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"¡Espera! Hay algo que no estás considerando" Arián inclinó su cabeza con duda "Llevo más de un año sin hacer nada de esto"

"Lo sé" sonrió divertido.

"Eso es enorme, no va a caber" señaló hacia abajo con mucha vergüenza.

Arián negó con una enorme sonrisa y besó la punta de su nariz.

Bajó, lentamente y con caricias, una de sus manos hasta la cadera del omega.

"Entonces debo prepararte, ¿puedo?" Joseph respiró hondo muy notoriamente y miró al alfa.

"Solo, hazlo lento"

Arián asintió y, tanteando, bajó los dedos. No quería fijar su mirada en el cuerpo de Joseph que tanto amaba aunque a este le provocara tantas inseguridades.

"Voy a mover tus piernas" dijo bajito, separando los muslos del pelinegro. Repartió suaves caricias por la erección del omega y ocasionó que este liberara una oleada de feromonas dulces y demandantes "Estás muy mojado"

"Cállate.. es culpa del celo" El rubio sonrió y asintió siguiendo con su trabajo.

Cuando rozó la entrada del omega, este se sorprendió con un respiro ahogado. Dibujó pequeños círculos sobre la piel húmeda y fruncida hasta que la sintió contraerse, dando la señal de que podía entrar.

"Relájate y respira despacio" dijo a la vez que introducía un dedo en la reducida cavidad.

"Es.. incómodo"

"Sh.. sh.. ya va a pasar" El movimiento repetitivo hizo que el músculo aflojara y pudiera, con un poco de presión, introducir otro dedo.

"Ah.. duele, espera" Arián juntó sus labios con los de su compañero para callar sus reclamos y buscó ese punto que lo hacía perder la razón.

"¿Todavía duele?"

"Ah.. no, no, ¿qu-qué estás? ah" una sonrisa triunfal se dibujó en el rostro del rubio al tiempo que disfrutaba ver como el omega se derretía bajo su tacto.

Era un mar de gemidos y respiraciones entrecortadas frente a sus ojos.

"Ar- Arián, siento que voy.. espera, no" en lugar de detenerse, siguió con los toques que enloquecían a Joseph hasta que logró su cometido al hacer que este se viniera "Idiota"

"Oh, vamos. No puedes decirme que no necesitabas esto"

Joseph entrecerró los ojos mientras trataba de regular su respiración.

"Y.. ¿y tú?" Preguntó "Eso de abajo debe ser doloroso" refiriéndose a su erección.

"No pasa nada" besó su frente "Todavía puedo tolerarlo"

"Me tratas como a un niño, demasiados besos y mucha.. mucha paciencia"

"Nuestros hijos hicieron que tenga paciencia de donde ya no había y, desde que empezamos a salir, me gusta llenarte de besos"

Joseph rió cuando una nueva ola de besos llegó a su rostro.

"¿Entonces? Probamos con.." las mejillas del omega se colorearon.

"Si no lo hacemos, mi celo va a doler más ¿no?"

"Un poco, sí" Joseph infló los cachetes algo incómodo. Antes de responder miró la jeringa cargada en la mesita de noche.

"Bien, pero vamos despacio"

Arián asintió y bajó mano para abrir un poco más las piernas de Joseph.

Profesor (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora