Capítulo 64

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En más de una ocasión recuerdo haber dicho que los especiales son realidades alternas, ¿Recuerdan? Que todo puede ser realidad o bien pueden ser solo parte de otra realidad.




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Limpia sus manos, soltando un sonoro suspiro mientras lo hace, volteando a ver de reojo a la mujer que duerme ya en el colchón. Limpia también su espalda, sacando restos de la crema rosa que había usado para masajear la zona, dejando un beso en sus omóplatos para después poner sobre su cuerpo la sábana.

Una semana dura había acabado, y como cada noche él le había dado masajes en su espalda, piernas y pies, sus zonas más adoloridas cada noche pasaban un rato siendo acariciados con crema aromática, una sesión de besos y una dulce melodía antes de dormir era todo lo que Sun obtenía después de un largo día de estar con esa enorme barriga.

Y mientras ella dormía, Mark ocupaba las horas de insomnio para hablar con el bebé, quien ya respondía al sonido de su voz dando pequeñas pataditas. Pero pese a que era algo increíble para los que habitaban la casa, era doloroso para Sun, quien llevaba sufriendo horribles dolores de espalda por el peso de su barriga, dolores por cada movimiento que HeeSook hacía para acomodarse, las pataditas comenzaban a dolerle un poco y le costaba demasiado encontrar una manera de dormir cómoda.

Pero hoy, después de una semana dura, había acabado por dormirse sin necesidad de removerme mucho más, con su cuerpo acurrucado de lado y abrazándose a su barriga. Mark aprovechó aquello para dejarla dormir en su amplia cama, el prefirió dejarla para que durmiera cómoda y con todo el espacio posible.

Tomó la botella de vino de su almacén, una copa y algo de uvas de la temporada, saliendo al balcón de la habitación para tomar asiento frente a la luna. Sirvió su copa y jugó con ella con cada sorbo que daba, cerrando sus ojos solo imaginando que en solo un tiempo más, muy poco tiempo, tendría a su hijo entre sus brazos.

Soñaba con enseñarle las estrellas, contarle historias antes de dormir, así como su madre hacía con él, cocinarle en las mañanas antes de irse al taller, jugar con él hasta que pidiera una siesta, mimarlo y llenarlo de amor todos los días, ser quien lo defienda cuando Sun le regañaba, ser su mejor amigo.

–En solo unas semanas –dice mientras ve el líquido rojizo moverse en la copa– mi pequeño Nathan, te tendré en mis brazos –sonriendo, da un largo sorbo a su bebida.

–¡¡Mark!!

Se separa de la copa, poniéndose de pie ni bien escucha los quejidos de su novia dentro de la habitación y cómo la puerta era abierta bruscamente. Sus ojos se abren y siente el aire escapar de sus labios cuando encuentra a su novia con agua escurriéndole por sus piernas, su pijama mojada y jadeando de dolor en la cama.

Rompió fuente.

Sus ojos se cristalizan y su cuerpo deja de responderle. Lo único que Sun y SuJin vieron fue el cuerpo de Mark desmayándose en pleno camino a ellas. Sun contiene un nuevo quejido, solo tomando la almohada y apretándola con fuerza. El dolor disminuye y es cuando puede decir algo sin dolor de por medio.

–Hija –jadea– Por favor, llama a tía Kim o la tía Mariam y diles que ya es hora, que Nathan ya llegó –pide, y la niña no tarda un segundo más en tomar el teléfono.

Marca a su tía Kim, pero esta no responde, seguro ha de estar durmiendo, piensa; marca el número de su tío Jae y tampoco contesta, su tía Mariam y su tía Sae parecen seguir durmiendo y es cuando queda con sus manos atadas a su espalda. No había tiempo, y odiaba de verdad escuchar a su mamá quejarse por el dolor que su hermanito estaba dándole, por lo que marca al primer número que su dedo encuentra. Chan se lee en la pantalla, pero antes de poder darle a que llame, el nombre con el que su tía Mariam está registrada en el teléfono de su madre se deja leer.

Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora