Capítulo 59

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Se dejó caer en el sofá, una sonrisa boba estaba en sus labios. Había ido a ver de nuevo a la pequeña Hannie, quien ya tenía dos meses de nacida, y era realmente adorable como la pequeña estaba creciendo, hermosa. Y le resultaba gracioso cuando comenzó a desarrollarse, pareciéndose mucho a su madre mayor, a Morgan. Su nariz, sus labios acolchados, sus ojos celestes y su cabello oscuro. Era demasiado tierna, y Morgan solía molestar a su chica con aquello, Sae había tenido a la pequeña copia de Mariam por nueve meses para que saliera idéntica a su madre, lo único que tenia de ella era la forma de sus ojitos, achinados.

Mark se sentó a su lado, dejando a un costado del sofá sus muletas, abrazándola por la cintura y pegando sus cuerpos. Por costumbre subió sus piernas en sus muslos, abrazándose al cuello de su novio, compartiendo un beso antes de caer en su pecho y Mark de espaldas al sofá.

– ¿No es increíble? –preguntó, jugando con los botones de su camisa– Ya nos queda solo un mes a nosotros para que Nathan nazca, ¿No estás ansioso?

El pecho bajo ella vibró, su oreja se deleitó con lo grueso que sonó Mark al estar con su oreja en su pecho, escuchando la risa profunda y su voz grave después.

–Claro que lo estoy –las caricias que subieron a sus cabellos le hicieron bostezar– ¿Y tú?

– ¡Obvio que sí! Tendremos a Nathan en solo unos meses y SuJinie tendrá con quien jugar, ¡Un hermanito! Ha de estar súper emocionada –aquello último fue dicho al aire. Una mueca se formó en sus labios con el recuerdo de su hija.

Siempre fue fácil descifrar qué pensaba SuJin, si estaba bien o si estaba mal siempre era fácil saberlo. Era una persona muy transparente, sus expresiones siempre fueron un poema fácil de leer y sus acciones era lo que la delataba de todo. Sus tics nerviosos, su risa cuando mentía, todo eso era algo que Sun conocía tan bien que nunca necesitó más que una vista rápida para saber qué sucedía con su pequeña. Mas ahora, ¿Cómo leer algo que no puedes entender?

La mirada dulce y llena de vida de SuJin estaba apagada, sus sonrisas eran muecas y lo notaba, comía menos y el cambio repentino de look era algo que aun pasaba por su cabeza, ¿Cortar sus cabellos? Siempre decía que eran su cosa más preciada en el mundo, que jamás les haría nada, entonces, ¿Por qué?

–Amor, –llamó, volviendo su vista hacia arriba, donde estaba su novio mirándole expectante– ¿Te has dado cuenta que SuJin está diferente? –preguntó, bajando de nuevo su vista– Es decir, sé que lo que pasó en el sótano le ha dejado marca, pero aún me pregunto ¿Qué tanto sucedió? –entonces boqueo, dándose cuenta que sonó mal a primera impresión– No me refiero a que el que haya sido secuestrada sea menor, pero, ¿Qué le hizo cambiar tanto?

–¿Lo dices por su actuar o por como viste ahora? –preguntó el chico, la menor mordiendo su labio sin saber qué contestar. Mark se acomodó de mejor manera, suspirando en el proceso– Veamos, algo ha pasado, eso lo sabemos –la chica asintió– Pero por más que haya intentado hablar con ella, me rechaza.

–A mí también –y Mark no dudó un segundo en besar el puchero que formaron sus labios.

–¿Ves? –la menor le miró confundida– Algo sucedió, pero ella no quiere decirlo. Es decir, cortó su cabello, pasó de usar las ropas que le gustaban por usar suéteres extremadamente grandes, pantalones que son el doble de grandes que ella –exclamó, y entonces un escalofrío recorrió el cuerpo de la menor– Está reacia al cariño, no nos quiere tener cerca y cada día son menos las palabras que cruza con nosotros –un suspiro pesado camufló el jadeo asustado que salió de los labios de la chica– ¿No es esa suficiente razón para que entres tú al juego? A mí no me dice nada, ¿Por qué no lo intentas tú?

Y como si la hubieran invocado, la puerta fue abierta por la menor, quien se despedía de su amiga con un fuerte abrazo, tan afectivo que los dos temieron cuando la vieron sollozar en su hombro. SoYeon le acariciaba lento sus mechones cortos, y ella solo lloraba. Ambos pudieron escuchar un "Tú puedes hacerlo" antes que las dos se separaran y SoYeon saliera de ahí con dirección al auto de su madre.

SuJin entró a su casa, dejando en el perchero su chaqueta y sus zapatos debajo, sacándose las calcetas que estaban húmedas debido a la lluvia de ese día, todo bajo la atenta mirada de sus padres. Supo que tenían que hablar cuando su nombre fue pronunciado por su madre.

–Hija –la mujer llamó de nuevo, no teniendo una respuesta– SuJin, siéntate por favor –pidió, señalando el sillón junto a ellos, la muchacha acató la orden.

Y ambos quedaron atónitos cuando sus puños apretaron la falda de su uniforme, soltado lágrimas sin cesar. Sus sollozos llenos de dolor, asustada, espasmos que la hicieron abrazarse. Sun no dudó un solo segundo en soltarse de los brazos de su novio, correr a donde su niña lloraba y arrullarla entre sus brazos, dejándose amar después de mucho, abrazándose a ella y sollozando fuerte en su pecho.

–Hija, ¿Qué sucede? –sonó dulce, tercio para SuJin– Amor, puedes decirnos qué sucede.

–Mamá, –llamó entre sollozos, Mark yendo donde ellas para tomar la mano de su hija que descansaba en el hombro de su novia– Mamá, papá –tragó grueso– Les fallé –y eso bastó para saber qué pasaba.

–No, no –la mujer negó– No, mi amor –separándose un poco, secó las lágrimas de su hija– No tienes por qué culparte, ¿Si? –y ver sus ojos, llenos de miedo y pánico fue como verse a ella en sus días más oscuros. Sintió el nudo en su garganta, el miedo de nuevo inundándola y simplemente dejó que las lágrimas salieran, abrazando de nuevo a su niña– No importa qué, no fue tu culpa, ¿Si, mi amor?

–No, mamá –negó, Mark no estaba entendiendo una mierda de lo que sucedía– Mamá, ni me defendí, ¡Fui débil mamá! –y entonces, poco a poco, recordó lo que su novia le había contado. Su rostro se endureció y sus manos se hicieron dos puños, sintiendo como el fuego comenzaba a recorrer sus venas– Él me tocó, mamá, él lo hizo y yo no hice nada, ¡No pude! –aquello fue todo lo que rompió el hilo de cordura de Mark.

No dudó un segundo más, tomando las llaves de su auto, su abrigo y saliendo de la casa. No importó cuanto gritó su novia, su hija, no importó nada cuando ya estaba sobre el auto, encendiéndolo y con rumbo directo a la comisaría, donde sabía que tenían a su primo. Aquel repugnante hijo de puta.

Abrió las puertas con furia que no sabía que contenía, llamando la atención de su amigo cuando este llegó, viéndole asustado y confundido. Mark expulsaba furia, fuego y odio por sus ojos.

–Quiero hablar con Yoon YeSung. 




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Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora