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– ¿Me podrían explicar ahora mismo que sucede con la señora?– insiste.

– No es nada– dice Mónica– Lo acompaño.

– ¿Cómo que no es nada? En los noticieros no dejan de hablar de ella ¿Es una asesina?

– ¡Hey! Mi mamá no es ninguna asesina pendejo.

– Mónica...– le dice Saúl sorprendido.

– Yo me largo de aquí– dice caminando rápidamente hacia la puerta.

– Usted no se va señor– Matamoros lo detiene en la entrada.

– Si no me dejan ir voy a gritar.

– Grite todo lo que quiera doctor, nadie lo va a oír– dice Matamoros tomándolo del brazo.

– ¡AYUDA!– comienza a gritar desesperadamente– ¡HAY UNA ASESINA AQUI! ¡ME QUIEREN SECUESTRAR!

– ¡Ya bájale dos cambios eh!– le dice Mónica.

– ¡AUXILIO!

El médico continúa gritando y comienza a desesperar a la joven. De pronto, a paso lento, Altagracia llega a la sala y observa el escándalo que tenía el doctor ahí.

– ¿Qué está sucediendo?– pregunta al ver a Matamoros intentando callar al hombre que acababa de examinarla.

– ¡ASESINA!– la apunta con el dedo.

– ¿Y a este que le pasa?– dice confundida.

– Acaba de verte en los noticieros Altagracia– responde Saúl.

– ¿Qué?

– ¡SÁQUENME DE AQUÍ!– continúa gritando.

– Ay ya me hartó.

Mónica se acerca a Matamoros y en un movimiento rápido le saca el arma del cinto que rodeaba sus caderas. 

– ¡Te calmas o te calmo!– le grita mientras le apunta con la pistola.

– Mónica...– dice Altagracia algo preocupada.

– Este pendejo ya me hartó. No voy a permitir que se siga refiriendo así sobre ti– dice sin quitarle los ojos de encima al doctor.

– Mónica, hija– dice intentando calmarla– No te ensucies las manos con este tipo. Tu no eres así– le pone una mano sobre el arma.

– Tu no tienes idea como soy realmente. 

– !AUXILIO!– vuelve a gritar.

Pero antes de siquiera pensar en emitir otro sonido, Mónica presiona el gatillo y le provoca una herida de bala en el hombro dejando a todos asustados.

– ¡Mónica!– la regaña Altagracia– ¡Dame para acá!– le quita el arma sin pensar en el dolor físico que sentía.

– Ya no grito más, lo prometo– dice tomándose el hombro ya bañado en sangre– No me maten por favor– suplica.

– Ay...No, yo no sé que hice– dice Mónica tomándose el rostro con ambas manos– Perdón, perdón...Yo no me quiero ir a la cárcel...

– No, no– la rodea con un brazo escondiendo su rostro en su hombro– Tu no te irás a la cárcel corazón.

Altagracia mantiene a su hija contenida en su cuerpo mientras con la mano armada apunta directo en la cabeza del médico para luego dar un disparo certero entre sus cejas. Saúl observa la escena petrificado y Matamoros mira a su doña entendiendo el porqué de su reacción.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora