"Creo que debería dejarlos solos, si necesitan cualquier cosa me lo dicen por favor" dijo Denisse mientras dejaba suaves caricias en las cabezas de los chicos frente a ella.
"Si mamá, no te preocupes" Arián apretó la mano de Joseph y le hizo una seña para que lo siguiera, el mayor se dejó guiar hasta el lugar que se había convertido en su pequeña guarida.
El pelinegro entró en la habitación y el aroma de ambos lo sorprendió sus sentidos provocando pequeños charcos en sus ojos oscuros.
"Lo siento" susurró antes de restregar sus ojos con fuerza.
"¿Qué? ¿Por qué?" dijo Arián sentándose en la cama, frente a él "Todo está bien"
"No, no todo está bien. Tuve que terminar en un hospital para que sepas que necesitaba tu marca" jadeó "Y aún así no la quiero"
"Sé que tienes miedo, pero créeme que nada va a cambiar entre nosotros" su sonrisa era suave y sincera.
Joseph suspiró con fuerza y cruzó su mirada con los ojos verdes del alfa. Arián palmeó la cama para que el omega se siente a su lado pero este prefirió subir en su regazo a horcajadas, se acurrucó en su pecho y dejó que algunas lágrimas corrieran.
El rubio acarició su espalda y le dio tiempo para que se calme, mientras que, en silencio, besaba sus párpados.
Sin quitarlo de su encima, se acostó sobre las almohadas y supo que el pelinegro se había dormido cuando su respiración se hizo lenta y sus brazos cayeron a un lado.
"Te amo" susurró antes de cubrir sus cuerpos con una manta y dejarse llevar por el sueño.
Unas horas después el rubio despertó por una presión en el estómago, cuando abrió los ojos notó que era Joseph removiéndose sobre él.
"¿Joseph? ¿pasa algo?" preguntó en voz baja.
"Mojé tu pantalón" susurró tirando de su ropa "Maldición" Arián se sintió morir por un segundo al creer que era sangre lo que manchó la tela que lo cubría pero su alma volvió a su cuerpo cuando el omega desprendió ese aroma dulce y casi imperceptible.
"Tu celo"
"Sí, diablos, bajé la guardia un segundo y esto pasa" el pelinegro tenía el ceño fuertemente fruncido.
Joseph dejó la cama y fue en busca de su pijama, un leve mareo lo aturdió pero eso no lo detuvo, pues las humedad que escurría lo tenía muy incómodo.
"Sabes que si así cambies tu ropa seguirás ensuciándola" el rubio se sentó en la cama "¿Y si nos ocupemos de eso?"
"Usar tu polla de tapón suena interesante" rodó los ojos pero sonrió al ver las mejillas rojas del alfa, siempre lograba avergonzarlo.
Joseph quitó las prendas de la parte inferior de su cuerpo y regresó al regazo de Arián, antes de que cualquier duda se alojara en su mente los besó con fuerza y esa fue la señal para dejar que sus instintos los guíen.
El menor estiró la mano y sacó de un cajón una de esas extrañas jeringas que siempre dejaba al alcance de Joseph en caso de que su alfa lo haga perder el control.
"Ya sabes que hacer que hacer" le dijo entre besos.
"Claro, apretar más el culo hasta que espabiles" rio
"No" soltó una carcajada "no puedo creer que dijeras eso sin ningún tipo de vergüenza"
"¿Por eso te gusto, no?" respondió coqueto.
"Por eso me encantas" sus labios se perdieron en una guerra sin tregua, donde sus manos se desesperaban por despojar de las prendas al otro y perderse en el calor de su piel.
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Profesor (En Edición)
RomanceEn una sociedad que rechaza a los omegas varones, Mateo logra cumplir su sueño de ser profesional y entra, después de muchos años, a enseñar en una escuela de la ciudad. Asignado como profesor de historia, nada podría arruinar ese perfecto primer d...