Como cada miércoles, Celeste acompañaba a Aarom a las pistas donde se reunía con otros chicos a patinar, el alfa estaba a poco más de una semana de su celo y la pequeña omega lo sabia muy bien.
Aarom ejecutaba maniobras complicadas sobre su patineta, provocando suspiros preocupados en Celeste cada que parecía pisar en falso. La mayoría del tiempo se encontraban con Joseph y Arián en las pistas pero al alfa rubio no le gustaba ese deporte, por lo que prefería mirar series en su celular y acompañar a Celeste.
Si bien no eran ellos los mejores amigos en la escuela, cuando estaban en ese parque pasaban divertidos momentos y la omega se había vuelto realmente cercada al alfa rubio.
"Creo que conseguiré una de esas" dijo llamando la atención de Arián, señalaba con un dedo la tabla bajo los pies de Joseph.
"Yo no creo que debas hacerlo, realmente no te gusta montar esa cosa y si lo haces por Aarom probablemente no le guste" Arián estaba convencido de sus palabras, sabía que la omega siempre intentaba encajar en los gustos del alfa, llevaban más de medio año juntos y con el tiempo sus acciones se habían vuelto predecibles.
"Así estaremos mas en sintonía, ¿no crees?" dijo con una suave sonrisa "Últimamente su humor empeoró y casi no estamos juntos" recordó las respuestas cada vez más indiferente a cada mensaje de texto que ella enviaba.
"Sabes que él nunca ha sido el más alegre, tienes suerte si lo ves reír de vez en cuando y eso casi solo pasa cuando está con su familia" el alfa paseaba sus ojos por la pantalla de su celular. "Además las patinetas es lo suyo, dudo mucho que vaya a dejarlas algún día, desde que lo conozco está subido en esas cosas, es su mundo Celeste, y no creo que debas irrumpir en el"
Los dos alfas del grupo se conocían desde los 8 años y Aarom siempre fue el más temerario de los dos. Arián siempre fue tímido y era muy raro verlo lejos de Joseph, estos eran vecinos y amigos de toda la vida, de pequeños daban la impresión que serían un omega temeroso y un problemático alfa pero la ironía hizo que crecieran como un callado alfa con la apariencia digna de un príncipe de cuento con cabellos rubios y ojos verdosos mientras que en Joseph el cabello y ojos negros solo acentuaban la arrogancia que desbordaba por sus poros, cual villano de una historia infantil, y divertía a Arián.
A Zack no le agradaban en absoluto, incluso un par de veces se lió a golpes con Joseph por acosar al único omega varón que había en la escuela, lastimosamente ese chico se cambió de escuela o quizás simplemente ya no volvió a estudiar, nadie lo sabía realmente.
"No pasó ni un mes desde que terminamos la escuela y apenas lo veo cuando estamos aquí. Luego de un rato me lleva a mi casa y la única interacción que tenemos es por mensajes de texto" Celeste hablaba cada vez más bajo pero sus ojos no se despegaban de Aarom.
"Esto es algo personal ¿si? pero como manejan sus celos. ¿Los pasan juntos?" preguntó Arián con las mejillas coloradas.
"Eh, pues sí, nos ayudamos. Yo estuve desde su segundo celo y desde ahí, siempre" la omega se sentía orgullosa de acompañar a Aarom en cada uno de sus celos y que él haga lo mismo por ella "Pero si no es por el calor del celo, no hay nada más entre nosotros" su voz escapó en un susurro."
"¿Entonces por qué estás con él? Puedes asistir su celo sin ser su novia"
"Cuando supimos que era un alfa llamó la atención de muchas chicas en la escuela. Osea míralo, ojos muy verdes, cabello negro, es alto, en fin" dijo al ver la cara de risa del chico frente a ella "Es guapo y amable. Sí ya sé que ahora anda muy gruñón pero confío en que se le quitará con el tiempo, además antes de que llegue su primer celo me lo crucé en la calle, estaba con su primo y yo tuve un problema con mi ex novio" sus mejillas se colorearon "Me defendió de él y, con Zack, me acompañaron a mi casa"
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Profesor (En Edición)
RomanceEn una sociedad que rechaza a los omegas varones, Mateo logra cumplir su sueño de ser profesional y entra, después de muchos años, a enseñar en una escuela de la ciudad. Asignado como profesor de historia, nada podría arruinar ese perfecto primer d...