Capítulo 71

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–Niñas, vengan a comer –llama la abuela de SuJin, rodando los ojos cuando ve a las dos niñas caer una sobre otra mientras intentaban atrapar una "carta".

Voltea a su costado, no evitando tomar su polaroid, regalo de aniversario de su marido, para tomarle una fotografía a la pareja que compartía un dulce momento. Mark estaba con la chica entre sus piernas, dándole de comer algo de tteokbokki, ella apoyada en su pecho y sonriéndole. En serio, jamás pensó decir esto, mucho menos después de haber visto a su hija destrozada por perder al pelinegro con el que ahora estaba comprometida, pero ahora, ahora estaba segura que Mark sería aquel chico con el que ella pasaría toda su vida.

Es que con solo verlos era más que una confirmación. Las miradas dicen más que las palabras, eso lo dicen muchos, y ahora podía comprobarlo con sus propios ojos. El como ellos compartían un solo espacio, como se perdían en ellos era magia para cualquiera que estuviera junto a la pareja, verles sonreírse, compartir el espacio del otro, la definición de "espacio personal" no existía entre ellos.

–Se aman –escucha a su esposo decir, y ella voltea a verle y asentir, con una de las sonrisas más brillantes que en su vida había dado.

–Ahora entiendo cuando decían que el amor más puro necesita algo de dolor para ser perfecto –toma una rodilla entre sus manos, perdiendo un poco el equilibrio para caer en el pecho de su esposo.

–Nos lo dijeron muchas veces, ¿Recuerdas? –Seyin ríe y asiente.

–No pensé que fuera tan cierto –suspira– Y ahora que veo a nuestra hija con el amor de su vida... Es como ver magia –Hwang lleva el dorso de su esposa a sus labios, dejando un beso ahí. Y sabe cómo se siente su esposa con solo verle, porque lo ve en sus ojos. El orgullo, el cariño y la tranquilidad de ver a ese muchacho era lo mismo que él sentía.

–Somos magia –dice– Ellos son magia, porque si encuentras a la persona correcta, todo será mágico. –Seyin alza su cabeza.

–Estas demasiado sabio, ¿Te sientes bien? –y Hwang rueda sus ojos, bufando.

–Ya tenías que cortarme el hilo de lo romántico, mujer –Seyin ríe, reincorporándose cuando ve a sus menores llegar a donde estaban los adultos. El cachorro jadeante y las dos chicas sonrojadas producto del calor.

–¿Podemos beber agua, Abu? –la mayor de las niñas pregunta y la abuela les entrega lo pedido.

Ambas estaban agotadísimas y se les veía en la cara, en cómo sus pechos buscaban tomar rápido algo más de aire, y sus mejillas sonrojadas eran el punto final.

Mark y Sun salen de su burbuja de amor después de sentir los cuerpos recostarse junto a ellos, además de escuchar a la madre de Sun llamándole con insistencia– Lo siento –dice, apenada después de ver a su mamá bufar.

–Niña, te he estado llamando hace rato ya –ríe, negando para sí misma– Venga, alimentemos a las niñas con el postre antes de irnos, ya es tarde y el bebé necesita descansar –señala, volteando a ver a Nathan, quien llevaba dormido un rato.

–Mark, cielo, ¿Puedes ir a por el cooler a la camioneta? Yo iré a cambiar a Nathan –Sun pide, tomando el bolso aun estando entre las piernas de Mark.

El chico asiente, ayudando a su novia a ponerse de pie antes que él, ayudándola con el bebé para verla irse con dirección a los baños que estaban medianamente lejos. Él gira sobre sus talones, yendo con dirección a la camioneta.

Frunce su ceño al ver una barrera poco más lejos de él, antes de la esquina de la cuadra. Estaban excavando y había un camión mal estacionado; "Maldición, provocarán un accidente si no estacionan bien ese vehículo" se dice, solo cruzando la calle con cuidado y casi corriendo. Estaba seguro que esa calle estaría más peligrosa ahora que estaba ese camión ahí, además que los trabajadores no estaban, solo estaba el agujero y unas picotas junto a las palas. Rueda sus ojos, tomando el cooler del interior de la camioneta, sacándolo con cuidado.

Repitiendo su acción de antes, cruza la calle casi corriendo y suspira de alivio cuando llega en una pieza al otro lado de la calle. Entra de nuevo, buscando a sus familiares después de haber caminado lo suficiente, solo logrando volver cuando EiJin corre a donde estaba él y lo guía a donde están sus suegros e hijas, porque sí, SoYeon ya era parte de la familia.

–Aquí está –dice, dejando con cuidado el cooler azul, junto a la cesta de donde habían sacado algunas cosas para comer– ¿Y Sun?

–Aquí –la niña aparece en su campo de visión, con el bebé en sus brazos y moviendo su mano– ¿Ya me extrañabas? –bromea, Mark solo niega entre risas.

La chica vuelve a dejar al bebé en la mecedora, Nathan continuaba durmiendo, por lo que sería malo despertarlo. Más cuando les costó mucho hacerlo dormir.

–Vale, hoy probarán la especialidad de su abuela, niñas –dice, abriendo la tapa del cooler. Seyin ríe apenada y solo hace un ademán con su mano– Cuando tenía su edad, amaba mucho que mamá me hiciera de esto, y espero le guste tanto como a mí –guiña. Mark sabe de qué habla, pues él también había probado el postre que su suegra sabía hacer mejor que nadie.

Las niñas pueden ver un melón partido a la mitad con ocho bolas de helado de té verde, igual que la parte interna del melón, color verde. Entre las bolitas de helado había yogurt y dentro de este había pequeños trozos de fruta. Las niñas observan a su abuela sacar crema batida de dentro del cooler, haciéndole un pico alto sobre el helado– ¡Tachan...! –dice la mujer, alzado sus manos.

–Wow –ambas niñas relamen sus labios, aceptando la cuchara que su madre les pasa.

Todos disfrutaron de comer del postre, entre conversaciones casuales y risas, algunos recuerdos de la infancia de la pareja y comentarios demasiado filosóficos de las niñas.

Acaban de comer cuando las nueve de la noche llega, pasando todo el día en el parque y en las piscinas que estaban cerca del mismo. Cenando en el parque después de volver de las piscinas, donde sus niñas habían pasado mayormente su tiempo.

Mark estaba ayudando a Hwang a cargar el cooler y las cestas en donde trajeron la comida, además de llevarse también la mecedora de su hijo, Nathan estaba durmiendo en el pecho de su madre, por lo que no iba a meterlo a la mecedora, no hasta que tuvieran que poner en marcha el vehículo.

–Mh... –alza una ceja, acercándose a su suegro cuando este le ve algo molesto.

–¿Pasa algo?

–Sí, creo que no cabremos todos en la camioneta, Mark –el hombre dice, viendo a las dos niñas hechas un bulto en el asiento trasero, las cosa en el espacio entre el asiento del conductor, copiloto y el asiento trasero– Pero con Seyin nos podemos ir caminando, ustedes vayan con sus niñas –dice el hombre palmeando el hombro de Mark.

–Oh, no –dice Mark, negando de inmediato– No se preocupe –toma las llaves de su bolsillo, entregándoselas al hombre– Sun quiere pasar a comprarles unas cosas a Nathan, se le acabaron algunas cosillas y quiere que vayamos a comprarlas, podemos pasar ahora –el hombre hace una mueca– Hey, no se preocupe y solo vaya con mamá Seyin y con las niñas, y ¿Pueden llevarse a Nathan? Para que no pase frío, digo.

–Claro –el hombre termina aceptando– Solo traten de llegar temprano, sin pasar a ningún lugar, ¿Bien?

Mark asiente, sonriéndole– No se preocupe.

–Vale, nos vemos en la casa.

–Nos vemos, adiós.

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2/2

Nos leemos en un par de horas, y tengan a mano algo para secar las lágrimas, creo que estarán muy tristes.

PD: Acá ya es día 23, pero hasta que no amanezca no lo es, ¿Okay? Xd

Quédate conmigo | Mark Lee | Libro#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora