"Debo reconocer que está capacitado y tiene experiencia en la docencia, pero también recalcar lo peligroso que es que un omega tan joven dicte clases en secundaria, los jóvenes alfas no saben controlar de todo sus instintos y están en esa edad en la que comienzan a presentarse" la preocupación del director de la escuela era muy notoria, era la primera vez que tendría a un omega varón enseñando en secundaria, normalmente su género aplicaba para atender a los más pequeños y todas eran mujeres.
"Agradezco su preocupación, pero esta es una oportunidad única y quisiera aprovecharla al máximo" los ojos de Mateo brillaban y trataba de buscar soluciones rápidas a todo lo mencionado por el director "Ademas, señor David, siempre mantengo a raya mi medicación por lo que un percance de mi parte sería imposible y los jóvenes en su ciclo de celo son enviados a casa, no es así?. Estoy seguro que voy a poder manejar bien al grupo. Quizás el primer día pueda hablar con ellos sobre mi y aclarar sus dudas, no todos los omegas varones somos como nos pintan" su mirada decayó un poco pero no quería arruinar su buen humor.
"Creo que nada que diga podrá hacer que cambie de opinión" suspiró con algo de tristeza, él en verdad quería darle la oportunidad. Mateo parecía ser una persona ejemplar, con un curriculum muy bien preparado para sus cortos 24 años y con mucha energía " Si firmas el contrato con nosotros te pediré que te mantengas siempre cerca a Roger, es un beta que se encarga de la supervisión de los alumnos, es por mi tranquilidad mental y tu propia seguridad"
"Claro, no hay ningún problema. Estaré tan cerca como me sea posible" extendió la mano para recibir la información de contacto de quien sería una especie de guardaespaldas para él, lo veía innecesario pero era solo un plus a su sueño cumplido y a estás alturas todo lo valía.
"En la oficina de mi secretaría debería estar preparada ya la documentación, pasa por ahí para regularizar tu ingreso a la institución y prepara tus clases, empezamos en 2 semanas" Se levantó con una enorme sonrisa y tras agradecer mas de las veces necesarias salió de la oficina principal.
Mateo había terminado la universidad un año mas tarde que los demás por las trabas que le imponía su condición de omega y la poca ayuda honesta que recibía de sus profesores. Desde que eligió una carrera supo que quería hacer del pensamiento de los jóvenes algo diferente. Él no se consideraba como el omega varón promedio, conservaba buenas calificaciones, tenía pocos amigos pero verdaderos y su meta de vida era valerse por sí mismo.
Si bien sus padres no lo apoyaron como él hubiera querido, aun costearon sus estudios superiores y lo mantuvieron hasta que comenzó a trabajar. Ellos vivían en otra ciudad, lejos de los rumores que podrían llegar acerca del comportamiento inmoral de su único hijo, lo cual nunca estuvo ni cerca de ser la imagen impecable que el omega demostró tener. Los amaba a pesar del trato distante y lo estrictos que eran con él, siempre se vio con alguien que tuvo suerte ya que su apariencia gritaba "omega" por todas partes y su familia no lo despreció desde el primer momento. Al cumplir los 15 años sus padres no lo dejaron salir de casa y sus clases eran dictadas por correo hasta finalizar la secundaria, tenían muy claro que él saldría de la ciudad y él lo aceptó a cambio de sus estudios.
Mucho antes de graduarse, Mateo consiguió trabajos en guarderías y jardines para niños, luego trabajó como suplente en una escuela primaria que quedaba algo lejos de la pequeña casa que alquilaba pero estaba contento. Esta era la primera vez que podía trabajar en lo que tanto se esforzó estudiando y esperaba con ansias el primer día de clases para poder enviar fotografías a sus padres y sientan orgullo por él.
Tomó asiento en las bancas fuera de la oficina a la que había llegado, estaba tan sumido en sus pensamientos sobre su nuevo sueldo, compras para su casa, lo que necesitaría en adelante y el tipo de transporte que usaría cuando inicien las clases que no notó como un joven lo miraba a lo lejos hasta que este abandonó su asiento e ingreso en la oficina, sus miradas se cruzaron y no pudo evitar sonreírle, se preguntaba si sería uno de sus alumnos.
"Disculpe, usted viene de la oficina del director" una voz suave lo sacó de sus pensamientos, cuando levantó la mirada vio a una señora muy bien peinada y con un lindo traje de sastre. Asintió rápidamente mientras se levantaba "Acompáñeme por aquí por favor"
Entró directamente a la oficina y nuevamente no notó los ojos claros que se clavaron en su espalda. El procedimiento fue rápido, algunas firmas, fotocopias, huellas digitales y ya tenía un documento que confirmaba su puesto en la escuela. Salió emocionado de la institución y envió un mensaje a sus dos amigos: Saúl, un beta gordito y muy amable, y Lucía, una omega.
"El contrato es mío!! Vengan a mi casa esta tarde para celebrar" recibió una respuesta afirmativa por parte de ambos y sentía que no cabía mas en su piel. Decidió ir a pie a su casa, no era demasiado el trayecto y le serviría para drenar algo de la energía que tenía acumulada, ignoró perfectamente las miradas y comentarios que susurraban algunas personas, después de todo la vida le estaba sonriendo por fin.
De camino decidió ir por el supermercado para conseguir algunas bebidas y algo de comer, quería recibir bien a sus amigos y celebrar su nuevo trabajo. Ellos ya enseñaban en otras escuelas al otro lado de la ciudad, encontrar trabajo les fue más sencillo ya que los betas son mejor aceptados y las omegas tienen mejor control de sus ciclos de celo, aún así Lucía optó por una escuela primaria para trabajar. Entre ordenar la sala de su casa y alistar los aperitivos se pasó rapido la tarde hasta el encuentro con sus amigos.
"¿Quién es el nuevo maestro?" dijo emocionada Lucía saltando a los brazos de Mateo apenas la puerta fue abierta "Estoy muy feliz por ti, lo lograste a pesar de todo" le acarició la cabeza y beso sonoramente sus mejillas antes de entrar al recibidor. Por otro lado Saúl, traía una gran botella de vino y luego de saludarse entraron a empezar con su celebración. A pesar de la emoción no dudaron en expresar su preocupación y pedirle que siempre esté en contacto con ellos por cualquier cosa que pase.
La tarde se fue entre risas, anécdotas y comida. A pesar de haberse visto obligado a dejar a sus padres para evitarles malos ratos y tener que enfrentarse solo a un mundo que tenía una terrible idea preconcebida de lo que él podría llegar ser, era ese pequeño momento de felicidad que hacía que el omega agradeciera estar vivo.
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Profesor (En Edición)
RomanceEn una sociedad que rechaza a los omegas varones, Mateo logra cumplir su sueño de ser profesional y entra, después de muchos años, a enseñar en una escuela de la ciudad. Asignado como profesor de historia, nada podría arruinar ese perfecto primer d...