Capítulo 35

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Sandra....

Nadie me explicó que pasaba, solo dijeron que eran cosas importantes, estoy en mi cuarto, pero escucho mucho movimiento afuera.

Grupos de hombres han pasado cerca y lo único que oigo es que es algo peligroso e importante, que deben tener cuidado.

Estoy pensando seriamente en escapar, no suena tan mala idea, ¿o sí? Digo, no soy de aquí, no tienen porque protegerme y no debo yo porque quedarme. Al menos no lo veo así. Pero si voy a escapar, necesito ver, ¿cómo lo voy a hacer? Quizas y aprovecho que todos están ocupados de un lado a otro y salgo pasando desapersivida. A final de cuentas, ¿quien va a notar que me fui?

Tomé mi piedrita radioactiva y la guarde entre muchas hojas de una enredadera que había por ahí. En los muebles que había en la habitación, encontré un morral de ramas y hojas, así que con su permiso me lo voy a llevar y...... Voy a meter ahí mi piedrita.

Según yo, ya no me falta nada, de hecho solo me llevaría mi roca y ya. Debo buscar a Sofia y pronto.

Salir del cuarto no fue problema, no había mucha seguridad, por no decir que ninguna. Me resultó extraño, pero no me iba a detener a preguntar, ¿verdad?

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En la reunión.....

Sofía...

Llegamos a la reunión, muchas hadas estaban a la entrada de su reino, era algo padrísimo, quisiera tener mi teléfono y poderme sacar muchas selfies con ellos.

(No a ver, concentrate Sofia, no puedes andar vagando con la fantasía.)

Nos recibieron y nos ayudaron a bajar, ¡Me ayudó a bajar de mi caballo un hada! Yyyyyyy es ¡el mejor día de mi vida! Tenía una sonrisota en mi cara que nadie me podía quitar.

Nos abrieron la puerta del árbol que estaba todo verde y bien cuidado.
Jonah me pidió que entrara primero, atrás estaba él y su mano la colocó en mi espalda, era extraño, pero me hacía sentir segura, además que andaba en otra onda, porque....SON HADAS Y AMO A LAS HADAS.

-deben dejar sus armas- nos dijeron las hadas, pero no escuché que decía porque estaba embobada viendo la construcción de la estructura.
Todos dejaron sus arcos,  flechas y espadas. Todos menos yo, pero por lo mismo que oía pero no escuchaba, seguía viendo encantada. Cuando sentí que me querían quitar mi daga fue cuando reaccioné y salí de mi trance.

-¡dejen las armas!-  me habló la hada de manera muy ruda y me asustó, yo iba a dejar que me quitaran la daga, pero Jonah no lo dejó que me lo quitara.

-no es forma de hablarle a la señorita- dijo sujetando la mano del hada con firmeza, se notaba que se estaba enojando pero se contenía.

-además ella puede quedarse con su daga- lo dijo mientras se enderezaba.

-Los únicos que portan armas será ella y yo.- lo tenía de perfil pero ví como frunció el seño y su mirada se tornaba intimidante. Tan intimidante que a mi me asustó.

-Alteza, usted sabe que....- trató de replicar el hada, pero no se lo permitió Jonah.

-conozco claramente las reglas, por dichas reglas ella debe quedarse con su daga- quedé asustada y sorprendida por como estaba Jonah, era muy seguro y no le intimidaba nada, quisiera ser como él.

Por fin nos dejaron entrar, pero ahora sentía la mirada de las hadas sobre de mí, en especial las hadas mujeres. Me veían como con odio, otras me veían como bicho raro, me sentía un tanto incómoda.

Lazos lejanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora