Capítulo 37

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Sandra...

Del cielo, cayeron manzanas, pero eran muy raras, tenían un color verde fluorecente, los hombres que me llevaban presa, miraron extrañados las manzanas que comenzaron a parpadear, causaron una gran intriga, pues los humanos también dejaron de combatir a las hadas.

Hicieron un fuerte estallido que rompía los oídos, solo ví una chispa roja y después todo era obscuridad, lo que segundos antes fue silencio, ahora era un zumbido horroroso en mis orejitas.

En escobas viejas, volaban unas feas mujeres, debían de ser brujas.

Solo podía observar a mi alrededor, tenía un tronco en mi pierna, me dolía la cabeza, los brazos no los sentía y mis oídos seguían escuchando el zumbido.
El árbol se incendiaba, los humanos se marcharon y dejaron a su suerte a algunos de ellos que pudieran estar herídos o inconcientes.

-Ayu...ayudaaa- gritaba, al menos, creo que gritaba, no escuchaba mi voz, las hadas emprendían el vuelo y entre ellas si se ayudaron, no se abandonaban.

Cuando parecía no haber nadie más, que era la única, llegó la princesa Tania al rescate. Con sus poderes nos transportamos, pero...creo que no era el punto de reunión que su madre había indicado (tenía una idea del lugar, porque en mi rato en mi alcoba, escuché que daban algunos detalles de un lugar que era seguro por si algo malo pasaba)

Aquí era diferente, era una cueva tibia, tenía una cama hecha de hojas, donde me recostó la princesa, incluso tenía un botiquin, al menos parecía uno y comenzó a revisar mi cara que no tuviera heridas de quemaduras, mis manos o brazos, al último vio mi pierna, donde sí tenía unos raspones fuertes y unas quemaduras leves.

-tranquila, te voy a ayudar con tu pierna- creo que se me había torcido o algo por el estilo, la verdad, estaba quedandome medio inconciente, pero me resistía a desmayarme.

-necesito que coloques esto en tu boca, ¿de acuerdo?- dandome una pera decía, sus ojos se veían tiernos, eso....nunca lo voy a olvidar, sus ojitos que lucían ser más grandes y brillantes por sus lágrimas de susto. Hice lo que me pidió, comenzó a curar mi pierna, era muy doloroso, no sé en qué momento perdí el conocimiento, pero caí en un sueño laaaaargoo laargoo.

Jonah.....

Sofía no puede estar herída, no puede ser así, dije que si le pasaba algo jamás me lo perdonaría, ahora me arrepiento de haberle pedido que viniera conmigo.
Mis hombres no pueden ni deben ver que tengo ganas de llorar, que mis ojos están llenos de llanto, soy su líder, como tal debo ser más fuerte, pero....no puedo evitar sentir un dolor en mi corazón.

Tomé mi caballo al salir del Reino de las Hadas, quise volar cual si fuere un pegaso, pero en estas tierras no hay esa especie de corceles, pero hice que mi caballo imitara a uno, cabalgué lo más rápido que pude hasta llegar a mi Reino.

-RÁPIDO, TRAIGAN AL CHAMÁN- llego gritando y ordenando, es el chamán y médico de aquí, mi Reino.

Espero....pueda salvarla.
Nasha se acercó a mí, preocupada por su señora, traté de consolarla pero no le dí tanta importancia, la verdad, el más asustado y preocupado aquí...e...era yo. No me había sentido así desde hace mucho tiempo, desde la muerte de mis padres no me sentía así en realidad.

Sofía me preocupa, es...es una gran chica, será humana pero no es igual a los demás, es especial, es inigualable, la conozco muy poco, pero he visto a más humanos de su edad y más chicos que ella y nada que ver. Son odiosos, repugnantes, maltratan a la naturaleza, desean el mal siempre, no se tratan bien entre sí, crecen así y creen que es como debe de ser. Antes todos podían estar en paz, vivir tranquilos, compartir la felicidad y las penas...ni se sabía que eran, pues todo era armonioso, estabamos en perfecto equilibrio, pero la soberbia y el deseo de poder del hombre los superó y transformó.

Lazos lejanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora