- 101 -

2.4K 275 60
                                    

- Alex -

No le fue nada sencillo aprender a comunicarse y cuando, a la edad de cinco años, notó lo diferente que era de su hermano se creo un enorme problema para los jóvenes padres. Era desgarrador ver a Alex llorar y tratar de gritar para oír su propia voz pero está simplemente no existía

Joseph apenas podía caminar por algunos minutos antes de quedar agotado. Pasaba las tardes en la piscina con Joan y cuando estaba fuera de esta llenaba de mimos al más pequeño de sus hijos.

El niño pelinegro intentó entrar a la piscina varias veces pero el audífono se aflojaba y dejaba de oírlos, lo cual era un golpe directo a los nervios de Joseph.

Quien mejor lo entendía a la hora de comunicarse era Joan, el pequeño castaño siempre sabía que era lo que quería su hermano pero al crecer esa unión comenzó a hostigarlo.

Alex señaló la piscina de la casa cuando vio como Joseph ayudaba a Joan a bajar al agua.

"Todavía no puedo con los dos, cariño. Lo siento"

Para ese entonces el omega aún no podía valerse por sí mismo y, si bien, ya caminaba algunos metros habían ocasiones en las que sus piernas fallaban y no quería arriesgar a sus hijos en el agua.

Cuando Arián llegó del trabajo encontró al pequeño pelinegro sentado en la alfombra viendo una caricatura.

"¿Des? Hola" llamó con cierta duda.

El niño giró la cabeza buscando la voz de su padre y este se sorprendió al ver los ojitos empapados de su cachorro más pequeño.

"Oye, ¿Qué pasó?" Preguntó tomándolo en brazos.

El niño señaló la piscina, estaba molesto y Arián entendió que fue lo había ocurrido.

Nadie realmente lo sabía, pero Alex encontró su amor por la patineta gracias a su padre. El rubio sabía que su hijo también quería experimentar lo que su hermano en su deporte y el parecido casi exacto que tenía con Joseph hacía suspirar a Arián recordando cuando su compañero tuvo su primera tabla.

Joseph mataría al rubio si se enteraba que él fue quien subió a Alex al skate pero también amaba verlo practicar.

Cuando cumplió ocho años ya podía rodar por grandes distancias y era la excusa perfecta para que Joseph caminara por las tardes acompañándolo. Joan solía dejar la natación durante el invierno y hacer algún otro deporte por lo que correr cerca a su hermano fue una excelente alternativa.

Los mellizos iban a diferentes escuelas en lo que Alex dominaba su lenguaje de señas pero en la secundaria el pelinegro decidió que era momento de ir a una escuela normal.

Sus padres lo apoyaron en todo el proceso y estaban felices de que no hubiera mayor problema con su hijo, o eso creían, el alfa menor de la familia no dudó en entrar a los golpes con un par de betas que intentaron humillarlo por su discapacidad.

Lo único que Alex buscaba era no recibir golpes en la cara para no tener que dar explicaciones a su familia. Los moretones en el cuerpo pudo disimularlos de su hermano pero nada le quitaría la satisfacción de haber desviado la nariz de uno de sus agresores.

No fue sencillo su paso por esa escuela pero nadie en casa lo notó pues la personalidad del adolescente, cada que estaba en la calle, se parecía cada vez más al Joseph agresivo y desconfiado que Arián conoció tiempo atrás, lo cual hacia que sus padres le den su espacio sin poner peros. Esto ayudó a que sus problemas escolares pasarán desapercibidos excepto por su hermano, quien siempre sospechaba que algo estaba pasando.

"¿De cuándo aquí usas mangas largas? Creí que suficiente calor te daba con ese gorro de lana, estamos en verano, Des" el pelinegro miró a su hermano y luego la muda ropa que descansaba sobre la cama.

Profesor (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora