28 de febrero de 2022
Tessa
Habían pasado cuatro días desde que había comenzado mi trabajo. Cuatro días desperdiciados por completo. Estaba frustrada y no podía compartirlo con nadie porque estaba haciéndolo a espaldas de todos. Investigaba a Waylon, desesperada por encontrar algo que lo conectara con el derrumbe y cualquier otra cosa. Sabía que mi instinto no me fallaba, pero a ojos de los demás estaba limpio y yo estaba determinada a demostrarles que no era así, aunque al paso que iba no conseguiría nada.
Sacudí la cabeza y me concentré en el campo. Eran las cinco de la mañana y, dado que no podía dormir, me había dirigido allí. Tenía demasiada energía que debía eliminar. Cuando me quise dar cuenta, había hecho unas treinta vueltas cuando Stephanie hizo su aparición. No era que acostumbrara a verla tan temprano, pero por esos días parecía hacerme compañía y, muy interiormente, se lo agradecía.
―Buenos días ―saludé, secándome el sudor de la frente. Me regaló un asentimiento de cabeza y una débil sonrisa de lado―. ¿Cómo estás?
―Tan bien como puedo estarlo. Dentro de poco empieza lo más duro. ¿Estás lista? ―Subió las piernas y las cruzó al estilo indio. A lo largo de nuestra corta convivencia, había aprendido a no preguntar sobre sus sentimientos. Eso la ponía incómoda, debía esperar a que decidiera contarme.
Asentí, fervorosa. Había practicado el día anterior con Carter y Kara, a pesar de que ellos decían que estaban de adornos. Por una parte, lo había utilizado de práctica, pero por otra, una más escondida, lo había hecho con el fin de deshacerse de las emociones contradictorias que Alexander me producía. Él quería acercarse, pero yo no lo dejaba. Huía, quería pensar. Ya me había dicho todo lo que quería decirme y yo, en mi terquedad y falta de confianza, no hacía más que negarme a estar cerca de él.
Las pruebas eran en una semana y los preparativos ya habían comenzado. A cada uno nos darían un horario para cada examen, con una diferencia de veinte minutos. Todos los miembros del Primer Comando estarían allí, observándonos y tomando notas. Ese día nos harían una especie de simulacro en la que determinarían quiénes estaban aptos para las pruebas. La adolescente que habitaba en mi interior se sentía como una niña en un certamen, pero ni siquiera me daba tiempo a emocionarme.
―Veo que aprovechaste para calentar un poco ―dijo, viendo como movía mis hombros en movimientos circulares.
―Sí, lo necesitaba.
Algo en su mirada se nubló y me miró con seriedad.
―¿Qué está pasando entre Alex y tú? —preguntó, tomándome por sorpresa.
―Nada.
Ella alzó una ceja, sin creerme.
―Hay una tensión insoportable entre ustedes. Se siente en todo el comedor y siempre que están en el mismo espacio. ¿Me lo vas a negar?
¿Tan evidente era?
―Solo... déjalo estar, ¿quieres?
Stephanie se encogió de hombros y se levantó de un salto. Gracias al cielo, no insistió y me dio un adelanto de lo que serían las cinco siguientes horas. Iríamos al gimnasio del cuadrilátero para las luchas, luego donde había practicado el camuflaje y al campo de entrenamiento número ocho para Arquería y Puntería con armas de fuego y cuchillos. Noté el matiz nervioso cuando mencionó esto último. Sabía que ella no había regresado allí después de lo de Cassie. Sin embargo, su rostro no demostró nada.
Poco a poco, el campo se fue llenando. Kara y Carter entraron abrazados. Detrás de ellos, iban Andrew, quien los fulminaba con la mirada, y Tania y Helena que reían de una broma secreta. Al final, apareció Alex. Lucía un marcado ceño fruncido y sus movimientos eran bastante calculados, duros, como si todos sus músculos estuviesen en tensión; igual que los días anteriores, por supuesto. Tenía miedo de que sospechara...
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1. La extraña ©
Science FictionAlgunos años atrás, la sociedad funcionaba de manera relativamente normal. La gente caminaba por las calles hablando, riendo, sin otra preocupación que tener comida rica en la mesa, comprarse ropa de temporada o tratando de que los bandidos no les r...