Las clases ya habían culminado y Mateo agradecía descansar de los cachorros, eran muy juguetones y ruidosos, cosa que no era cómoda durante su avanzado embarazo. Él escribía cuentos cortos sobre grandes héroes de la historia que contaba con marionetas y suave música de fondo, todo eso lo había aprendido en su tiempo en guarderías y ahora le servía de mucho pero últimamente le había sido muy incómodo seguir el ritmo. Tenía que presentar un reporte a la oficina del director sobre libros dañados o extraviados en biblioteca y después de semanas de inventario ahora estaba casi listo.
David se enteró del avanzado estado del omega cuando en una pequeña reunión de profesores este, muy frustrado, negó una copa de champan y al abrazarlo para un fotografía sintió su vientre hinchado bajo la ropa. Tuvieron una larga y complicada charla donde el alfa solo tuvo que aceptar la situación y ofreció su ayuda, no estaba de acuerdo con el esfuerzo durante la gestación pero sabía que el omega no tenía nada más que su trabajo.
Gerald iba con él la mayoría del tiempo, se había vuelto realmente cercano y a pesar del embarazo nunca dudo en decirle sutiles halagos que sonrojaban las mejillas del menor. El beta solo sabía que llevar a ese bebé no estaba en los planes del omega pero que no había ningún alfa que pueda reclamar algún derecho sobre la cachorra. Mateo decidió cerrar el capítulo de cómo llegó a conseguir a ese bebé.
Delia aprovechó cada oportunidad que tenía para molestar a Mateo, asegurando que seguro se había embarazado de un alfa enlazado o que seguro era un embarazo por interés, comentarios que por su salud mental prefería ignorar.
Por otro lado, Mateo no supo más de sus antiguos alumnos salvo algunas veces que los veía a lo lejos, al otro lado de la reja que dividía los patios. De alguna manera los extrañaba y extrañaba trabajar en lo que se especializó, pero confiaba en que el tiempo pasaba rápido y seguramente ya volvería ahí en un par de años.
Emma, en casa, se encontraba muy animada conversando sobre un experimento culinario que quería intentar y Mateo se reía muy fuerte porque cada vez que lo intentó tenían que pasar horas limpiando los desastres que la beta dejaba en la cocina. Lo tradicional era lo suyo, los platos exóticos estaban descartados.
Su doctora había planeado una cesárea para el nacimiento de Olivia que sería en un par de semanas. No tenían cuna, ni juguetes, ni nada propio del esperado nacimiento de un bebé pero Emma en sus compras semanales y paseos por la ciudad ya había comprado algo de ropa y artículos que podría necesitar en el hospital.
Estaba por empezar una nueva lista de ingredientes para lo que fuera a necesitar en su nuevo platillo, cuando Mateo se quedó paralizado al final de la escalera. Llamó a Emma con una voz temblorosa, ella fue rápido a su encuentro y vio los pantalones del menor empapados.
"Tranquilo Mateo, respira conmigo y vamos a tu habitación ¿si? Llamaré a tu doctora" Mateo sin moverse asintió rapidamente y la siguió, se supone que faltabas semanas y que sería una cesárea. La experiencia de Emma en el hospital le hizo saber que una vez rota la fuerte del omega la bebé nacería muy rápido.
Subió las escaleras lentamente y la beta se adelantó a poner una sábana plástica en la cama para evitar manchas permanentes en su colchón y la cubrió con una vieja sábana de algodón. Mateo se sentó y respiraba muy profundamente, el susto hacía que sus manos tiemblen con fuerza.
"Vamos a quitarte estos pantalones, tengo que revisarte" el omega se dejó hacer, sentía a la niña moverse mucho y eso lo ponía aún más nervioso. Cubrió la parte inferior de su cuerpo y se acomodó en el espaldar de la cama. "Abre las piernas, querido, la doctora ya viene pero tengo que saber cuanto dilataste"
"Emma, tengo miedo" dijo con una mirada suplicante. La beta acarició una de sus rodillas tratando de confortarlo "En la mañana sentí una punzadas pero no sabía que podría ser esto"
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Profesor (En Edición)
RomanceEn una sociedad que rechaza a los omegas varones, Mateo logra cumplir su sueño de ser profesional y entra, después de muchos años, a enseñar en una escuela de la ciudad. Asignado como profesor de historia, nada podría arruinar ese perfecto primer d...