EN MEXICO OTRA VEZ

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Los días transcurren y Mónica ya debe volver a México. Sin embargo, ninguna de las dos quería separarse de la otra. La pequeña Sandoval ya no era capaz de estar lejos de su madre, pero necesitaba regresar y comenzar los trámites del divorcio. No se sentía capaz de seguir al lado de Saúl, cada día se convencía más de eso. 

Matamoros las lleva hasta el aeropuerto y así se pueden despedir en el carro.

– Deberías venir conmigo– dice con una voz llena de tristeza.

– No te imaginas cuánto desearía poder hacerlo, corazón– le toma el rostro con ambas manos– Te prometo que apenas pueda voy a estar allá contigo ¿si? 

–Está bien– le sonríe– Te voy a estar esperando.

Luego de un abrazo eterno, Mónica abre la puerta del carro y baja para entrar al aeropuerto a tomar su vuelo sin saber que antes de lo que imaginaba tendría a su madre con ella. 

Cuando Altagracia la ve entrar suelta las lágrimas que tenía contenidas mientras se despedía de su hija. Tampoco le era fácil a ella alejarse de Mónica otra vez. Había sido solo una semana juntas, pero fue suficiente para volverse dependiente de sus locuras, de su voz, su olor, su risa. Nunca imaginó que ser madre le gustara tanto. Cuando Isabella era pequeña pudo aprovechar de experimentar algo de eso, pero definitivamente no tenía punto de comparación. El amor que sentía por su hija era tan inmenso que no le caía en el pecho. Por ella daría la vida y más.

MÉXICO

La pequeña Sandoval llega a su departamento luego de más de 11 horas de viaje. Estaba exhausta, pero lo que la esperaba no le permitiría descansar tan pronto. Cuando cruza el umbral de la puerta ve a Saúl sentado en el sofá con la computadora sobre las piernas. Este levanta la vista y la mira con una expresión de malestar.

–Saúl...– dice apenas al entrar su maleta.

– ¿Cómo te fue con Altagracia?– le dice en seco.

– ¿Cómo sabías que estaba con ella?– se acerca.

– Era obvio– deja el computador a su lado– Tu no ibas a dejarla sola tanto tiempo, te conozco, aunque me habría gustado que me dijeras la verdad.

– No quería exponerla– se sienta en la pequeña mesa de centro y lo mira– Además, ella me pidió no decirle nada a nadie.

– Lo sé, pero esperaba que confiaras al menos tú en mi. Después de todo, siempre hemos sido amigos.

–  Saúl...Creo que debemos hablar de esto, de nuestra relación y hacia dónde va.

– Lo sé... 

– Yo sé muy bien que a mi no me amas– se pone de pie y pone sus manos en los bolsillos traseros de su pantalón– Tampoco creo que ames a mi mamá, porque sino ni siquiera habrías sido capaz de tener algo conmigo, pero si creo que a la que quieres como mujer es a ella.

– Mónica, yo...

– Y antes que me digas cualquier cosa, déjame decirte que no pretendo culparla a ella de nada, y tampoco me voy a culpar por amarte en un principio, pero tu debiste haber hecho bien tus elecciones. Le rompiste el corazón y de paso a mi, y eso no se recupera tan fácilmente. Quiero el divorcio Saúl– dice sorprendiéndolo– Creo que me equivoqué al casarme contigo, al casarme con quien no supo amarme. Me encanta tu amistad y creo que nos llevamos mejor así. Te dejo libre para que rehagas tu vida con quien quieras y yo haré la mía. Eso si, si pretendes volver a buscar a mi mamá no la hagas sufrir, aunque dudo que ella te vuelva a dar una oportunidad como antes. Te quedamos muy grandes Saúl...

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora