Capítulo 6

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[Leer nota final]

Miró por el espejo retrovisor del auto, viendo a las dos menores, abrazadas y con sus ojos cerrados mientras dormían plácidamente, afirmadas entre ellas. De verdad, nunca antes había visto algo tan tierno. Claro, sin contar el crecimiento de su niña, esto era hermoso.

Eran las nueve de la mañana, su pequeña la había acompañado durante la mañana a buscar a su amiga, despertando a las cinco para poder llegar a casa de la chica a las ocho y poder desayunar de nuevo en casa de los padres de SoYeon, quienes habían hablado con ella durante la noche anterior, aclarando algunos temas.

Ahora iba con sueño, pero nada que un poco de café de algún centro de servicio de carretera no solucione.

Se detuvo en el próximo punto, dejando con seguro a sus menores cuando bajó a buscar su preciado café, tomando el periódico y leyendo algunas cosas mientras esperaba. Una gran sonrisa apareció en sus labios cuando el enunciado "Gran firma de alianza entre el exitoso pintor Jeon Jungkook y el reciente artista, reconocido por su reciente salida, Mark Lee, es oficial" Seguro su novio estaba muy feliz de aquello. Anoche habían hablado, comentándole como era de hermoso todo, lo bello que era cada zona y lo bien que lo trató el matrimonio en el primer día de estadía en el hotel. Según Mark, el matrimonio había ido a darle la bienvenida aquella mañana y en la noche se habían reunido a cenar, siendo una grata noche para el trio. Mark estaba muy feliz.

–Pedido número quince –llamó la pelinegra de la barra.

Tn dejó el periódico sobre la mesa en la que estaba sentada, yendo a buscar su orden y agradeciendo con una sonrisa. Al volver al auto, vio a las dos menores despertar con pereza, ambas con sus manos tomadas mientras que con la libre fregaban uno de sus ojos.

–Hola, niñas –saludó ni bien estuvo en el auto– Compré donas ¿Quieren? –preguntó, dejando las cosas que había comprado sobre el asiento copiloto, las menores se acercaron a ver.

– ¡Sí! –el coro que hicieron juntas hizo sonreír a la mayor.

–Yo quiero la amarilla –SoYeon tomó la ya mencionada dona– La rosa para tu, SuJin. –salió simplemente adorable cuando entregó la dona, acercándola a la boca de la menor– Muerde.

Y tal como fue pedido, la mayor mordió la dona, sonriendo en grande cuando la menor le aseguró que el sabor de ese tipo de donas era el mejor. La mayor no dudaba que su amiga era algo mágica, siempre acertaba en todo.

La mujer tomó las cosas que había comprado a sus menores, entregándolas a ellas y pidiendo que se pusieran sus cinturones. Puso en marcha el auto.

Aún quedaban unas cuantas horas de viaje.

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– ¡Te dije que era como un palacio! –fue lo que dijo la mayor ni bien logró arrastrar a su menor hasta el interior de su casa– ¡Es enorme! –exclamó con emoción.

– ¡Unnie, es enorme! –repitió la menor, viendo todo asombrada.

Detrás de ellas venia Tn, con las cosas que la menor iba a usar y con algunas bolsas que habían comprado; SuJin dijo que debían comprar más cosas dulces, ayer ambas se habían acabado todo viendo una película. Bueno, varias.

–Hija, lleva a SoYeon a tu cuarto, yo llevaré después sus cosas –pidió, sacándose sus zapatos y dejándolos en el armario.

–Sí, mamá.

Y ni bien acabó aquello, la perdió en el pasillo. Los gritos emocionados de las dos fueron todo para saber que ya estaban en la gran habitación de SuJin. Negó con una sonrisa, yendo a la cocina para dejar las bolsas con la comida; suspiró agotada. Sin duda estar en el supermercado con dos niñas era complicado, más si ambas eran un desorden completo juntas.

Caminó hasta la habitación de su menor, donde encontró al par jugando a hacer un fuerte de almohadas, dejando la cama desnuda al haber sacado las sábanas y los almohadones.

–Mamá, tienes que tocar ¡Era una sorpresa! –exclamó SuJin, haciendo una mueca cuando SoYeon comenzó a reír.

–Bueno, después me hago la sorprendida y acá no pasó nada –consoló, entrando y dejando la mochila color negro sobre la cama desnuda. Se sentó sobre la misma– Mas tarde les traeré la televisión para que vengan a ver películas acostadas, hará frio durante la noche –habló, viendo a sus menores perderse entre las sabanas.

– ¿No podemos dormir contigo, mamá?

–No, tienes a tu amiga y no creo que tu amiga quiera conocer ese lado llorón tuyo, ¿No es así? –alzó una ceja, esperando una reacción diferente a la que vio.

–SoYeon es igual a mí, mamá. Ella igual es consentida, pero por su prima –y ambas chocaron sus palmas.

–Está bien –una sonrisa compartida con una pequeña risa salió de sus labios– Entonces no tendré problemas con consentirla como tú, ¿Verdad?

–No, ambas somos consentidas –afirmó SuJin.

–Me alegra que lo tengas claro, cariño.

– ¡Mamá! –la niña se cruzó de brazos, escuchando de fondo a la menor reír dentro del fuerte.

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¿Cómo es posible que su bella cocina de hermosas paredes grises, blancas y de losa blanca hayan terminado empapadas de harina, huevos y manchas de chocolate? Simple, tenía a dos nuevas cocineras, con la idea de hacer galletas con chispas de chocolate, habían acabado con el orden de la cocina.

–Aquí dice... mezclar todo muy bien –leyó SoYeon, asintiendo después de leer lo último en alto– Ten, unnie. Tu usa esa y yo esta –señaló las dos espátulas– Círculos, recuerda –alzó su dedo, viendo a su mayor asentir, ambas comenzaron con los movimientos circulares.

La mayor estaba sentada en la barra, viendo a sus menores cocinar, sus caras empapadas en harina y huevos y sus ropas de igual modo. La taza de café en sus manos era una distracción al momento de espera a su llamado. Ella tenía el acceso completo denegado a participar en las galletas, solo estaba para supervisar. Aun así, era ella quien manejaba los líquidos muy calientes y también quien les ayudaba a cortar el chocolate, también quien manejaba la batidora, entre otros.

–Bien, está lista –dijo con orgullo SuJin, secando el sudor imaginario de su frente.

–Se ve deliciosa –sonrió la menor, poniendo sus manitas en su cintura.

–Bien, al fuego –dijo la mujer, tomando la mezcla y separándola en porciones aptas para galletas, poniéndolas sobre una bandeja con papel mantequilla– Solo deben esperar una hora y media para poder comer. De mientras, pueden ir a comer de los dulces que compramos.

–Estaremos en el salón, ¿Está bien, mamá? –la mujer asintió.

–Uh, tía –la pelinegra estaba a un lado de SuJin, la mujer la miró con una sonrisa, cálida en el pecho de la niña– Mas tarde, con SuJin queríamos saber si podíamos ir al parque –el nerviosismo en su voz fue sumamente tierno para Tn.

–Claro, cenamos y vamos ¿Bien? –las niñas asintieron con euforia, corriendo al sofá donde se sentaron con un gran bol de palomitas en medio.

Sí, su tiempo de espera a que Mark llegara no iba a ser tan eterno como pensaba.


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Bueno, volvemos con horarios para el libro. Los días 12, 14, 18 y 28 de cada mes se subirá un capítulo del libro. No mas metas de estrellitas/votos, solo nos regiremos por los días. 

Nos leemos el otro mes :)

Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora