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Las pesadillas no pararon esa noche y prefirió no salir de casa por el desorden hormonal que le provocaría dejar los supresores. Vivir solo fue una de sus metas pero ahora se sentía enfermo en tanta soledad, no se tomó el tiempo de desayunar, solo tomó una larga y descuidada ducha para poder llamar al señor David y pactar su reunión. 

"¡Jovencito! moría por oír tu voz, tus alumnos me vuelven loco" él había tomado las horas de Mateo en lo que volvía "¿Cuándo te sentirás mejor para volver a clases? la verdad es que es muy raro ver a mi cachorro como mi alumno, admiro tu paciencia con él" dijo bastante animado, esperaba que esa la llamada fueran de buenas noticias. 

"Señor, disculpe que lo llame tan temprano. Lo que pasa es que tengo una situación muy delicada que quisiera explicársela en persona y me apena mucho pedirle esto, pero ¿usted cree que pueda venir a mi casa? De no ser necesario no se lo pediría y le pido disculpas por mi atrevimiento"

"Dime algo, ¿fallaste al contrato?" preguntó el alfa ya un poco más calmado 

"No, no, no tengo un alfa de la escuela ni un bebé. Es algo un poco diferente" dijo con una voz un poco apagada.

"Bien, entonces si estás cómodo con eso puedo ir hoy mismo por la tarde. El tiempo apremia al momento de tomar decisiones" se escuchó un regaño al fondo, seguramente Zack había empezado alguna travesura "Cuídate niño, nos vemos más tarde" 

El omega solo se sentó en su sofá con la mirada perdida, aún era media mañana y si no comía nada no tendría energía para cuando llegue su jefe. Sacó su billetera buscando el número de su restaurante favorito y vio primero la tarjeta de Emma, quizás no sería mala idea llamarla para distraerse, y así lo hizo.

En su larga conversación ella le contó que era una enfermera retirada, hace 5 años había perdido a su único hijo, un joven beta de 19 años, y a su esposo en un accidente de tránsito, por la depresión dejó de trabajar en hospitales, se dedicaba a dar asistencia a domicilio eventualmente pero el dinero ya comenzaba a faltar. Ella vivía algo lejos de donde Mateo pero prometieron encontrarse pronto. Mateo admiraba el como ella había superado su perdida y ahora buscaba ser feliz, él le había contado sobre su estricta familia, la universidad y sus dos amigos. Entre su charla comía lo que pidió a domicilio y pasaron las horas muy rápidamente, quedaban un par de horas antes de la llegaba del señor David. 

Ordenó un poco la sala y limpió la mesa, puso algo de agua para ofrecerle un té o quizás un café. Preparó todo para su llegaba y se vistió de manera más presentable.

"¡Mi profesor favorito!" exclamó muy fuerte cuando la puerta fue abierta, extendió los brazos pero los recogió al darse cuenta del mal semblante del joven frente a él "¿Te encuentras bien?" dijo frotando su hombro, como comúnmente hacía, pero esta vez lo sintió temblar bajo su tacto.

Ingresaron a la casa y se sentaron frente a frente en los sofás, Mateo le ofreció algo de beber y luego de que el alfa aceptara se dirigió a la cocina. David había notado un ligero aroma turbio mezclado en el común aroma dulce del joven, a él no le afectaba demasiado por estar enlazado pero siempre había sido agradable percibirlo. Una vez cómodos, Mateo inició su discurso.

"Disculpe por llamarlo de un momento a otro" suspiró fuertemente "Primero le contaré lo que ocurrió" lo miró a los ojos y esperó por su asentimiento "Unos minutos después de abandonar la escuela el día viernes, yo fui atacado por un alfa en celo" con lo último su voz se quebró pero decidió seguir "Abusó de mi sexualmente y fui herido, apenas ayer volví del hospital después de ingresar inconsciente" 

Los ojos de sorpresa de David eran demasiado evidentes, autimáticamente pasó los ojos por el cuerpo del menor y efectivamente, tenia moretones viejos en los brazos y el cuello rasguñado, no quería imaginar que más tuvo que sufrir pero le agradecía al cielo que no lo hubieran marcado contra su voluntad.

Profesor (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora