Capítulo 38

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Ajustó la mochila a su espalda, sonriendo como siempre lo hacía de solo pensar en asistir a clases. Estar con sus amigas era el pensamiento de todos los días, incluso los días donde no había clases. SuJin solía juntarse los días viernes, sábado y domingo para poder hacer pijamadas con sus amigas, eran inseparables. En especial con SoYeon, la pelinegra se empeñaba en siempre estar con ella, y hasta conocían a sus familias completamente.

Ahora estaba sonriente frente al espejo, admirando como quedaba perfectamente bien ese uniforme; una falda azul marino con una blusa celeste, unos suspensores* que pasaban desde el borde superior de su falda por sus hombros hasta dar con la trasera. El lindo listón negro, sus calcetas blancas y sus relucientes zapatos negros.

Se veía hermosa, y su abuela siempre se encargaba de recordárselo.

–Vamos, tesoro –y su abuelo apareció con una resplandeciente sonrisa, estirando la mano en su dirección– tenemos que desayunar antes que vayas a clases, pequeña lumbrera.

Y la menor corrió a darle la mano, sonriéndole en grande para bajar las escaleras, jugando con su melena que llegaba poco más debajo de su cintura. Su abuela la había peinado, haciéndole una linda coleta pequeña alta arriba de su cabeza, atándola con una cinta celeste que la hacía mucho más linda.

Subió a la silla, sentándose en silencio, pero con una sonrisa siempre pintando su dulce rostro, su abuela llevándole tostadas y jugo, un poco de fruta y un trozo de chocolate.

–Falta poco para que tus clases comiencen, tesoro –la menor asintió, comiendo un poco más rápido– Deberías dejar de jugar con tus muñecas hasta tan tarde.

Pensó un poco lo dicho por su abuela, ladeando un poco su cabeza, asintiendo no muy convencida, ladeando de un lado a otro después su cabeza. Su abuela no evitó que una risa escapara de sus labios.

–Vamos, te llevaré yo. Recuerda que, como cada viernes, tía Mariam y tía SaeHun vendrán por ti para ir con mami y papi –y los ojitos de la menor se abrieron sonrientes, brillando con la idea de poder ver a sus padres. Padres oficiales.

Porque sí, la pequeña SuJin había sido informada que ella era, legalmente, hija de Mark y SunHe, decidiendo que iba a mantener su apellido en honor a sus padres. Que, pese a que haya pasado un tiempo, seguían siendo sus angelitos. Cada noche miraba la segunda estrella a la derecha, la cual siempre estaba acompañada con una pequeña debajo, ambas destilando un brillo que SuJin reconocía como la sonrisa de su padre y la alegría irradiante de su madre. Y era feliz de verlos cada mes en sus sueños, contándole a sus padres cómo iba todo con ellos.

Con su tío MinSu era otro caso, aquel joven de apuesta apariencia siempre la acompañaba a todas partes, desde cuidarla en los baños de la escuela, siempre fuera, hasta sus sueños. No le dijo nada más a sus padres sobre tío MinSu porque habían comenzado a preocuparse, ella simplemente continuó hablando con él en secreto. Como siempre.

Terminó de beber su jugo de la mañana, sonriéndole y dándole las gracias a su abuela antes de bajar, tomar con más fuerza una de las riendas de la mochila y tomar la mano de su abuelo, al mismo tiempo que volteaba y esperaba a que MinSu dejara de abrazar tan cálidamente a su madre, viéndole la frente de esta antes de ir con ella. Los extrañaba, y mucho.

A menudo lo veía sentado en su cama, jugando con sus muñecas cuando ella le pedía que la esperara en cuanto ella se bañaba, algunas veces MinSu desaparecía por días, días que para ella eran completamente aburridos, solitarios. MinSu jugaba con ella a las muñecas y se encargaba de molestar a los brabucones que le molestan en el colegio. Sí, cambiándose y aun así recibiendo el rechazo de la gente.

Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora