Capítulo 85

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Jonah....

Vi a Sofía salir de la casa de Sandra, me parecía extraño, ya que ella salió molesta y parecía que no le preocupaba el que estuviera todo obscuro y que la única luz que alumbraba era la de las antorchas de las ramas de vigilancia.

-¡estúpida Sandra! Me llena de rábia que no me dijera algo importante, que ella....ella...¡ASH!- no se ha dado cuenta que no está sola, jejeje. La observo entre la penumbra, ella está cerca de una de las ramas de control, lo que hace que lo poco que le llega de luz la vea claramente, mientras yo me veo como una mancha negra.

Se detuvo y está haciendo un berrinche.
-luego ella se va con Rodrigo, mientras yo...¡yo estoy sintiendo feo y no sé la razón!

Okay, sí, sí sé que es por culpa de ese pendejo, pero no entiendo qué es lo que siento en mi corazoncito.- se autoreclama. ¿Qué es lo que sentirá?

Me acerqué poco a poco y mi sombra comenzó a tener forma. Ella seguía sin verme, me detuve cerca de ella, pero no se veía mi rostro, estaba parcialmente en las sombras.

-estoy...¡estoy harta!- gritó y se sorprendió al verme.

-¿quién es usted?- me mantuve callado.

-¿qué hace aquí?- encogí los hombros, pero no emití sonido alguno.

-mejor me voy señor, no sé ni qué hago aquí.- paso cerca de mi con la cabeza agachada. La sujeté de la mano tomandola por sorpresa.

-oiga...¿qué le pasa?- era brava, esta Sofía no era la misma que yo había conocido, pero aún así no la solté.

-¿te asusta que sea un ladron?- pregunté acercandola a mi.

-¿Jonah?- preguntó buscando mis ojos.

-¿alguien más te toma de la mano así?- pregunté galantemente.

-je sólo lo haces tú.- sonrió levemente, pero con esa pequeña sonrísa yo era felíz.

-hace mucho no te veía sonreír....al menos no conmigo.- hablé. No pude evitar decir eso, pues la había visto sonreír con Adal.

-tú has estado ocupado con lo de..... Tu compromiso.- cuando dijo “tu compromiso” era como si la Sofía brava, la Sofía que se enoja saliera de nuevo a la luz.

-Sofía, por favor, piensa en quedarte conmigo....- suplicaba.

-no Jonah, ¿de qué sirve que me quede si te vas a casar?- habló enojada.

-¿quieres decir que si no me caso te quedarás?- le tomé la otra mano para acercarla más a mi. Ella se puso algo nerviosa y sus manos temblar eran mi señal de ello.

-no estoy diciendo eso.- fingía molestia, pero sonaba el miedo en su voz.

-¿entonces aceptas que te gusto?- pregunté acercando mi rostro levemente a ella.

-¡no seas engreido!- exclamó soltando sus manos.

-no me gustas, ya te lo había dicho, además...tu pueblo merece que tenga una reina que....que sea de cuna Noble, que sea parte de sus tradiciones...-

-puedes aprenderlas y estoy seguro que serás una excelente reina.- trato de convencerla, pero ella sólo suspira y se acerca a mi.

-muchas veces he querido ser mejor y hacer las cosas bien, pero nunca lo logro. A nadie parece gustarle y mis esfuerzos no valen la pena. - sonrió con los labios cerrados. -ser reina es más difícil, puede que ha nadie le guste que yo sea una reina.- me miró fijamente a los ojos y suspiró.

Lazos lejanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora