Capítulo 25

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Sandra...

Nos vimos rodeadas de un grupo de personas sumamente blancas; estatura promedio; armados; con poca ropa, quiero decir, que traían como mayones y sin camisa, pues eran puros hombres y hablaban un dialecto extraño.
Me acerqué a Sofia y le pregunté si no serán ellos quienes la salvaron, pero creo que estaba de mal humor, porque me ignoró y me dió un codaso que si bien no me dolió porque no golpeó el estómago, pero si me pegó en el antebrazo.

-¿Wonach suchen Sie?-*

Decían los hombres mientras movían sus lanzas que nos juntaban más, con mi pie lastimado me costaría trabajo pelear, Sofia no sabe usar un bō, ¿qué hago?

-Wǒ bù míngbái**- les grité mientras a Sofía la ponía atrás de mi y me acercaba a una de las lanzas. Si yo no les entiendo en su dialecto, yo les hablaré en chino, a ver si me entienden así como ellos quieren que yo les entienda.

No dijeron nada, pero no bajaban las armas, eso no me importaba, quería que se relajara todo para ver si ellos nos podían ayudar con nuestro “pequeñísimo” problema.

Cuando uno de ellos posó su mirada fijamente en mí, comenzó a bajar lento su lanza, los demás lo empezaban a seguir cuando la copa de uno de los árboles que estaban cerca, inició a moverse muy fuerte y a crujir su tronco. Nos tuvimos que apartar porque algunas ramas caían, ellos de una manera tan ágil se fueron moviendo que nos dejaron atrás. Tomé la mano de Sofía y mientras yo estaba cojeando huíamos, pero volvía a temblar el suelo, ya no tan fuerte como antes, pero era perceptible.

Volteamos atrás de nosotras y vimos que venían corriendo una manada de ciervos, a todo galope, entre ellos se mezclaba una manada de caballos. Parecía que escapaban de algo, las aves obscurecieron el cielo, eran tantas las parvádas que no se distinguían los tipos de pájaros que volaban.

-¡corre! No pares,  tú sigue corriendo- le grité a Sofía porque la pasé delante mío, yo ya no aguantaba mi tobillo y no la quiero arrastrar conmigo si es que algo me pasa.

Por suerte ella me hizo caso, me recargué en uno de los árboles y me escondí atrás de él, así podía descansar un poco mis pies. No supe en que momento cerre los ojos y deje de sentir la tierra temblar hasta quedar dormida.

Sofia...

Cuando ella me soltó y me mandó delante de ella, corrí como ella lo pidió, pero al voltear y ver en donde estaba, no la vi, pensaba en regresar y llevarmela porque ví que se metía entre un par de árboles, pero no pude. Los caballos me golpearon y me tiraron, por suerte los ciervos me saltaron y no me pegaron aunque estuvieron a punto de hacerlo. Con trabajos me levanté, todo se volvía opaco, la tierra que se levantaba nublaban la vista y no la veía.
Quise regresar haciendome a un lado para evitar la estampida, mis costillas del lado izquierdo me dolían y me costaba trabajo respirar a cada paso que daba.

-¡¡¡Sandraaa!!! ¡Sandraaa! ¡Ven! ¡Regresa Sandra!- le gritaba, pero parecía no oirme.

Me empezaba a desesperar porque aunque me caiga un poco mal, se ha convertido en mi amiga y...además es la única persona que me ha ayudado estando aquí, no la puedo dejar y no lo haré.

-¡¡Sandra!! No..no me dejes- mis ojos se  comenzaban a cristalizar porque yo ya no podía correr mucho porque mis costillas me dolían y aunque me hice a un lado un poco seguro, resultó no ser tan seguro.
Pues cuando estaba caminando un potrillo cayó por los empujones de la estampida, pero al caer me tumbó a mi también.

Con trabajos podía inhalar, ya no tenía fuerza para levantarme, pero sentí como unas manos trataron de levantarme pero solo me lastimaron más mis costillas.

Lazos lejanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora