Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2

Capítulo 39

Terminó de acomodar las blancas colchas sobre la cama, pasando su mano por estas, estirando la suave tela del cubrecama, sonriendo y acomodando los cojines púrpuras y blancos, algunos con diseño y algún inscrito, estaba feliz de ver el resultado.

La habitación de SuJin estaba completamente habilitada, una habitación digna de su pequeña; sus paredes intercaladas entre el blanco y el púrpura pálido, algunas encimeras por las paredes, la principal, por ejemplo, color blanco, eran una tabla bien pintada con un pequeño soporte. Peluches decorándolo con el nombre de SuJin sobre una, peluches que había recibido de parte de Gae y Hyun, quienes solían llenarla de regalos, algunas muñecas que sus amigas le habían dado a su pequeña y algunas cajas de música y demás. La cama estaba frente a la gran ventana, ubicada justo a su largo, junto a la pared. Frente a la cama un sofá blanco con cojines de color púrpura pálido, un tierno peluche de un león bebé porque "Papá parece un león, él es papá".

Había muebles de color blanco que habían costado bastante más conseguir, desde el incidente en la tienda la menor no había querido salir de casa, no se sentía del todo segura. Aunque, claro, Mark se empeñaba en al menos sacarla a pasear, estar dos semanas y media encerrada no había sido lindo de ver, aterrada con la idea de que alguien podía venir y repetir la horrible escena, las sensaciones estaban a flor de piel; la paranoia, el miedo y las lágrimas estaban constantemente. Mark había sido quien la consoló y le brindó seguridad. Ambos habían estado ese tiempo juntos, Mark llamando a las amigas de su menor cuando tenía que ir al trabajo, quería no ir, pero estaban trabajando en una nueva presentación, presentación donde su musa era más especial.

Habían tenido que ver los muebles por internet desde casa entre todas las tiendas de Seúl, Mark tomando referencia de los muebles que su menor quería e iba él mismo a las tiendas, le tomó tres días conseguir todos, pero lo había conseguido, y vaya que valió todo su esfuerzo cuando su menor sonreía en grande, emocionada por completar la habitación.

Había diseños, dibujos con blanco en las paredes purpuras, ambos habían trabajado en hacer esos detalles, estrellas y pequeños dibujos, desde el león representativo hasta el poder completar la manada completa con siluetas de cuatro leones, sí, cuatro. El bebé no iba a dejar de estar.

Suspiró, acomodando las flores artificiales en el mueble de su menor, asegurándose que todo estaba bien para cuando ella llegara. Había un pequeño tul sobre un cojín circular, junto a una encimera con libros, los favoritos de su menor con espacio para los que vendrían. SuJin era una amante de la lectura desde que Mariam le había enseñado la belleza y magia de esta.

Abrió las cortinas, deleitándose con lo bien que se veía todo. Realmente era una hermosa habitación.

Terminó de ordenar, volviendo a donde estaba su novio. Acostado, con su torso desnudo y con una de sus manos detrás de su cabeza, sus ojos centrados en un libro, "Angeles caidos y lucifer", para ser exactos.

Se acercó a el, gateando para interponer su cabeza entre la lectura y él, escuchándolo reir cuando impidió que continuara leyendo. Bajó el libro y se sacó sus lentes de lectura para poder sonreírle y acariciarle los cabello. Le gustaba verla feliz, sonriente después de semanas eternas de lagrimas.

SunHe ladeó su cabeza, besando su pecho para poder acomodarse luego. Mark se sentó en la cama, sintiendo a su menor subir a sus muslos y dejarse caer en su pecho, suspiró satisfecho. Las manos de su menor recorrieron su cuerpo hasta que se detuvo en su antigua cicatriz. Recuerdos de años vinieron a ambos.

El cómo Mark había luchado a cuerpo contra su primo, quien había estado cerca de haber dañado a su novia, de violarla y traerle fantasmas que tanto tiempo le costó dejar atrás, dañarla no solo psicológicamente, física también. A día de hoy no han sabido nada del idiota de su primo, más allá que salió de prisión, no mucho.