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Dos semanas pasan volando cuando se está ansioso y para Mateo no fue la excepción, había esperado tanto su primer día de trabajo para tener algo que contar a su madre. Su maletín con el temario clases, un par de libros y algunas fotocopias estaba listo desde el fin de semana y pasaba horas frente al espejo escogiendo el mejor de los pocos trajes que tenía. Finalmente llegó la noche del domingo y los mensajes de buenos deseos de sus amigos fueron suficientes para darle luz a sus ojos. Tenía absolutamente todo listo y esperaba que eso bastara, era muy consciente del riesgo que corría la escuela al aceptarlo así que no decepcionar a su amable director.

La mañana siguiente llegó y el omega ya se encontraba preparándose para la escuela. Si bien no era el más guapo de su género no se consideraba feo, tenía unos grandes ojos marrones que, si bien eran demasiado comunes, complementaban muy bien su cabello castaño con toques rubios heredados de su madre, su contextura era delgada y no tenía una talla envidiable pero le funcionaba bien y de no ser por su aroma quizás, solo quizás, podría pasar por un beta. Una vez conforme con la imagen que le mostraba el espejo, se dirigió a su pequeña cocina, tenía tiempo de sobra y buen desayuno probablemente calmaría sus nervios.

Decidió tomar el autobús de ida para llegar con tiempo y poder saludar correctamente a sus superiores. El regreso lo haría a pie, así conocería más el vecindario y con el tiempo la gente en su camino dejaría de verlo extraño, estaba seguro. Una vez en la parada, los ojos sobre él no se hicieron esperar pues era raro ver a un omega varón de terno y maletín, sin un alfa a su lado.

El trayecto no fue largo y en el pequeño tramo que quedaba a pie estaba siendo llenado poco a poco por padres con pequeños cachorros vestidos con mamelucos amarillos y pequeñas zapatillas blancas, se le escapó un suspiro cuando el deseo de tener su propio cachorrito llegó a su mente, redujo el paso para observarlos un poco más pero sabía que en el futuro próximo un bebé no estaba en sus planes, si bien tuvo alguna pareja que ayudara a calmar sus celos nunca creyó haber encontrado a su compañero o alguien que le dé la suficiente motivación para cambiar el ser profesional por formar una familia.

Por ser el primer día el director y su asistente se encontraban recibiendo a profesores y alumnos en la puerta, con una gran sonrisa y excelentes deseos en el año académico.

"Señor David, soy Mateo, buenos días" se apresuró a decir apenas llegó a la puerta, mientras alisaba su traje con las manos, "Soy el profesor de historia de secundaría" no podía creer que lo había dicho y el sentimiento que le provocó, extendió su carné de identificación hacia la secretaría que lo recibió con una sonrisa y un asentimiento.

"Lo sé jovencito, como olvidar a mi primer profesor omega, espero oír muchas cosas de ti pronto" le dio un apretón de manos y una suave palmada en el hombro. "Entre tus alumnos seguro encontrarás a mi hijo, por favor no tenga piedad con él solo porque lleva mi sangre. Estaré contento de verlo sufrir por obtener buenas calificaciones" compartieron una pequeña carcajada y luego de algunas palabras ya era hora de llegar al salón donde daría la primera clase del día.

Todas las puertas estaban abiertas y en el patio algunos cachorros correteaban desarmando los perfectos peinados con los que entraron a la escuela. De los 5 grados que debían cursar los alumnos de secundaria a él le había sido asignado el 3ro que se dividía en 2 secciones, la puerta decorada con un elegante letrero que indicaba donde estaba y el olor del aromatizante le dio la bienvenida. Una vez en su escritorio comenzó a leer los nombres de su lista, se hacía una idea como se vería el salón lleno y seguro los problemas que le darían los adolescentes, pues ese era el grado de la edad difícil.

"Buenos días" dos voces al unísono lo sacaron de sus pensamientos. "¿Si es esta el aula de 3ro?" preguntó uno de ellos mientras alternaba su mirada entre la figura en el pupitre y el letrero en la puerta.

"Buenos días jóvenes, efectivamente este es su salón. Les agradecería que antes de tomar asiento me digan sus nombres, así nos vamos conociendo un poco más. Estoy a cargo su curso de Historia y..."

"Es un omega, ¿no es así?" cuestionó nuevamente el adolescente. Su suave aroma era el de un beta, tenía el cabello negro y no parecía tener una personalidad llevadera. "Es muy difícil que alguien como usted imponga autoridad, normalmente tenemos profesores alfas o betas" dijo desafiante "Mi nombre es Joseph, será divertido tenerlo aquí este año" le lanzó una mirada burlona que en ningún lugar era propia de un estudiante.

"Discúlpelo, es que no es muy común ver a un omega varón" al contrario del beta, la sonrisa del otro alumno era honesta y sus ojos verdes se notaban avergonzados "Mi nombre es Arian" se acercó a estrechar mi mano, su temperatura era algo elevada para lo normal, pero no parecía estar enfermo "Le recomendaría abrir las ventanas, profesor, estos primeros días suelen ser muy calurosos. Iremos a sentarnos" no percibió ningún aroma y le causó ternura el que aún su subgénero no se haya presentado.

"Claro, gracias por la sugerencia y sobre tu comentario, Joseph, si cooperamos entre todos no es necesario imponerles nada para hacer de este año más llevadero. Es un gusto conocerlos" el beta levantó una ceja mientras mantenía su mirada firme, no es normal que un omega responda de esa manera. Algunos alumnos que iban ingresando lo oyeron, comentarios entre susurros y barridas con la mirada eran dirigidos hacia él. Poco a poco todos los alumnos terminaron de llegar y aunque caras de sorpresa o incomodidad fueron más que obvias no pasó ningún otro incidente.

Las dos horas de clase culminaron con éxito y luego de un muy corto receso debía seguir a su siguiente clase en el segundo salón que era también del mismo grado. Al contrario de las primeras horas de clase, los alumnos ya estaban en sus lugares o al menos la mayoría.

"Jóvenes, buenos días. Mi nombre es Mateo y soy con quien llevarán Historia este año." Los alumnos comenzaron a prestarle atención. Una pequeña omega lo miraba con curiosidad y fue necesaria la pregunta para saber en qué pensaba "Sí, como ya muchos habrán notado soy un omega. Sé lo extraño que puede llegar a ser conocer a alguien como yo y espero que cualquier duda o inquietud puedan hacérmela saber para evitarnos inconvenientes"

La sonrisa de la joven se extendió mientras miraba a su nuevo profesor, y los demás jóvenes evitaron roces con él mientras confirmaba su asistencia. Esperaba sean un grupo mejor comportado que el anterior, pero siempre debe existir alguien que revolotee al grupo. Los golpes fuertes en la puerta sorprendieron a varios alumnos y Mateo automáticamente notó dos asientos vacíos, casi al final del aula, su cabeza ya daba vueltas pensando que tendría un par de joyas como los del aula anterior.

"¿Sí?" dijo tratando de fingir una sonrisa perfecta.

"¡Profesor! Soy Zack y este es Aarom. Somos de esta clase" dijo con una sonrisa muy grande, como un cachorro intentando cubrir una travesura. "¿Podemos pasar? El director no llamó" cuando mencionó eso, recordó que el director había mencionado que su hijo estaría entre los alumnos. Miró su registro y sí, lleva el mismo apellido que el director.

"Adelante" los dos jóvenes caminaron cerca de su pupitre. "Esperen" todos los alumnos levantaron su mirada a la expectativa de lo que diría. "Sus nombres, ¿Cuáles son?" obviamente el nombre de Zack ya estaba grabado a fuego en su mente pero no admitiría frente a los demás que pasó por alto a su acompañante.

"Aarom" su voz suave hizo que fuera inevitable levantar la mirada, se topó con unos ojos verde que escaneaban su rostro a detalle. "y él es Zack" dirigió su mirada a donde apuntaba el joven y ahí estaba Zack con un rostro risueño saludándome desde lejos.

"Claro, tomen asiento y empecemos con la clase" la mirada fría del joven fue muy opuesta a su voz, que aunque gruesa, era delicada y melódica. La clase transcurrió con normalidad y verdaderamente rápida, así que dejó unos minutos para que los alumnos conversen entre ellos, probablemente tendrían mucho de qué hablar. 

Profesor (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora