o qué cosas decir, tenía miedo de alejarlo de nuevo y de que las cosas se pusieran incómodas. No sabía con quién hablarlo, puesto que Kara recién salía de su relación con Andrew (sí, por fin había decidido terminar con él y ahora rebosaba de la alegría de estar soltera) y no quería abrumarla. Sabía que era mi amiga y que podía confiar en ella, pero tenía el presentimiento de que, al contárselo, saltaría en su lugar y me incitaría a hacer mis movimientos femeninos, como ella se refería al término «coquetear», y no estaba lista para eso.

Necesitaba determinar mis sentimientos hacia él antes de hacer algo.

En aquel momento, estábamos almorzando. Carter estaba sentado junto a Kara, haciendo muecas y tirando de su cabello castaño claro. Esbocé una sonrisita porque de verdad me estaba divirtiendo, aunque mi cabeza estuviera en otra parte. A mi lado, Helena se atragantó de la risa y Tania golpeó su espalda con preocupación.

El cuadro era muy cómico y de verdad me alegraba haber podido encajar con ellos.

—Arriba, soldados —ordenó Alex, levantándose de su asiento. Inmediatamente, todos lo imitamos—. Tienen una hora libre antes de ir al Gimnasio número tres. Explicaremos los términos una vez allí. Pueden retirarse.

Caminé hacia la puerta, con Helena y Tania colgadas de mis brazos. Kara y Carter iban delante de nosotros, molestándose entre sí. Era evidente el interés mutuo, sin embargo, entendía perfectamente lo que mi amigo me había explicado el día anterior.

—Quiero gustarle tanto como ella me gusta, no quiero que esté conmigo para darle celos a Andrew —había dicho.

Yo le había dado un gran abrazo, animándolo. Carter era un buen chico, se merecía tener a alguien que lo cuidara, lo quisiera y lo entendiera. Y para él, esa chica era Kara. Solo quedaba esperar. Mientras tanto, yo disfrutaba haciéndoles bromas al respecto, viendo cómo sus rostros se sonrojaban y sonrisas tímidas se formaban en sus rostros.

—Hacen tan linda pareja. ―dijo Tania, y la miré con el ceño fruncido—. No me malinterpretes, Kara es asombrosa, pero... —Tragó con fuerza y bajó la vista al suelo—. Carter siempre me ha gustado, ¿sabes? Siempre fue muy lindo conmigo. Fue el único que me dio un hombro para llorar cuando perdí a mi familia.

—Tania... —dije con una clara advertencia en mi voz. Helena escuchaba atenta, sin decir nada—. Sabes que él está enamorado de Kara desde antes de que te conociera, ¿cierto?

Ella esbozó una sonrisa triste y sus bonitos ojos se empañaron. ¿Había sonado muy dura? Nunca tuve un buen tacto para decir las cosas. Iba a disculparme cuando ella volvió a hablar:

—Lo sé. Solía hablarme de ella por horas —contó—. Yo me sentaba y lo escuchaba, lo apoyé en todo momento, pero con el paso del tiempo entendí que no obtendría otra cosa más que su amistad. Me dolió mucho y decidí alejarme por un tiempo.

—¿Se lo dijiste?

Apretó mi brazo contra el suyo y recostó su cabeza en mi hombro mientras cubría su rostro con su larga melena, en un claro indicio de que no lo había hecho.

—Supongo que se dio cuenta. No lo sé. —Sorbió por la nariz—. Siempre le guardaré cariño, pero de cierta manera no deja de doler.

Respiré profundamente, buscando las palabras correctas. Tania era una muy buena chica y estaba rota, y mi amigo había estado allí para ayudarla. Era lógico que desarrollara sentimientos hacia él, pero debía permitirse conocer a otros chicos. Había muchos muy lindos allí, aunque seguro mayores, y ella era hermosa, estaba segura de que alguien quedaría cautivado por su belleza y su bondad.

1. La extraña ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora