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Aarom inició y terminó la semana con ese terrible humor que lo caracterizaba un año atrás, su sonrisa se eliminó y su aroma solo advertía peligro a quien se acercara a él. Zack decidió darle tiempo hasta que decida contarle lo que ocurrió. 

Por otro lado, Joseph y Arián era cada vez más inseparables. Nadie en la escuela se enteró de la condición del omega, solo la dirección de la escuela estaba enterada para poder manejar sus permisos en caso de celo. 

El carácter arrogante y altanero del omega alejaba cualquier indicio sobre su género y el que Arián lo trate como un igual ayudaba aún más. Joseph se pasaba largas horas dominando nuevos trucos en su patineta, llevándose buenos golpes y raspones pero levantándose inmediata para simular el puchero involuntario que se formaba en sus labios. 

Los gestos tiernos que poseía cualquier omega, él no los tenía o quizás sabía ocultarlos muy bien y más aún el par de veces que se lio a golpes con un beta que intentaba sobajarlo, Arián adoraba lo autosuficiente que el pelinegro podía llegar a ser. 

Si miraba en retrospectiva solía reírse de sí mismo y el como había resultado las cosas. Todo el tiempo estuvo enamorado de su mejor amigo y el creer que tendría que hacer una vida lejos de él lo hizo permanecer en vela más de una noche.

Los padres del alfa estaban un poco distantes desde el incidente en la reunión familiar pero no negaron nunca minutos de su tiempo si su hijo llegaba a necesitarlos. Denisse acostumbró a pasar algunas horas con Joseph para hablarle un poco más de su familia, de cosas típicas de omegas y de la ilusión que le hacía el que su cachorro haya encontrado a su compañero. 

El omega nunca llegaría a admitirlo pero cuando pasaba el tiempo con Denisse, sentía ese calor de madre que en su hogar nunca encontró. Incluso por momentos su personalidad fuerte había cedido por completo dejándose mimar por la melosa omega. 

Denisse le reveló pequeños secretos y la razón por la que Erick y ella decidieron no tener más cachorros, las empresas crecían y ella era la mano derecha de su alfa, su destreza para los negocios era fundamental a la hora de tomar decisiones importantes por lo que, de tener otro cachorro, el tiempo y los cuidados que necesitaría no se los hubiera podido proporcionar. 

Joseph comprendió a la perfección la decisión de la pareja y valoro mucho el sacrificio de Erick que, según su omega, era quien más deseaba otro cachorro. 

En la escuela, las clases iban con tranquilidad y el omega había tomado especial atención a las de anatomía para aclarar esas dudas que no se atrevía a preguntar a sus padres. 

"Entonces podemos ver que las mordidas que lucen los omegas emparejados va más allá de una moda o una costumbre" dijo el profesor mientras pasaba algunas diapositivas. El pelinegro rodó los ojos, a su criterio era estúpido enorgullecerse por una horrible cicatriz. 

"La mordida de un alfa genera en el compañero o compañera los suficientes anticuerpos para fortalecerlo frente a una enfermedad" eso era lo que le interesaba "por ello es que una mordida descuidada debilita a esta casta y ni que hablar de un lazo roto, la primera mordida se da, normalmente, durante un nudo lo que libera muchas más hormonas en los omegas y crea un sentimiento de dependencia que cuesta mucho superar"

Al terminar la clase, Joseph le pidió a Arián que se adelantara, el rubio no se hizo problemas y siguió el camino a la cafetería mientras el omega esperaba a que el aula se vaciara para interrogar a su profesor.

"Profesor, hay algo que no me quedó claro" dijo acercándose a su escritorio.

"Adelante" dijo el alfa con una sonrisa satisfecha por la curiosidad de su alumno.

Profesor (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora