Reporte

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La noche que Tessa se fue de la base

22 de agosto de 2022

Tessa

―Con una condición ―dijo ella, alzando el dedo.

Revoleé los ojos. Estaba claro que no me dejaría ir sin más.

―La que sea ―respondí con convicción.

Puso los brazos en jarra, mientras parecía analizar la situación. Por un momento, no pude evitar sentir miedo, temía que la imaginación de mi amiga pusiera aún más en peligro la vida de todos.

―Iré contigo.

―Ni hablar. No, ni en broma. Niet. ¿Quieres que te lo diga en otro idioma? Nei.

―Tess, verás a tu padre después de años, con un plan dibujado en apenas unos días y raptas a nuestro prisionero. ¿En serio piensas que te dejaré hacerlo sola? ―rebatió.

Bufé y me giré, mirando en silencio al chico que yacía sentado, observándonos con curiosidad. Mejor que se quedara quieto, si no quería más heridas de camino a San Diego.

―Lo aprecio, de verdad que sí, pero estoy haciendo esto porque no quiero involucrarlos. Además, ¿qué dirías tú si te encuentras rodeada de H. A. V.? Estarías expuesta y nadie confiaría en ti. No sería muy inteligente.

Apretó los labios. Conocía esa mirada de: «estás haciendo algo estúpido y no estoy ni estaré de acuerdo». Costaría convencerla, pero tendría que hacerlo o eventualmente sucedería lo que acababa de contarle.

―Me mata que tengas que enfrentarlo sola.

Suspiré. Estaba transpirando de la ansiedad. Sentía los vellos erizados, no podía negar el miedo que tenía al pensar en volver a verlo a la cara. Si enfrentar a un padre después de mucho tiempo era difícil, resultaba mucho más arduo cuando este era un psicópata. Aún estaba calculando cómo actuar. Porque sí, podía demostrarme dura frente al mundo, pero eso no quitaba que me afectara más que a cualquiera, y, por esa misma razón, debía hacerlo sola. Aquella era mi lucha, y no podía involucrar a nadie más.

Entonces, cuando los nubarrones negros en mi mente amenazaban con engullirme, de repente se disiparon para dar luz a una idea maravillosa.

―No lo estaré ―dije. Kara entornó las cejas, atenta―. Estarás conmigo. No en el mismo lugar que yo, pero estarás junto a mí.

―¿A qué te refieres?

―Te quedarás aquí y mantendrás la pantomima de mi traición. Dirás todo lo que hemos establecido, harás todo lo que te dije y mantendrás un perfil bajo, pero nadie puede saber que me estás ayudando.

Sonrió de lado, visiblemente interesada.

―¿Qué quieres decir?

Le devolví el gesto y puse mis manos sobre mis brazos despreocupadamente.

―¿Tienes papel y lápiz? ―pregunté.

―Arriba. Max tenía muchas cosas. Además, el chico que ahora ocupa su lugar es un descuidado, no sé por qué diablos lo pusimos en su puesto ―se quejó.

Reí mientras la seguía fuera de la habitación con mi rehén detrás de mí. Nos metimos los tres en el elevador, que nos llevó directamente hasta la casa del nuevo inquilino.

―Marcus tiene la manía de quedarse dormido temprano, y créeme, tiene el sueño pesado. Pone las cámaras en automático, si algo sospechoso aparece, sonará una alarma estridente que lo despertará. ―informó mientras nos adentrábamos en la sala.

1. La extraña ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora