Capítulo 1

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Su cabeza recayó nuevamente en la almohada, mordiendo con fuerza su labio para poder callar el fuerte gemido que salió de sus labios cuando Mark impulsó su miembro hasta dentro, donde él conocía, era su debilidad. Acabó corriéndose, al poco tiempo Mark la siguió, dejándose caer sobre ella.

Sus respiraciones irregulares, ambos riendo y sonriéndose mutuamente. Un débil te amo de los labios de ambos hizo al contrario sonreír como tonto.

Finalmente, después de muchos meses conviviendo juntos habían logrado tener una rutina, y los fines de semana siempre comenzaban con una buena sesión de sexo. Hoy era viernes, y mañana llegaría la pequeña SuJin de nueve años. Había crecido tanto y en solo un abrir y parpadear de ojos.

Con ella, su madre y su padre, su primo que quería darle la bienvenida también llegaría. ¡Todos estaban tan grandes! Y ella había crecido, madurado, aunque a duros golpes. Había aprendido a sufrir en silencio, controlar su ansiedad universitaria, su depresión por lo mismo y también, había logrado conseguir uno que otro hobby para las tardes del domingo. Único día en que ambos disfrutaban de su soledad.

- ¿Cuándo tienes la próxima presentación? –preguntó su menor, apoyada ella esta vez sobre el pecho de Mark.

-El miércoles a las nueve debo tomar el vuelo a Busan, me encontraré con Jeon para poder formar y tener la presentación. ¿Por qué la duda?

-Quería ir a verte –la menor suspiró, dejando caer su cara en el pecho de su novio–Pero creo que no podré.

-Mh ¿Por qué? –preguntó, la menor sabiendo a que se refería, se sentó, poniendo sus manos en el pecho de Mark cuando este se acomodó en la cama, aun desnudo, dejándose caer en el repasador de terciopelo azul de la cama.

-El divorcio que está llevando a cabo la señora Choi me está tomando mucho más tiempo de lo que creí, su marido realmente dice amarla y no quiere firmar los papeles. Además, los papeleos sobre un caso de abuso aún son extensos. –terminó de explicar.

-Bueno, siempre existen las llamadas. No te preocupes –Mark sonrió, besando su frente. Y la menor solo pudo sonreírle, siempre que aquello pasaba, Mark la consolaba con tiernos besos. Había podido ir solo dos veces en ese año a ver las fabulosas presentaciones de su novio– Además, siempre hay más oportunidades.

-Tienes razón –y, con sus piernas aun a cada lado de la cadera de Mark, se dejó caer en su pecho. Dios, amaba estar así.

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Sus ojos se abrieron con pesadez, viendo a su novia, quien aun dormía a su lado. Besó su frente antes de, con mucha pereza, salir de la cama. Tomó ropas para ponerse depsues de la ducha, junto a una toalla.

Al cabo de unos minutos había acabado de afeitarse, arreglarse y darse su baño. Solo cuando salió del baño pudo ver a su menor con cara de pocos amigos hablando por teléfono.

-Ya le dije, tiene hasta la otra semana. El papeleo no puede ser tan extenso –la vio fruncir el ceño, gruñendo cuando respondieron del otro lado– Puede buscar a otro abogado, pero recuerde quien es la mejor.

Mark rió, viendo como su menor inflaba su pecho con orgullo. Se acercó, besando su frente: – Iré a hacer el desayuno, sale cuando termines –dijo en un susurro, saliendo de la habitación besando la cabellera de su menor.

Caminó por el largo pasillo, ordenando los cojines que habían caído la noche anterior, también dejando sobre los sofás las prendas de su menor. Deberían aprender a controlarse.

Uh, y también debía limpiar el ventanal. No quería que llegaran sus suegros y vieran todo el desastre que tenían.

-Como dos pubertos....

Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora