Capítulo 30 | Extra largo

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|Contenido delicado y sensible, leer bajo tu propia responsabilidad|















Estiró sus brazos al mismo tiempo que se dejaba caer de espaldas a la suave cama. Su horario escolar de la semana había acabado y, milagrosamente, no había trabajo extra por hacer. Sus padres saldrían este fin de semana y la semana próxima, por lo que le vendría genial estar dos días sola.

Con pereza se desnudó, cubriéndose casi al instante con una bata, preparando un baño de burbujas que de verdad necesitaba en esos momentos, la semana había sido completamente tediosa y lo que más quería en ese punto era descansar.

Antes de quitarse la bata, cubrió las ventanas con las cortinas, teniendo siempre la inseguridad de que alguien la viera por la ventana del baño, no cabía la duda de que era posible, y no estaba dispuesta a ser expuesta.

Aunque bueno, el señor Thang, su vecino, era un hombre bastante amable, y confiable, no esperaba que él fuera ese tipo de hombres, había crecido con el ¡Era como su tío! Un hombre muy amable.

Pero siempre la historia que se cree hermosa es completamente distorsionada. La persona en la que confías y crees el ser humano más puro, es quien te falla.

Sus padres pusieron en marcha su viaje a Incheon, la hermana de su padre estaba a punto de dar a luz a la niña más linda y la primera de la familia y, aunque ella había sido invitada, ellos irían en representación de ella y la propia; SunHe no estaba de ánimos para salir.

Hace apenas unos meses que había podido asimilar el fallecimiento de su hermano, y pese a que gustaba de estar con sus padres y poder despejar su mente con los estudios, no se sentía lista para salir del lugar donde alguna vez su hermano vivió.

Por lo que cuando sus padres abandonaron la casa, no dudó un segundo en entrar a ella y poder, finalmente, suspirar profundo, dejando que su cuerpo desfalleciera en el piso. Estaba sola, por una semana completa.

La puerta fue tocada.

Extrañada se puso de pie, abriendo a puerta para sonreírle con dulzura al hombre que estaba frente a ella.

–Buenas tardes, señor Thang –la muchacha hizo una venia, sonriéndole en grande.

–Hola, princesita –el hombre acarició su mejilla, sonriéndole– Y ya te dije que no me digas señor, me hace sentir viejo –la risa que la menor soltó hizo al hombre sonreír. Le encantaba aquella sonrisa.

La sonrisa, su cuerpo, todo de la muchacha frente a él lo tenía malditamente mal. Amaba ver aquellos muslos expuestos bajo una holgada camiseta o sudadera. Era una maldita adición verla, y sus manos siempre picaban por un poco más.

–Lo siento, joven Thang –la muchacha hizo otra venia, disculpándose. El hombre no pudo evitar relamer su labio cuando la muchacha hizo una perfecta venia de noventa grados– Uh, ¿En qué puedo ayudarlo? –preguntó la menor, sonriendo con inocencia.

–Me preguntaba su tu padre podría prestarme una llave para reparar mi auto –dijo, señalando el vehículo a sus espaldas. La menor alzó una ceja, viendo el vehículo en perfectas condiciones.

Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora