Capítulo 43

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Miró su reloj una vez más, dándose más prisa con cada paso dado; su nena, su pequeña, iba a tener su primera presentación individual de baile, estaba ansioso y demasiado feliz. Pese a que muchos dijeran que SuJin no era su hija de sangre, para él sí lo era, era su pequeña sin importar qué. Para él era su hija, aquella que llegó y le alegró los días.

Arregló sus cabellos con su mano, ajustando el agarre en el ramo de flores que había comprado solo para ella, un peluche y un chocolate en una bolsa de papel color púrpura pastel, un lindo moño blanco en un costado.

Un mensaje.

Reina.
Nuestros asientos son el seis y el siete, yo estoy con
SuJin en el camerino, tardaré un poco en llegar contigo. Nos
vemos pronto, amor.

Respondió el mensaje y apagó su teléfono, viendo con una sonrisa el teatro frente a él, era demasiado grande. En una de las paredes, en un cartel bastante llamativo, se presentaba los diferentes grupos e individuales que iban a presentar esa noche, todo a beneficio de una de las compañeritas de SuJin, la tal Kim YunHa había sufrido un accidente y sus padres no tenían los recursos para poder pagar los medicamentos, y, SuJin junto a sus amigas habían decidido que una presentación de baile, canto o talentos, a beneficio de su compañera iba a ser buena causa, iba a ser divertido y al mismo tiempo iban a recaudar fondos.

Y ahí estaba, frente a las puertas donde su princesa estaba preparándose, donde su niña se iba a presentar, donde su hija iba a poder mostrar públicamente su talento. Y, demonios, estaba demasiado intrigado de poder verla bailar, él, con sus ojitos; había escuchado durante estas últimas semanas a su nena llorar, gritar y chillar, muchas emociones la habían dominado en pocos días, la había visto derrotada los primeros días, los siguientes poco a poco iba recuperando las ganas de continuar, y él siempre estuvo al pendiente de su nena, igual que SunHe. Ambos no habían dejado que su hija de descuidar de sus estudios, su alimentación ni mucho menos que se llegara a sobre esforzar, y ahora, ambos, estaban felices de poder ver a su hija disfrutar de su pasión.

Abrió las puertas, sonriendo en grande cuando vio cuanta gente estaba en los asientos burdeos del gran teatro, lo bien que estaba decorada y como estaba en cada esquina a quien iba el beneficio, fotos dela chica de coletas con ortodoncia, sonriéndoles y alguna donde simplemente estaba distraída. SuJin y sus amigas habían planeado, casi, todo esto. Su profesora y demás compañeros aportaron bastante igual, aunque ella y sus amigas habían decorado el teatro, habían dado la idea y la habían puesto en marcha. Estaba orgulloso.

Fue a la primera fila, la de en medio, y buscó en los asientos enumerados los que su novia le había pedido, llegó a ellos y tomó asiento con una sonrisa. Mientras que su novia llegara, tomó su teléfono para jugar unos momentos a su último juego, el que le tenía viciado.

Un calor ajeno llegó a su lado, no conocía aquel perfume por lo que no podía ser su novia, mucho menos conocía el delicado tacto de esa mano sobre la suya. Alzó la cabeza y pudo ver a la misma muchacha que había sido enemiga de ambos en el caso para adoptar a SuJin, adoptarla y hacerla parte de ellos. Su ceño se frunció.

– ¿Hola? –la chica a su lado le dedicó una sonrisa.

–Hola, Markie –y el tono dulce solo le dio nauseas– Mucho tiempo sin verlos –canturreó lo final, Mark alzó una ceja ante su extraño comportamiento.

– ¿Vienes a ver a tu hermana menor? –preguntó, no quería parecer sin respeto preguntando la razón directamente de su llegada ahí– Digo, curiosidad –habló rápido cuando la, ahora castaña, alzó una ceja divertida en su dirección.

–Sobrina –contestó, volviendo su vista al frente– Mi hermana menor tuvo su hija hace unos años y se presentará hoy –contestó con total naturalidad.

Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora