Capítulo 44

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La muchacha acomodó su camisa, sacándose la corbata negra de su cuello y colgando el saco del mismo color en el perchero junto a la puerta, riendo y recibiendo al cuerpo que corría a ella. Sostuvo de sus muslos a su novia, cargándola hasta el sofá entre risas, sentándose con ella en sus muslos.

–Hola, cielo –besando la punta de su nariz, acarició su cintura– ¿Cómo te has sentido?

–Bien, con Hannie hemos ido de compras con Kim esta mañana, ya sabes, aburrimiento –dijo con una sonrisa, suspirando y acomodándose mejor. La mayor quedando recostada en el sofá con su novia en su pecho, jugando con su cabello.

Mariam festejó internamente. Primera parte: completa.

–Eso es bueno –asintió a sus palabras, alzando la cabeza de su novia para poder verla– ¿Qué compraron? –jugó con las hebras rojizas de su novia, mientras esta hablaba sonrió. Se veía extremadamente tierna con sus nuevas abultadas mejillas.

–Bueno... Primero fuimos a buscar más cosas para que dibujara, según ya se le acabaron –la mayor quedó embobada con su risa, sonriendo– Compramos ropa, ¡Ah, mira! –la muchacha bajó con rapidez de su regazo, recordando lo lindo que había comprado.

En el tiempo que ella hizo aquello, Mariam abrió los mensajes de su teléfono.

CHAT ENTRE MARIAM, KIM
& SUNHE.

Ethan oppa❣️ 👀
Bien hecho Kim, ¿Cómo van
con lo demás?

Susu🦋💞
Bien, Kim fue a buscar lo que dejamos en la bodega.

Hyunggie🐽💕
Lo llevo ya, estoy saliendo de la bodega.

Ethan oppa❣️👀
Perfecto, denme unos minutos para que
puedan continuar.

Susu🦋💞
A sus órdenes, capitana.

Hyunggie🐽💕
Sí, mi capitana.

Escuchó los pasos de la pelirroja cerca de ella, cerrando el grupo con sus amigas para poder cambiarlo a la aplicación de su trabajo, leyendo el último documento que había llegado, aun cuando ya lo había hecho antes de salir de su trabajo.

De hecho, desde que había adquirido la herencia de su madre, no había dejado incompleto ninguno de los papeles. Ser dueña de la gran compañía de modelos y ropa era algo que jamás pensó hacer, pero ahí estaba. Su madre se había jubilado con sus cincuenta años y le había heredado todo a ella, sus compañías y tesoros ahora eran de Mariam.

Y ella estaba cumpliendo exquisitamente con cada detalle.

La pelirroja se posó frente a ella, modelando un lindo vestido. Era sencillo, con una falda de pliegues sencillos hasta unos pocos centímetros sobre sus rodillas, con un ajustado en su pecho y un pequeño "velo" que recaía sobre este, sus hombros descubiertos y el estampado floral blanco y rosa pálido dándole ese toque de inocencia.

–Te ves hermosa –alagó, sacándole una sonrisa a la pelirroja.

–Gracias, honey.

La muchacha giró sobre sus talones, modelándole el vestido con gracia y moviendo sus caderas para su chica, quien estaba, como últimamente debía estar en los modelajes, viéndole y analizándola, con esa mirada penetrante y esa sonrisa suave.

–Lo he dicho antes y lo digo de nuevo, eres perfecta. Miren donde miren, eres hermosa y perfecta, bebé –Mariam palmeó su muslo, la pelirroja acatando la orden y sentándose en su muslo derecho, recibiendo el tacto de su novia sobre sus labios.

Fue un beso tierno, suave. Pero, aun así, causándole una y mil sensaciones en su vientre, como si la felicidad y el amor que le tenía a su linda pelinegra fuera en aumento cuando se tocaban, besaban o demostraban su amor, con el toque suave de sus pieles el vuelco en su estómago era mayor.

Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora