Capítulo 9

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Sandra...

No podía o no quería que la niña viera mi rostro, pues lo que había hecho hace unos instantes, me lo arruinaría fatalmente.

Hice que me acompañara con la señorita que me atendió, para proponerle mi idea pues deseaba pagar su gratitud y también si es que ella llevaba dinero pues que pagara lo suyo...si le alcanza que pague lo mío jajaja.

La niña me tomo de la mano, se paro delante de mí y me dijo:

-¡wow! ¡Eso estuvo asombroso mujer!- jajaja si supiera quien soy no diría lo mismo, ¿o sí?

-gracias, no fue nada niña- ¿qué más le decía? No esperaba que se detuviera hací, tendré que ser cortante para que me dé tiempo de hablar con la muchacha.

Mi voz la tuve que seguir fingiendo,

-es que...eso.. Fue fue...- la interrumpí, no la dejé terminar quería que me diera el espacio.

-¡niña! Tengo cosas que hacer. Deja de hablar por unos minutos y luego hablamos- remarqué la palabra luego

La llevé de la mano, para que no se meta en más problemas.
Sin embargo ella seguía totalmente asombrada.

Sofía...

Esa señora tenía caracter fuerte, no solo por lo que hizo con esos tipos, si no por como me respondió, me hablo fuerte, me deja imaginar que estuvo en el ejército o algo por el estilo, su voz seguía siendo firme, ya no era tan dura como lo fue con ese tipo, pero seguía siendo potente.

Le obedecí, pues...¿quién te salva y no te ha pedido nada a cambio?

-niña, tienes...¿tienes dinero?- la miré raro, no sabía que decirle

-niña, contesta, ¿sí o no?- me volvió a preguntar

-este...sí, si traigo- le dije

-dame- me lo dijo con la mano extendida, para que le diera el dinero, me habrá salvado pero...darle mi dinero, eso era otro rollo.

-niña, damelo, para pagar tu cuenta, no traigo suficiente para pagar la tuya y la mía.- me lo dijo de la manera más tranquila posible,  así que levanté la mirada y se lo entregué con más confianza que cuando me lo pidió la primera vez.

Sandra...

A que niña tan desconfiada, bueno no, no es desconfiada, es ¡MUY CONFIADA! Que es lo peor del caso, yo creo que se la han de traer de encargo en su escuela.
Voy a acercarme a hablar con la muchacha, pero no la veo, ¿qué pasará?

#aaaayy#

¿Quién grita? Parece venir de la cocina, ¿será la mujer? No duran mucho mis dudas porque se vuelve a oir un grito, pidiendo socorro.

#¡¡Sueltenme!! Ayudaaa#

La voz es la de ella, no lo dudé, así que entré a la cocina, al mover la cortina veo que los hombres que llegaron con el Mr. Goliat, estaban tratando de tirarla al suelo y romper su vestido, me sorprendió la fuerza de ella, pues entre 2 sujetos, borrachos que aplican el peso y no la fuerza, era señal de fuerza de ella.

No me detuve a pensarlo dos veces, así que fui corriendo para golpear al tipo que estaba de espaldas y tenía las piernas abiertas. Me daba la perfecta oportunidad de golpear la parte más débil de los hombres. La patada que le dí, hizo que el tipo se doblara, callendo de rodillas, el otro sujeto, no dejó que lo terminara, pues se avalanzó a mi, lo bueno es que dejó ir a la señorita. Agradecía eso, aunque batallé con este otro.

Me tomó de los hombros, me quería mover y estrellarme con las mesas que había en la cocina, pero me paré firme, golpeando la parte de sus ante brazos y la articulación de los codos, para que me soltara.

Cuando me soltó le dí un golpe con el puño en la naríz, pero me dejó venir su peso en cima, quedé doblada, me estaba levantando en su hombro y parte de la espalda, por más que movía mis piernas para que me soltara no podía, mis puños golpeaban la parte de sus homoplatos, para ver si golpeando el área de los pulmones me soltaba pero sólo lo hice enfadar y comenzó a darme vueltas.

¿La niña? ¿Qué hace aquí? Llegó la escuincla, se me hizo raro, que siendo tan chica de edad y medio sopenca, se atreviera a golpear las pantorrillas del tipo, esto hizo que se moviera y casi me tirara, pero estaba cerca un muro, era mi oportunidad, con mis pies me impulsé hacia adelante. Nos estrellamos contra la mesa donde estaban algunas verduras picadas e ingredientes para la comida.

El trancaso estuvo bueno, me dolía todo el costado derecho. Antes no me pegué en la cabeza. Cuando me levanté estaba toda mareada, mi cabeza daba miles de vueltas.

-Gracias niña- ¿qué paso? Me veía con asómbro, algo fue raro o ¿se me calló el capuchón de la capa?

Sofía...

La miraba y no podía creer lo que mis ojos estaban viendo, la mujer que se estaba volviendo mi heroína, mejor que las de cualquier cómic, era la misma niña, la que había querido engañar diciendo que estabamos en África.

Por un lado estaba molesta, porque significaría que me estaba siguiendo, por otra parte estaba sorprendida, que ésta niña, me salvara de éste tipo, se defendiera y ayudara a la dueña de la taberna. Realmente me dejó boquiabierta.

En cuanto ella sintió que se le podía ver la cara, se lo volvió a acomodar, ¿qué hago? ¿Finjo que no la he visto? O la enfrento.
Mientras estoy tomando una decisión seria, escucho la voz de la señorita levantandose muy aturdida y con los nervios de punta.

-señorita, ¿está usted bien?- le pregunté ayudandola a levantarse.

-sí, muchas gracias- volteó a verme, pero buscaba a la otra chica.
Cuando la encontró con la vista, ella se soltó de mi mano, para ir corriendo, la tomo de los hombros y le dijo.

-muchas gracias, muchas muchas gracias, no sé como podré agradecerte-
La niña, volvió a hacer su voz de hace unos minutos, muy fuerte pero de mujer a final de cuentas y le dijo:

-Vos no me debéis nada, era yo la que le debía, de hecho por eso la buscaba- muy tranquila, se lo dijo, hasta llegó el punto en que sonó muy dulce.

-digame, soy toda oídos, ¿qué necesitaís?- la chica de la taberna se lo preguntó como con ansias, deseaba saber como poder “devolverle" el favor.

-señorita, yo lo que le venía a ofrecer, era que en muestra de su gentíl gesto de la comida, yo me ponía a vuestro servicio, al menos un día o dos. Si no le molesta- muy respetuosamente le hablo, era como si ella entendiera todo lo que pasaba y como tenía que comportarse.

-¡claro que no! Usted me salvo la vida, si usted me quería pagar una deuda ya la ha pagado y le salgo deviendo. Así que...- mientras ella estaba hablando muy felízmente se escuchó a los soldados del pueblo entrar a la taberna, inmediatamente pasaron hasta la cocina.

¿Qué pasará? ¿Nos arrestarán? ¿Escaparemos?
Mi mente da un millón de vueltas que no lo puedo creer, que miedo, mi cuerpo está temblando como si estuviera en aguas congeladas.

Lazos lejanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora