Toronto, Canadá.
Dos años después.
Cargó al pequeño niño de recientes dos años que corría por el pasillo de la gran casa de sus padres, alzándolo en el aire con una sonrisa, escuchando como este reía en grande.
–Eres un revoltoso –dijo, acercándolo a su pecho, este abrazándose a su cuello– Mamá lleva rato buscando a su precioso niño para vestirlo y tú andas jugando bajo las camas. –el niño rió, una sonrisa traviesa, y se ocultó en el cuello de su padre.
–Papi. –dijo bajo, tierno.
–No, nada de papi –trató de sonar enojado, perdiendo cuando el niño se separó, frunciendo sus labios en un puchero. Idéntico a ti, tesoro– Sabes que no te defenderé de mamá y sus ropas, ¿Verdad?
–Do intente –se encogió de hombros, riendo más cuando Mark besó su cuello, haciéndolo aferrarse más a su cuello para no caer– ¡Papi!
–Vamos, Susu lleva buscando al reno de santa hace media hora junto con tu abuela, ¿Tienes claro que no te dejarán ir de nuevo?
–Si. –y fue tierno a los ojos de Mark verle fruncir de nuevo sus labios.
Lo llevó a donde estaba su novia, sonriéndole y entregándole, como si de una ofrenda se tratara, al niño que estaba jugando a ser el muerto.
–Reina, mi ofrenda –dijo, SunHe rió y negó, tomando entre sus brazos a su hijo.
La muchacha besó repetidas veces las mejillas regordetas del clon perfecto de Mark, quien reía a grandes carcajadas por el gesto de su madre. La separó con cuidado, sonriéndole con inocencia. Una mujer apareció en su puerta, viendo con sus ojos achinados y con su ceño fruncido al niño que estaba en las piernas de SunHe.
–Nathan.
–¡Nathan! –exclamó el niño, alzando sus manos.
La mujer llegó a él, tomándolo en sus brazos, el niño abrazándola. Era su nieto, su niño que le recordaba tanto a Mark de niño, era su huracán. Era un desastre, demasiado inquieto, escurridizo y travieso, ¡Ya llevaba dos veces que rompía un vaso! Llevaba dos vasos rotos, una parte del postre navideño comido, las esferas del árbol de navidad habían sido sacadas y habían sido usadas por el niño para jugar con el pequeño cachorro EiJin, además que había abierto un poco de los regalos de debajo del árbol.
Era un completo Mark junior.
Suspiró, besando sonoramente sus mejillas y devolviéndolo a la madre, quien agradeció.
–Tu hermana ya está lista, completamente arreglada y tu aun en pijamas –regañó SunHe, logrando una risilla en el niño– No te rías mucho, eh –le dio un golpecito suave en su nariz, este quedándose quedito por unos momentos, aguantando la risa– Venga, a la tina.
Y pese a que el pequeño renegó, fue llevado por la chica hasta la tina, donde contuvo la risa cuando, después de mucha pelea, acabó jugando con sus juguetes en el agua y con la espuma, quedándose completamente quieto para poder bañarlo.
Claramente iba a necesitar un baño, después de haber ido todos a buscar el árbol de navidad y haber dejado a SuJin a cargo del pequeño HeeSook, ambo terminaron con nieve y tierra en sus ropas y cara. HeeSook ya tenía dos años, y era un revoltoso, había crecido bastante más adelantado que los de su edad, ya sabía hablar casi a la perfección, caminaba demasiado bien y era una completa mente maestra al momento de pensar sus travesuras. Y claramente SuJin era su compañera de travesuras y, muchas veces, su salvadora de su madre. Eran inseparables.
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Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2
Teen Fiction-Segunda temporada "Amantes enmascarados". La vida de adultos parece ser complicada, comenzando juntos y con el apoyo mutuo de ambos. Pero ¿Será suficiente aquel amor como para soportar las tormentas que les esperan? - Contenido variado, desde las...