Capítulo 21

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Sofia...

Comenzamos a poner la comida cerca del fuego para calentarla, las dos estabamos en silencio completo, el único ruido que existía a nuestro alrededor era el de los pájaros y del viento.

Paso el rato, cuando un ligero suspiro salió de la boca de Sandra. La miré para preguntarle el motivo de su suspiro, pero ella se me adelantó.

-Sofi, ¿no te parece que es un día hermoso?- me preguntó mientras contemplaba el cielo. Hice lo mismo para dar una respuesta.

-Sandra...¿quieres que te diga la verdad?- le pregunté, a lo que ella dijo que sí moviendo la cabeza.

-de donde vengo hay paisajes así de hermosos, por lo que lo veo de una forma...mm llamemosla normal- le respondí, no la engañaba.

-¿encerio?- preguntó muy asombrada.

-¿de dónde eres? O sea ya sé que de Colombia pero...¿dónde vives? Jaja- me acomodé para responderle, ella hizo lo mismo para ponerme toda su atención.

-yo vivo como ya lo sabes, en Colombia, pero vivo fuera de la ciudad, vivo en los...se les podría decir suburbios, porque no es un pueblo aunque parece uno. Hay mucha gente pero no tanta como en la ciudad, pero somos muchos como para ser llamado pueblo. Estamos rodeados de grandes montañas y hay un bosque a unos kilómetros de donde vivo. Ahora con la pandemia, veías pasar a las parvadas de patos volar muy bajo dentro de la zona urbana. También dentro del bosque hay un río, al que siempre, en verano vamos mis padres y yo. Al haber un bosque también me han llevado a acampar y me han enseñado a hacer fogatas y algunas otras cosas del...campismo- veía con cuanto interés me escuchaba y se asombraba por lo que le decía de los animales, el bosque y que acampaba.

-wow Sofi. Me sorprende mucho, eso explica lo de la fogata, es padre lo que me dices de los animales. Yo soy de ciudad, por lo que para mí esto...esto es ¡hermoso! Me fascina- al expresar eso, se levanto y comenzó a correr en círculos en el lugar, respirando tan fuerte como pudiera. Cuando terminó de hacer eso, ella regresó a sentarse a mi lado.

que increíble eres!- me dijo mientras me sonreía.

Yo ya no sabía que decir, no me esperaba que me dijera eso, me hizo sentir bonito, aunque me hizo recordar a mi ex-mejor amiga. Ella solía decir que era increíble y que era fantástica. Lástima que fuera una falsedad, yo creo que hasta sus comentarios eran mentiras.

-¿qué tienes?- notó que me puse triste.

-mira, yo igual y no te conozco tanto, pero soy muy perceptible para saber cuando alguien se siente mal y tú....mi amiga, te sientes mal pero no sé la razón. ¿Me quieres decir?- me insistió, pero...okay le voy a decir, solo un poquito de lo que me pasa.

-mira, me pasa que....-hice una pausa porque me dolía, sentí muy feo.

- este lugar me recuerda a mi hogar, llevo dos días o no, mejor dicho 3 días aquí atrapada- mientras decía eso me levanté del suelo y comencé a gritar en medio del campo -¡sin saber como regresar a casa!- comencé a llorar y me volví a tirar al suelo, pero lejos de Sandra, no quería que me tocara, quería estar sola.

Sandra...

Yo la veía como gritaba, como lloraba, cuando estubo en el suelo llorando podía ver como hasta temblaba de la impotencia, la tristeza y quizá algo de frustración.

Tomé un poco de agua, y la acerque, no quise ya preguntarle nada, la haría llorar más, ella no me había visto que le llevaba agua, solo se hizo bolita encogiendo las piernas y abrazandoselas. Era muy alta, pero al verla en esa postura se veía muy pequeña.

Puse mi mano en su hombro, le enseñé el agua y la tomo con sus dos manitas, le acaricié la espalda y la abracé.

Podía sentir su respiración que trataba de calmarse pero le era imposible, poco a poco sentía como una de sus manos pasaba por mi cintura y subía a mi espalda, hasta que se volteo bien y me abrazó. Mientras la tenía en mis brazos lo único que pensé en decirle fue.

-tranquila, yo encontraré una forma de regresar a casa. Te doy mi palabra- se lo dije tratando de calmarla, además que lo haría, buscaré la forma de llevarla a casa.

La noche se acercaba, estabamos en un lugar desconocido, la fogata estaba bajando su intensidad y empezaba a sentirse aire fresco. Tome todas las ramitas que se habían caido para añadirlas en la fogata y que se mantuviera encendida durante la noche, parecía que haría frío y no quiero que se me congele esta niña.

Preparé todo lo que necesitaríamos para dormir, en el pueblo me dieron unos tapetitos para dormir en el piso, así que le acomodé el de ella y el mío cerca de la fogata, las proviciones las puse en medio de las dos para que ningún animal se las lleve además de estar muy bien cerrada la muchila, de las veces que trepé a los árboles tire unos montoncitos de hojas grandes, así que las acomodé para que formaran una especie de almohada, la capa que tenía cuando llegué al pueblo se la dí a ella para que la tuviera como cobija.

Ella estaba demasiado cansada y se había dormido triste, pero su tristeza me la contagiaba y me hacía sentir muy mal, hasta sentía como si fuera mi culpa, no sé el porque pero así lo sentía.

Yo me tardé en consiliar el sueño, no porque no tuviera, si no porque hacía frío y acostumbrada a dormir siempre en una camita bien rica, ¡¡¡¡mi colchóncito, mis cobijitas bien ricas!!!! Ayyy solo de recordarlo me da más frío pero también me da más sueño.

Cuando ya estaba durmiendome, escuché ruidos de pisadas, provenían de una zona en donde había más árboles que tapaban al sujeto que hacía el ruido. Aunque al principio quise pensar que fuera una simple ardillita, como suele pasar en la televisión, se iban acercando cada vez más y sonaban de algo que era grande.

Me levante muy lento, para no despertar a Sofi, me fui acercando muy despacito hasta que pude ver la sombra de alguien. En cuanto se dió cuenta que estaba caminando a su dirección, se quizo marchar, pero trate de atraparlo.

Inició una persecución, donde las ramas de los árboles no me querían ayudar, pues siempre que corria las pinches ramas me pegaban en las costillas y parte de mi cara era golpeada por las estúpidas hojas.
Cuando ya lo iba alcanzar se desvió de manera muy habilidosa que hizo que me callera, dando tremendo azotón. Terminé toda rasponeada de mis manos y mis rodillas, sin mencionar los madrazos de mis costillas y mi rostro.

Aunque toda esa madriza tuvo una ventaja, descubrí que era una mujer, un poco más alta que yo, creo que a este paso me van a terminar diciendo que soy una pitufa en esta dimensión.

Volviendo a lo importante, era una mujer muy delgada, parecía traer pantalón, eso no lo pude distinguir por lo obscura que era la noche.

Toda golpeada regresé al "campamento" por decirlo así, miré a Sofía que dormía profundamente, se veía tan linda durmiendo pero ¡pinche chamaca yo me puedo ir y me pasa algo y esta cabrona no se entera! Hijoles se pasa.

En fin me volví a recostar y en un par de parpadeos me quede dormida profundamente.

Lazos lejanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora