En una sociedad que rechaza a los omegas varones, Mateo logra cumplir su sueño de ser profesional y entra, después de muchos años, a enseñar en una escuela de la ciudad.
Asignado como profesor de historia, nada podría arruinar ese perfecto primer d...
Ya no pasaron días o semanas, esta vez fueron años.
Contra todo pronóstico, Olivia crecía para ser una alfa preciosa y prometedora.
A pesar de no compartir un lazo de sangre, la ojiverde amaba a su padre con cada célula de su cuerpo, creció rodeada del amor incondicional de su familia, una verdadera joya hasta que el terrible día llegó.
La navidad número cuatro de Olivia, Santa dejó para ella muchísimos regalos bajo el árbol, los cuales esperaba compartir con sus pequeños tíos gemelos.
"Mamá, a-ab-ábrelo"
"¿Por favor?"
"Sí" las risas llegaron al comedor de la casa de Mario y Amanda al oír la plática de la pequeña rubia y su madre.
Todo los regalos fueron abiertos excepto una pequeña caja que en lugar de llevar un nombre, solo tenía la palabra "familia"
"Vía, ¿Nos puedes alcanzar esa caja?" Preguntó Aarom desde el sofá.
La pequeña gateó bajo el árbol para alcanzarla y entregarla a su padre. Este se la dio a Zack despertando su loca curiosidad.
"¿La abro? ¿Es para mí? Yo soy familia" dijo rebotando en la alfombra.
"Dejemos que Emma la abra" pidió Mateo. La beta estaba sentada entre las otras dos abuelas de Olivia, así que sería sencillo que todos vieran el contenido de la caja.
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Sorprendiendo a todos, el primero en llorar fue Mario. El alfa había vivido junto a ellos cada parte del tratamiento y había contenido las lágrimas de su hijo cada que este se culpaba por no poder cumplir ese enorme sueño.
Amanda miró a Emma y ambas miraron a Mateo.
"¿De verdad?" Preguntó la omega.
"Apenas nos enteramos hace un par de semanas" dijo el omega asintiendo al tiempo que un par de lágrimas escapaban de sus ojos.
"Oh dios, otro nieto" su madre cubrió sus labios mientras miraba con ternura el vientre aún plano del castaño "Se lo merecen, llevan un año y medio intentándolo" Mateo esperaba, muy dentro de él, que aceptaran a su nuevo bebé así este no sea alfa.
Roger solo se puso de pie y abrazó al alfa ojiverde felicitándolo por su futuro bebé, Mateo sonrió a lo lejos pensando en que habrían cosas que nunca iban a cambiar.
"¿Cuánto tiempo tienes?" Preguntó Emma.
"Un mes y medio" dijo dejando suaves caricias en su pancita.
La conversación abrumó a Olivia, que no entendía que ocurría con toda su familia.
"¿Mío?" Preguntó señalando al oso dentro de la caja.