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Una vez a la semana llegaba un equipo médico a revisar al omega y una vez al mes llegaban a controlar el crecimiento de los mellizos.

"¿Notaron algún cambio en él?"

"Para nada, sigue exactamente igual" dijo Arián frotando sus manos.

Denisse estaba con él y sobre la cama ambos mellizos.

"Necesitamos una muestra de sangre y vamos a doblar las vitaminas" dijo el médico mientras revisaba los monitores.

Cuando la aguja atravesó la piel pálida del pelinegro, el aroma de este se intensificó denotando miedo.

Inmediatamente Arián se levantó y con un gruñido profundo asustó a los enfermeros.

"Hijo, no" Denisse tomó la mano del alfa y tiró de él.

"Joven, fue un reflejo, por favor permita que lo revisemos" Arián asintió pero estaba demasiado ansioso para permanecer quieto.

"¿Es la primera vez que reacciona así el omega?"

"Al parecer sí" respondió Denisse.

Luego de obtener las muestras y realizar los chequeos básicos, el médico pidió a uno de los bebés.

La omega entregó a Alex, el médico lo acostó sobre el pecho del muchacho y cuando este se movió el aroma dulce llenó la habitación. El bebé sacudió sus piernas y sonrió sin dientes al reconocer a su mamá.

Arián observaba atento cada reacción. Cuando retiraron al bebé más pequeño este comenzó a llorar, sin embargo su falta de llanto hizo que el omega no se afecte.

Denisse arrulló al bebé mientras un enfermero tomó al bebé más grande y repitió el proceso.

Ocurrió lo mismo, el aroma envolvía el lugar y el rubio se desesperaba por tocarlo.

Joan balbuceó con fuerza y extendió los brazos intentando alcanzar el rostro del omega.

A diferencia del bebé anterior, el mayor no lloró cuando fue retirado.

"¿Hace cuánto los niños no están con él?"

"Tres o cuatro días, Joan estuvo resfriado y no queríamos que un virus llegue a mi yerno"

"Entiendo" miró a Arián "Deje que su alfa lo llame"

"Mi alfa es agresivo"

"Estoy seguro que no con él" el rubio asintió inseguro y cerró los ojos concentrándose en ceder el control a su otra mitad.

Denisse sonrió ligeramente cuando oyó la voz un poco más gruesa que la de su hijo reconociéndolo.

"Omega" susurró grave, un gruñido suave se oyó en la habitación pero no había reacción en Joseph.

"Podríamos probar soltando su aroma"

Arián lo hizo, su mirada oscura no se despegaba del mayor. Luego de dos minutos sin respuesta, el médico alistó un tranquilizante para el alfa.

"No es necesario" dijo Arián con el ceño fuertemente fruncido, se acercó al pelinegro y luego de besar su mano cerró los ojos resignado volviendo al interior de su portador "No me reconoce"

La voz tranquila del alfa hizo saber a todos que no había peligro en él.

"Recién está reaccionando a estímulos y siempre su instinto por sus cachorros supera a todo en ellos. Los omegas son excelentes madres por esta característica" miró a la familia "sus cachorros lo traerán de regreso, pero debemos ir poco a poco"

Profesor (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora