Capítulo 72|Final pt.2

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Dos semanas después ya estaba en silla de ruedas, corriendo a la velocidad que sus manos podían darle en dirección a la habitación de Mark. El había estado semi consiente estos últimos días, sus niños le habían dicho que hace tres días él había movido su mano y apretado la de Nathan, y el bebé tuvo su primera risa.

Toma el ascensor para poder llegar al piso de su amado, sonriendo y jugando con sus manos, impaciente. Finalmente había logrado que la dejaran salir a pasear e ir a ver a Mark, por lo que el día no podía mejorar.

En su regazo llevaba el libro que siempre escuchó a Mark decir que era su favorito, por lo que le leería el segundo capítulo, el primero se lo había leído cuando se escabulló de las enfermeras y durmió con él, apoyada de su muslo.

–Buenos días –saluda un hombre que sube con ella al ascensor. Cree conocerlo, pero sus recuerdos son vagos.

–Buenos día –saluda de todos modos, sin borrar la sonrisa de sus labios.

El hombre no dirige una sola palabra más, solo la observa. La chica siente la mirada sobre ella, y aunque siente miedo, no se mueve. Escucha el clic de una cámara, pese a que le parezca curioso, no pregunta. Las puertas se abren y deja al hombre detrás, no quiere seguir junto a él, la corriente nerviosa que recorrió su espalda fue desagradable.

Se pasea por los pasillos, al ser de noche es poco probable ver mucha gente. Y lo afirma cuando vaga por el pasillo que lleva con Mark, solo había unas cuantas personas; sus familiares no estaban ya que ella misma había pedido que descansaran, después de todo habían pasado dos meses completos cuidándola en sueños y ella quería que descasaran, se sentía bien y eso era lo que importaba, ellos debían recuperarse. La única que aún estaba en la sala de espera era Sarah.

Una mueca se instala en sus labios, la ve dormida de manera incómoda, con su cuello doblado y sus ojos húmedos, producto de las lágrimas, y su mueca se entristece más.

Toma una de las mantas que la recepcionista mantiene en la encimera, desdoblándola, se acerca al cuerpo de la chica y la mueve un poco. Sarah despierta después de haberle susurrado, y la mira entre confundida y feliz– Unnie –sonríe amplio– ¿Qué haces aquí?

–Vine a ver a Mark –señala la puerta detrás de ella– Pero no puedo ver a mi cuñada dormida como su no tuviera huesos en las incómodas sillas del hospital –ambas ríen.

–Vamos las dos, quiero darle las buenas noches –bosteza– Dejé a Hyun con la idea que estoy durmiendo en casa mientras él trabaja –Sun sonríe enternecida cuando la ve rascar uno de sus ojos con su mano derecha– Seguro está por acabar su turno y no me encontrará y se asustará.

Sun asiente– Vamos entonces.

Ambas asienten. Sarah toma las dos manijas de la silla de rueda, empujándola hasta entrar en la habitación.

Y ambas sienten el alma abandonar sus cuerpos cuando encuentran a Mark sentado en la cama, rascando su cabeza sin entender nada y buscando de donde vienen las mangueras que están conectadas a su cuerpo.

–¡Mark! –exclaman ambas, yendo con él.

El chico sonríe, abrazando ambos cuerpos y besando ambas cabezas. Siente de inmediato como la confusión, el miedo y el dolor de cabeza desaparecen con solo tener a ambas chicas con él, y más a quien es su prometida.

–Demonios –ríe– ¿Qué fue lo que pasó? –pregunta, besando la mejilla de su hermana, quien se había acostado en su pecho aún con lágrimas cayendo por sus mejillas– ¿Cuánto dormí?

–Llevas dormido dos meses y casi tres semanas –dice, a lo que Mark abre sus ojos de forma que se ve gracioso para ambas.

–Lo siento –le dice a su novia.

Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora