Capítulo 76

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Jonah...

En cuanto salió la princesa, me cambié, no podía salir en ropa para dormir y mucho menos si lo que quiero es tener bajo perfil por ahora, me importa Sofía y deseo verla ya mismo, pero sé que si saben que desperté me bombardearán con preguntas de cómo sigo, si estoy bien, si me siento bien y peor aún, me querrán hablar de asuntos de Estado, que si bien son importantes, no deseo atenderlos ahora.

Me vestí lo menos ostentoso que pude, salí a toda prisa hacia la casa de Sofía. Toqué la puerta primero con delicadeza, pero nadie salía, volví a tocar un poco más fuerte, pero seguían sin abrir.

-Sofía....Sofía...- le llamo, con voz un poco baja, pues no quiero que sepan que soy yo, ya me están viendo algunos aldeanos, así que debo disimular aún más.

-¿busca a Sofía?- me hablan mientras estoy de espaldas, si no me equivoco es Adal.

Mi cabello me lo había cubierto con una capa, pero creo que me hacían ver más sospechoso, no quise girarme para que no me vieran todos en todo caso.

-¿sábes dónde está?- pregunté.

-¿quiere que se guarde el secreto que está usted bien?- preguntó muy atrevidamente.

-sí, pero dime ahora mismo, ¿dónde está?- hablé algo molesto.

-le guardaré el secreto entonces...- iba a llamarme “Alteza” supongo, porque hizo una pausa y siguió.

-la señorita Sofía se fue.- cuando escuché “se fue” fue como si esas dos símples palabras formaran eco en mi cabeza. Me exalté tanto que me giré abrutamente a mirarlo, lo tomé por los hombros y lo jalé hacia a mí.

-¿a dónde se fue?- pregunté algo molesto.

-no sé exactamente dónde, sólo sé que va a ir a casa. Creo que las ayudará el humano amigo de la señorita Sandra.- terminó por decir.

Ese “amigo” debe ser Rodrigo, con quien estaba al finalizar los tratados de paz. -¿hace cuanto salió?- pregunté después que había pensado.

-hace unos 20 minútos. Salió con Lachlan y Nasha.- habló. Al menos sé que no está sola sin alguien que la cuide.

-corra, alcancela, evite que se marche.- habló Adal. Me consternó un poco, pero no lo suficiente para quedarme a charlar.

Fui a los establos y tomé mi caballo, para bajar sin que nadie me viera era todo un reto, por suerte, al hacer las paces y aceptar a la princesa Tania me obsequió una bolsa con polvo de hadas,  vertí un poco en mi mano y lo esparcí en mi caballo. Logrando así bajar flotando. No sé cómo utilizan esto las hadas, pero logré llegar al suelo bien, para ser mi primera vez no fue un fracaso.

Me fui a todo galope, no sé en dónde viva, no sé si valla hacia el mar, conozco el bosque mejor que la palma de mi mano y sin embargo me siento perdido.

-¡Sofíaaaa! ¡SOFÍAAAAA!- grito como un loco desesperado pero no escucho respuesta de ella.

-Sofía....¿dónde estás?- llegué cerca de los caminos que llevan hacia el mar, fui a las afueras del pueblo, fui a los caminos del comercio y no había rastros de ella. Mi corazón se sintió desilucionado y roto, ¿por qué te habías ido Sofía? ¿No dijiste que me querías? Quería preguntarte si te casarías conmigo en el futuro, no me importaría si es en 2 años, mil años o toda mi vida.

Con mi cuatrico marchaba de regreso, pero no lo guiaba yo, él iba por donde el deseaba, sin rumbo fijo, mi vista....mi vista era perdida, no observaba nada de mi alrededor, lo único que miraba era el cuello de mi caballo pero en mi mente veía a Sofía.

Lazos lejanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora